Este último Lunes Santo nos dio la sensación de haberlo vivido ya unas cuantas veces. Un auténtico 'deja vu'. El Polígono y Santa Genoveva no salen porque sus horarios de salida son excesivamente tempraneros y sus recorridos muy largos; el Beso de Judas y San Gonzalo ponen a prueba la paciencia del más cofrade retrasando sus salidas al máximo; y la segunda parte del día puede salir con más tranquilidad a sus horas sin apenas suspense.
Entre estas últimas encontramos a la Hermandad de la Vera-Cruz, que empezó a salir pasadas las siete y media de la tarde, que concentró a bastante gente en su camino de ida a la carrera oficial y que mostró en su paso de palio los estrenos más destacados de toda la jornada.
Pero antes iba el paso del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz, precedido del grupo vocal De Profundis y la Capilla Musical Calvarium. Julián Huertas volvió a encargarse de guiar como capataz el paso, que contaba con un monte de iris morado salpicado de algunos cardos. Este crucificado, la considerada imagen más antigua de toda la Semana Santa de Sevilla, nos retrotrae efectivamente a siglos pasados, con un estilo escultórico anterior a la eclosión del barroco.
Las siempre coloridas representaciones de corporaciones de la Vera-Cruz de la provincia y el relicario del Lignum Crucis daban paso al cortejo de nazarenos del paso de palio de María Santísima de las Tristezas, que presentaba un estreno patrimonial muy importante, como son los respiraderos, realizados en metal repujado por Orfebrería Villarreal, con diseño de Francisco Villarreal Reina y Benjamín Domínguez Gómez.
Se trata de una obra que ha modificado en gran medida la estética de este paso de palio, que hasta ahora tenía respiraderos de terciopelo y malla con bordados en oro y cartelas de sedas de colores; unos respiraderos que han durado poco, ya que se concluyeron en 2008. Por otro lado, también eran nuevos este año los faldones, confeccionados en terciopelo negro bordado en oro por Rosario Bernardino.
Lo que sí se mantiene es el personal estilo de la dolorosa de Antonio Illanes en la forma de presentarse vestida, con un tocado muy suelto que dejaba ver gran parte del pelo. En lo que respecta al exorno floral, estaba compuesto de rosas blancas, colocadas en las jarras en forma cónica. Por su parte, el acompañamiento musical del paso, comandado por Luis Daniel León, dependió de la Capilla Musical Ars Sacra.
Con el manto negro de la Virgen de las Tristezas se despedía la Hermandad de la Vera-Cruz en su camino a la carrera oficial, regresando después a su capilla tras concluir felizmente una estación de penitencia sin sobresaltos ni más incertidumbre.
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