Nuestra Señora de la Encarnación, de la Hermandad de San Benito, estuvo expuesta en besamanos coincidiendo con el aniversario de su Coronación Canónica. En concreto, el pasado miércoles se cumplieron 31 años desde aquel reconocimiento canónico a la dolorosa que hoy recibe culto en la Calzá como en el pasado lo recibió en Triana.
Para este culto la corporación del Martes Santo sorprendió vistiendo a su Virgen con el manto procesional de la Virgen de la Victoria, de la Hermandad de las Cigarreras, ofreciendo así una imagen inédita y muy curiosa. Además del manto, la Encarnación llevaba la saya blanca de tisú bordada en 1959 por Leopoldo Padilla. Igualmente, tenía un fajín rojo con borlones dorados.
La Virgen de la Encarnación, elevada sobre una peana de plata en el presbiterio alto de la parroquia, tenía su corona procesional, de Fernando Marmolejo (1971). En el pecherín contaba con un broche con su advocación entre dos pendientes y una cruz pectoral. A la altura del vientre llevaba la Medalla de la Ciudad y en el fajín se podía ver una flor de orfebrería y una medalla regalada por la Hermandad de la Macarena en 1994. En el cuello portaba un collar de perlas, mientras que en la mano izquierda sujetaba un rosario de cuentas blancas y en la derecha, la que ofrecía a los devotos, sostenía una medalla de la Inmaculada. Y a sus pies, se ubicó una media luna.
Flanqueando a la dolorosa se podían ver unas columnas de cerámica cedidas por la Hermandad de las Mercedes de la Puerta Real con diversas flores de variadas tonalidades, como rosas, orquídeas, nardos, iris, allium, ranúnculos, eryngium y phlox. Esas mismas flores veíamos enmarcando la antigua gloria del paso de palio, que muestra al arcángel Gabriel anunciando a la Virgen la encarnación del Hijo de Dios, entre seis candeleros con cera blanca.
Bajo esta gloria se dispuso un paño de altar de la Hermandad del Buen Fin, todo ello ante un cortinaje de terciopelo rojo que cubría casi en su totalidad el retablo mayor de San Benito. En los laterales se podían ver dos mesas de madera dorada con unos jarrones de cerámica con las mismas flores mencionadas y unas sacras.
El guión de la Coronación Canónica en el lado izquierdo, el estandarte corporativo en el derecho y cuatro lámparas de cristal de araña colgando ante el cortinaje completaban el montaje de este altar para el besamanos de la Encarnación de la Calzá.























































