miércoles, 19 de febrero de 2020

LA EVOLUCIÓN DEL PASO DEL CRISTO DE LA BUENA MUERTE DE LOS ESTUDIANTES


El Ayuntamiento de Sevilla acoge hasta el próximo sábado la exposición "La evolución del paso del Cristo de la Buena Muerte", de la Hermandad de los Estudiantes, que realiza un repaso a las andas en las que el crucificado de Juan de Mesa ha procesionado desde la fundación de la corporación y sirve para presentar los primeros elementos del que será en un futuro indeterminado el nuevo paso del Cristo: el faldón delantero y los hachones.
Accediendo por la Plaza de San Francisco, la exposición comienza en el Salón del Apeadero, donde se puede ver cómo ha evolucionado el paso del Cristo de la Buena Muerte desde su primera estación de penitencia hasta la actualidad a través de fotografías y con la presencia de dos antiguos enseres.
Un panel da la bienvenida al visitante y mediante un texto explica el contenido y la motivación de esta muestra que se enmarca en la conmemoración del cuarto centenario de la imagen del crucificado:

"En 1926, una nueva cofradía, la de la Buena Muerte, realizó por primera vez estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral, estrenándose para ello el paso del Santísimo Cristo, que fue costeado por suscripción entre todos los hermanos y realizado en madera con tallas de Francisco Olivera Fernández y carpintería de Vicente Serradilla.
Se desechaba de esta manera el primitivo proyecto de un paso dorado ante las dificultades económicas por las que atravesaba la hermandad, dando carácter de provisionalidad a un paso en madera que, sin embargo, ha llegado hasta nuestros días.
Al tomar posesión la actual Junta de Gobierno de la hermandad, y ante la precariedad y carencias del antiguo y transitorio paso del Santísimo Cristo, se decidió iniciar y avanzar en el proyecto de sustitución de éste por uno completamente nuevo".

De aquella primera estación de penitencia de 1926 podemos ver una foto del paso, que estaba iluminado por cuatro faroles prestados y cuatro grandes copas de plata con flores en las esquinas donde actualmente van los Evangelistas. En cuanto a los faldones, eran de damasco.


La siguiente foto es de 1935, cuando ya sí que aparecen en las esquinas los cuatro Evangelistas, obra de Antonio Bidón, así como cuatro faroles distintos a los prestados el primer año.


Precisamente, uno de estos faroles se expone a continuación. Estos elementos durarían poco en el paso, dado que en 1937 se optó por sustituirlos por otros nuevos. Sin embargo, dos bocetos (uno de la Escuela de Industriales y otro del orfebre Eduardo Seco) fueron desechados por el alto coste que implicaban para la humilde corporación.


Así pues, desechada la idea de hacer nuevos faroles, en 1938 el paso estrena los hachones que llevó hasta el año pasado, realizados en madera de caoba. Vemos una foto (aunque bastante borrosa) del Martes Santo de 1938, que fue 12 de abril, día del estreno de estos hachones.


A su lado vemos otra foto, ésta de 1966, año de la última salida de la hermandad desde su sede fundacional, la Iglesia de la Anunciación. A finales de dicho año se trasladaría a la capilla de la antigua Fábrica de Tabacos, donde permanece en la actualidad.


Siguiendo el recorrido marcado en el Salón del Apeadero, y antes de pasar al lado contrario, volvemos de nuevo a 1926 con una foto de gran tamaño del paso ante el altar mayor de la Iglesia de la Anunciación.


Damos un salto en el tiempo hasta 1952 para ver la siguiente fotografía, en la que el paso del Cristo de la Buena Muerte aparece en la Plaza de la Virgen de los Reyes, vuelto hacia la fachada del Palacio Arzobispal, en cuyo balcón principal está el Cardenal José María Bueno Monreal.


Y la última fotografía es en realidad una captura de un vídeo de la salida del paso del Cristo de la Buena Muerte de hace unos veinte años que sirve para explicar las diferencias que ha habido a lo largo del tiempo en su exorno floral, que en sus primeros años constaba de lirios morados recogidos por los propios hermanos; posteriormente se caracterizó durante mucho tiempo por llevar un monte de claveles rojos con friso de lirios, como en la imagen, y de unos años a esta parte ha vuelto a estar exornado exclusivamente, y salvo contadas ocasiones, por lirios morados.


A continuación, vemos uno de los hachones de madera de caoba estrenados en 1938 y que por última vez iluminaron en la calle al Cristo de la Buena Muerte el pasado Martes Santo de 2019.


Finaliza lo expuesto en el Salón del Apeadero con dos proyectos de paso para el Cristo de la Buena Muerte nunca ejecutados. El primero es del 21 de junio de 1924 y es el presupuesto presentado por Francisco Ruiz y Rodríguez para la realización de un paso que estaría realizado en madera de pino de Flandes, tallado y dorado con oro fino y con dieciséis ángeles pequeños y cuatro más en las esquinas. El precio se fijó en 40.000 pesetas, o bien en 31.000 si se optaba por sustituir los ángeles por otros adornos más sencillos.


Y otro proyecto nunca ejecutado del que vemos el boceto es el de Joaquín Castilla, artífice del diseño del paso de palio de María Santísima de la Angustia. También ideó un paso para el Cristo de la Buena Muerte, que combinaba la plata, el dorado y el bordado, aunque la hermandad nunca se planteó su realización.


En la zona entre el Salón del Apeadero y la Sala Capitular Baja se han colocado los cuatro Evangelistas de las esquinas, que como queda dicho fueron tallados por Antonio Bidón y estrenados el Martes Santo de 1935, después de que la hermandad no saliera a la calle entre los años 1932 y 1934 por estar la Iglesia de la Anunciación, propiedad del Estado, clausurada. Los Evangelistas son de madera de caoba y cada uno costó 350 pesetas.






Pasamos a la Sala Capitular Baja, donde se expone el cartel del cuarto centenario del Cristo de la Buena Muerte, obra de Daniel Bilbao.


Junto al cartel están los bocetos tanto de los nuevos respiraderos, confeccionados por el Taller de Santa Bárbara, como de los hachones, de Orfebrería Ramos, según la idea de Antonio Gutiérrez de la Peña.



Y enfrente están el faldón delantero, que es el que se estrenará este año, y los cuatro nuevos hachones. En el caso del faldón, se muestra bajo el respiradero frontal del paso y junto a un cartel donde se explica todo lo relativo a su ejecución y diseño:

"La sustitución de los faldones del nuevo paso del Santísimo Cristo de la Buena Muerte comienza por el frontal, realizado en tejido de terciopelo en color morado por el taller de bordados Santa Bárbara, obra ejecutada y bordada a mano con hilos de oro fino.
El dibujo original del faldón sigue los cánones y similitudes con un paño frontal de altar del Monasterio de Guadalupe, que el príncipe heredero Felipe, hijo de Carlos V e Isabel de Portugal, regalara al Monasterio en su visita de 1547, cuando tenía veinte años. Adopta las características del estilo renacentista plateresco a semejanza de la obra en la que se basa la pieza.
El faldón consta de una cenefa horizontal y dos verticales flanqueadas por dos broches de faldón a cada lado. Cada una de dichas cenefas están contorneadas de un galón bordado en técnica y hojuela, muestra armada y bordados de flores conformadas por escamados de lentejuelas.
En las dos cenefas verticales destacan sendas cartelas rematadas con coronas, en las que se muestran simbologías pasionistas (cruz, flagelo y escalera, y lanza y esponja, respectivamente). También aparecen figuras mitológicas de grifos, con cabeza y alas de un águila y cuerpo de león.
Está realizado con material de hilo de oro fino de primera calidad. Todo forma un conjunto en perfecta armonización entre hilos y brillantes, así como matizados en seda que aportan realce y sombra a los bordados".












En cuanto a los hachones, están realizados en bronce (para ello se han utilizado cuatrocientos kilos de este metal) en los talleres de los hermanos Pedro y José Manuel Ramos. Su texto explicativo dice lo siguiente:

"El dibujo original de los hachones sigue las características de una columna expuesta en el Victoria & Albert Museum de Londres que, con una gran pieza central en forma de copa sostenida por cuatro leones sedentes, sostienen un amplio pebetero donde se aloja el codal de cera.
La elaboración de la obra ha seguido el proceso de fundición a la cera perdida, con una serie de fases de amplia complejidad y minuciosidad, que van desde el desarrollo del dibujo original, la elaboración de los modelos -unos repujados en chapa y otros (las figuras de los leones) modelados en barro-, la obtención, una vez terminados aquéllos, de moldes de silicona que servirán para el inyectado de la cera, y la creación de los modelos en cera que, una vez repasados convenientemente para evitar rebordes, servirán para la fase de fundición propiamente dicha.
Ésta ha seguido los procesos típicos de la fundición a la cera perdida: la introducción de la cera en cilindros, el relleno de escayola refractaria y la fundición y vertido del bronce líquido, consiguiéndose, una vez enfriado el bronce, la figura que será objeto de cincelado, torno para el encaje de las piezas, lampistería, soldadura de los distintos elementos y abrillantado".







La Hermandad de los Estudiantes inicia este año, el del cuarto centenario del Cristo de la Buena Muerte, una nueva etapa estética, anhelada por muchos, para su paso. El faldón delantero y los hachones son sólo la primera fase de la próxima evolución de un paso que apenas ha variado desde la fundación de la cofradía hace ya cerca de un siglo.

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