La Hermandad de la Carretería es una de las que parecen haber suprimido definitivamente y por alguna razón desconocida los besamanos y besapiés del calendario de cultos a sus imágenes titulares. Así, tras el triduo a Nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad que tuvo lugar entre los pasados 13 y 15 de mayo, y la misa solemne en su honor el pasado sábado, finalizaron los cultos habituales del mes de mayo en honor a la dolorosa que tallara el jerezano Alonso Álvarez de Albarrán.
No obstante, fuera ya de dichos cultos y antes de regresar a su camarín, la Virgen del Mayor Dolor estuvo el domingo colocada a los pies de su retablo, vestida con su manto de salida y con la saya burdeos bordada en oro en 2017 por Manuel Solano. Además, lucía su corona procesional, un puñal, un alfiler con las palabras "Mayor Dolor" en letras doradas y una pequeña cruz pectoral. En la mano derecha sujetaba un pañuelo.
Flanqueaban a la dolorosa los dos faroles de entrevarales y dos jarras de su paso de palio sobre sendos pies de base cuadrada con decoración pictórica. Estas jarras, así como las situadas detrás, contaban con diversas especies florales de color blanco que también se podían ver en un gran centro a los pies de la Virgen.
Al fondo, en el camarín había un relicario ante un manifestador y una pieza de madera con el símbolo mariano del Ave María. Y delante del retablo, sobre una estructura a modo de banco cubierta con uno de los faldones laterales del paso de palio, se dispuso un gran número de candeleros con cera blanca además de las jarras ya mencionadas. Finalmente, en el lado izquierdo estaba el sinelabe y en el derecho el estandarte corporativo.
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