La Hermandad de Nuestra Señora de Guadalupe del Convento de San Buenaventura bajó ayer a su imagen titular de su altar, en la cabecera de la nave de la Epístola, para acercarla a los devotos en una jornada que concluyó con la celebración de un vía lucis por el interior del templo tras la misa de las ocho de la tarde.
Ante dicho retablo, la Virgen de Guadalupe fue elevada sobre una peana de madera dorada y sobre otra de forma rectangular forrada en damasco azul con galones dorados. Además, estaba vestida tal y como salió a las calles en su procesión del pasado 8 de septiembre (ver), con manto verde, saya blanca de tisú y toca de sobremanto de malla bordada. Igualmente, el Niño vestía también de blanco, con una prenda bordada en oro sobre tisú.
Lo único que era distinto en la vestimenta de la Virgen respecto a dicha salida era el rostrillo, que ayer era uno de orfebrería dorada. Asimismo, lucía su corona procesional y su característico cetro, y entre ella y el Niño sostenían un rosario.
La Virgen de Guadalupe estaba rodeada de un total de ocho columnas doradas. En dos de ellas, las más cercanas a la imagen, había unos pequeños candelabros dorados con tres altas velas blancas cada uno, mientras que en las seis restantes había margaritas, margaritas spider y lilium de tonalidades blanca y rosa. Estas mismas flores se disponían en un gran centro a los pies de la Virgen.
Finalmente, en el lado izquierdo estaba el estandarte corporativo, en el derecho la bandera fundacional y en el camarín del retablo veíamos una pequeña talla de un crucificado.
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