En las inmediaciones de la Parroquia de San Lorenzo, un hombre y dos chavales apuestan a ver quién acierta la hora exacta en la que se iban a abrir las puertas del templo para la salida de la Bofetá, cofradía que este año era la tercera en pasar por la carrera oficial y que por ello tenía fijada su salida para las cinco y cuarto de la tarde.
"Yo digo que abren a y trece"; "No, a y catorce"; "A las cinco y cuarto en punto"... Pues ninguno acertó porque finalmente las puertas de San Lorenzo se abrieron exactamente a las cinco y dieciocho minutos de la tarde, tres minutos más tarde de lo previsto, lo que, en una Semana Santa como la que nos ha tocado vivir este año, es sinónimo de incertidumbre. "¿Se lo están pensando?". Cierto es que mirando al cielo ya no se veían esos inmensos claros de los que San Benito había disfrutado en su salida. Pero la cosa no pintaba mal. Y de hecho, la cofradía se puso en camino con normalidad.
Los nazarenos blancos con la cruz de los Trinitarios Calzados en el antifaz, en recuerdo a su pasado en el Beaterio de la Santísima Trinidad, comenzaron a salir a la plaza de San Lorenzo portando cirios color tiniebla. Y unos veinte minutos después, los ciriales anunciaban la inminente salida del paso de misterio de Nuestro Padre Jesús ante Anás, el primer conjunto escultórico salido de la gubia de Antonio Castillo Lastrucci.
El Señor, después de salir el año pasado con una nueva túnica con motivo del centenario de su hechura, llevaba este Martes Santo la túnica blanca bordada en oro en 1963 por las Hijas de la Caridad de Cádiz, con diseño de Juan Pérez Calvo, autor asimismo del paso sobre el que vemos cómo Jesús es abofeteado por Malco.
La Banda de Cornetas y Tambores de Las Cigarreras, que estaba teniendo bastante suerte porque hasta el momento todas sus cofradías habían salido, interpretó la Marcha Real, seguida por la composición "Amor de Madre". Como es costumbre, y ante la presencia de una representación de la Hermandad del Gran Poder, el paso se volvió ligeramente hacia la Basílica antes de atravesar la plaza precisamente a los sones de "Señor de Sevilla".
Un generoso friso de claveles rojos adornaba este paso de misterio que mantiene la concepción original de Castillo Lastrucci, con el Cristo caminando de espaldas porque mira fijamente a Anás. Es un paso, por ello, pensado fundamentalmente para ser contemplado desde uno de sus costeros, que es donde podemos ver la verdadera dimensión de la escena y el expresivo lenguaje de gestos y miradas con el que el imaginero dotó a todo el conjunto.
Antes de marcharse de la plaza de San Lorenzo, la Banda de Las Cigarreras aún tocó las marchas "Dulce Nombre de María" y "Ante Anás, el Hijo de Dios", ésta ya con el misterio adentrándose en la calle Cardenal Spínola.
El cambio del color de los cirios, de tiniebla a blanco, indica que la que está a punto de salir es María Santísima del Dulce Nombre, que en este 2024 ha cumplido cien años desde que Castillo Lastrucci la tallara, siendo su primera dolorosa. Precisamente, con motivo de esta efeméride, la Virgen ha salido a la calle vestida como en aquellas primeras fotos de hace un siglo: con diadema, tocado muy suelto por encima del manto y sobre éste, además, una toca.
Y junto a ella, como siempre, San Juan Evangelista, imagen que el propio Castillo, en agradecimiento a la hermandad por su confianza en él, le regaló, acompañando desde entonces a la Virgen del Dulce Nombre bajo un precioso palio de Juan Manuel Rodríguez Ojeda.
Si rojos eran los claveles del paso de misterio, para el palio fueron de color rosa, que es la siempre inalterable tonalidad de las flores que adornan en jarras y friso este paso. Y tras el paso, la Sociedad Filarmónica Nuestra Señora de la Oliva, de Salteras, que tras el Himno Nacional tocó para la dolorosa "Coronación de la Macarena", y más adelante, aún en la plaza de San Lorenzo, "Madre, tu Dulce Nombre".
Seguidamente, la Virgen giró con "A cielo con Ella" a la calle Cardenal Spínola, donde le cayó una intensa petalada al palio, que continuó luego su camino a los sones de "Virgen de la Palma".
Todo parecía ir bien, el Martes Santo se estaba salvando y la tregua meteorológica lo estaba respetando... Sin embargo, antes de que nos diera tiempo a abandonar la plaza de San Lorenzo conocimos una sorprendente noticia: la Hermandad de los Estudiantes decidía no salir. ¿Qué partes manejaba la cofradía universitaria? Vaya usted a saber. En cualquier caso, no sabemos si por contagio o por tener los mismos partes, poco después desde Omnium Sanctorum llegaba exactamente la misma noticia: Los Javieres tampoco iba a salir. Y bastante rato después decidió lo mismito la Hermandad de Santa Cruz. El Martes Santo se quedaba sin sus tres hermandades de negro.
Pero eso no significaba quedarse sin Martes Santo. Cinco hermandades estaban en la calle y tocaba disfrutarlas, paladearlas con calma por lo que pudiera venir los siguientes días. Y claro que se disfrutó, y claro que con calma. La Bofetá, por ejemplo, entró de vuelta en San Lorenzo a eso de las dos menos cuarto de la madrugada, una media hora más tarde de lo previsto. Y es que, lamentándolo mucho por los Estudiantes, los Javieres y Santa Cruz, la jornada estaba para salir y para vivirla en la calle. El año que viene será para ellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario