Veníamos comentando cómo el Domingo de Ramos las previsiones meteorológicas advertían de lluvia de agua y barro, previsiones que efectivamente se cumplieron y que, sin embargo, no fueron óbice para la salida a las calles de la Paz, Jesús Despojado y la Borriquita. Poco después, la Hermandad de la Cena, que estrenaba quinto lugar en el orden de paso por carrera oficial, decidía que, ¿por qué no?, también iba a ponerse en la calle. ¿Qué es un poco de agua y barro sobre las vestimentas estrenadas el año pasado del Apostolado de la Cena? ¿O sobre las tallas de Judas Iscariote y Santo Tomás, recién restauradas por Fernando Aguado? Poca cosa. Había que salir.
Eso sí, salió con retraso, por lo que la corporación tomó una decisión: correr como si no hubiera un mañana. Porque eso no era una cofradía en una estación de penitencia, andando como andan los pasos. Eso era una cofradía corriendo a todo correr. Y en ese correr ayudó el cambio de itinerario decidido este año, que consistía en dejar para la vuelta el discurrir por Doña María Coronel y Gerona, mientras que a la ida buscó directamente, desde la plaza de los Terceros, Santa Catalina y Almirante Apodaca.
A los mandos de Rafael Díaz Talaverón, el paso de misterio ganaba metros con decisión, abriéndose paso en la larga recta que va de Santa Catalina a la esquina de Laraña con Orfila. La Banda de Cornetas y Tambores de Las Cigarreras estrenó este año la marcha "Agnus Dei", de Cristóbal López Gándara, dedicada a esta hermandad. En lo que respecta al exorno floral, se componía de claveles rojos en el friso y las jarras de los costeros, y de rosas también rojas en las esquinas, salpicadas de espigas de trigo.
Poco después, con el misterio alcanzando la plaza de la Encarnación, salía de Almirante Apodaca el paso del Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia, que se incorporó al cortejo de la cofradía, tras décadas sin salir, hace ahora cincuenta años, en 1974.
La Capilla Musical y la Escolanía Salesiana María Auxiliadora iban delante del paso del Cristo que espera pacientemente el momento de su crucifixión y que proviene del antiguo Hospital de San Lázaro. Iris morado en friso y jarras, y algunas flores sueltas y hiedra sobre el monte adornaban el paso, que comandaba el capataz Alfonso Morillo.
Y no menos rápido iba el paso de palio de la Virgen del Subterráneo, tras la característica Bandera de la Realeza de María y el estandarte corporativo. Antonio Santiago y su hijo volvieron a hacerse cargo de comandar este paso de palio que, fiel a su estilo, estaba adornado con claveles rosas.
La Banda de Música del Maestro Tejera interpretó la marcha "Virgen de la Paz" al salir el palio de Almirante Apodaca a la plaza de San Pedro. Después, tras una breve parada, siguió hacia la Encarnación a los sones de "Esperanza Macarena", mientras que para su discurrir por Laraña la marcha escogida fue "Al cielo con Ella".
Y así, rodeado por una gran cantidad de gente que asistía a lo poco, y sorprendente, que se pudo vivir en este Domingo de Ramos, la Virgen del Subterráneo siguió su camino hacia la carrera oficial, siendo precisamente esta dolorosa la encargada de cerrarla en esta primera jornada de la Semana Santa 2024.
La Cena recorrió al completo la carrera oficial... y hasta ahí. En la Catedral se encontró con el misterio de la Paz, que se había refugiado a la espera de ver qué hacer, y con la cofradía al completo de Jesús Despojado, a la que le entraron las dudas pese a la cercanía de su capilla.
Por su parte, la Cena decidió seguir su recorrido de regreso. La anunciada lluvia, sin embargo, tenía sus propios planes, y con los dos primeros pasos ya en la calle, volvió a hacer acto de presencia. La cofradía decidió entonces, tras pensárselo quizá demasiado, regresar a la Catedral, finalizando este Domingo de Ramos con tres cofradías y media refugiadas en el primer templo de la ciudad.
El regreso a casa se dejó para la mañana del Martes Santo, recibiendo las tres corporaciones la misma instrucción: estar dentro de sus templos antes de las once y media de la mañana, hora de salida de la Hermandad del Cerro. A decir verdad, la Cena no lo cumplió; algo lógico teniendo en cuenta que en muchos casos el regreso de las cofradías a sus templos tras refugiarse por la lluvia no son meros traslados, como quizá deberían ser, sino una continuación de lo que fue interrumpido en su día.
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