lunes, 12 de agosto de 2024

EL MODELO DE LA SALUD DE SAN RAFAEL


En las últimas semanas prácticamente han coincidido en el tiempo noticias relacionadas con dos de las hermandades más recientes de la Semana Santa de Jerez; casualmente ambas del Martes Santo. Por un lado, la Hermandad de Bondad y Misericordia aprobaba la sustitución de su dolorosa y de las tallas secundarias de su paso de misterio, labor que realizará José Antonio Navarro Arteaga (ver). Y por otro, se ha dado a conocer, aunque aún no se ha expuesto al culto, la nueva imagen de la Virgen de las Aguas, obra de Fernando Aguado para la Hermandad de la Salud de San Rafael.
Lo de Bondad y Misericordia ha dado como resultado una pataleta (entendible desde el punto de vista humano, aunque las formas fallen) de Ana Rey, imaginera responsable de la dolorosa y los apóstoles que serán sustituidos, y también (a cuatro manos con Ángel Pantoja) del Señor de Bondad y Misericordia, que se mantendrá como titular, en principio...
Por poner en contexto todo este asunto, hay que comenzar diciendo que, durante prácticamente treinta años, Jerez estuvo paralizada en lo que respecta a la fundación de nuevas hermandades. El primer obispo de Asidonia-Jerez, Rafael Bellido Caro, no era nada proclive a su fundación y mantuvo congelado el indudable interés por lo cofradiero que existía en numerosos barrios alejados del centro (o en el mismísimo centro histórico; ahí está Humildad y Paciencia).
Cuando Jerez tenía sólo treinta hermandades de penitencia, Bellido llegó a argumentar que ése era el número perfecto, dado que Jesús comenzó su vida pública precisamente a esa edad, a los treinta años. Hubiera sido muy fácil decirle: "Bueno, señor obispo, pues apruebe al menos tres más, y llegamos a la edad de la Pasión y Muerte de Jesucristo, que es lo que estamos conmemorando"...
Sólo en el tramo final de su vida abrió la mano y favoreció la fundación de la Hermandad de la Clemencia, que hoy podemos considerar la primitiva entre la hornada, muy numerosa, de nuevas corporaciones. Para la historia quedó su llamada al paso del Señor de la Clemencia en la Rotonda de los Casinos durante la Procesión Magna del año 2000. Todo un símbolo, un aldabonazo de los nuevos tiempos que estaban por llegar... aunque ya sin él.
Y es que fue con Juan del Río y con José Mazuelos al frente de la diócesis cuando hubo una auténtica eclosión cofradiera. Baste decir que de aquellas treinta hermandades de penitencia mencionadas, Jerez cuenta ahora con cuarenta y seis. Estamos hablando, por tanto, de un crecimiento en menos de veinte años de más del cincuenta por ciento. A muchos les parece demasiado, pero debemos insistir en que esto se debe a esa parálisis de creación de nuevas hermandades a la que Bellido Caro había sometido a la ciudad. Sin esa parálisis obligada, que ha llevado la Semana Santa a barrios cuyas calles no sabían lo que era hasta hace nada, el crecimiento habría sido más sostenido en el tiempo, más fluido.
El caso es que se puede afirmar que aproximadamente un tercio de las hermandades penitenciales de Jerez son bastante recientes y, dado que hablamos en muchas ocasiones de corporaciones pequeñas en número de hermanos y en capacidad económica, la evolución patrimonial, la adquisición y creación de pasos y enseres de calidad es algo que lleva mucho tiempo y mucho esfuerzo.
Y llegados a este punto, encontramos dos formas de crecer que resultan contrapuestas. Hay hermandades que tienen prisa, quieren correr para tener lo antes posible un Cristo, una Virgen, un paso de misterio con muchas figuras secundarias... y otras que van mucho más despacio, pero caminando siempre sobre seguro.
Así, la Semana Santa de Jerez tiene hermandades muy recientes que ya han recurrido a pedirle al imaginero que retoque sus imágenes titulares porque, no nos engañemos, no gustaron nunca. ¿Y ahora sí? Otras le han dado ya varias vueltas a la escena que quieren representar en sus misterios, si es que por fin lo tienen claro: ahora pongo a éste aquí, ahora lo pongo allí, ahora quito a éste y encargo uno nuevo... Y luego están las que, por no recurrir a una opción de calidad desde el principio, acaban, para entendernos, tirando el dinero porque en pocos años se dan cuenta de que han corrido demasiado, que lo que tienen lo hicieron deprisa sólo para tener algo con lo que salir ya y que tienen que buscar a otro que haga un trabajo mejor, con garantía de calidad. Pero a esto, además de la dificultad económica teniendo que volver a invertir (ahora bien) en lo mismo que ya se invirtió (no tan bien), hay que sumar el conflicto de darle el cambiazo a imágenes que, aunque demasiado discretas, ya tienen sus devotos y no van a aceptar fácilmente su sustitución.
No voy a poner ejemplos concretos de esta primera forma de crecer porque cualquiera que conozca un poco la Semana Santa de Jerez ya tiene esos ejemplos en la cabeza. Así que vayamos con la otra forma de crecer, la que está demostrado que a la larga es la correcta. Y aquí sí voy a poner un ejemplo, el que indica el titular y la foto que ilustra este artículo: la Salud de San Rafael, que es, o debería ser, un modelo a seguir.
La hoy Hermandad de la Salud de San Rafael tiene su sede en la humilde barriada de El Chicle, curiosamente la zona de Jerez para la que Castillo Lastrucci hizo el Señor de la Salud y Remedios de Bellavista, que estaba destinado a ser el titular de un proyecto de hermandad a imagen y semejanza de San Gonzalo. Sin embargo, con el proyecto muy avanzado, el entonces obispo auxiliar de la Archidiócesis de Sevilla en Jerez, José María Cirarda Lachiondo, frustró estos planes, El Chicle se quedó sin hermandad y el Señor acabó en Bellavista, donde procesiona cada Viernes de Dolores.
Volviendo a la Hermandad de la Salud, no lo tuvo fácil en sus inicios, dado que dio varios tumbos hasta que recaló en la Parroquia de San Rafael y San Gabriel, convirtiéndose así en la Salud de San Rafael. En 2005 se bendice la que fue su primera imagen titular, el Señor de la Salud, de Miguel Ángel Segura. Una rápida búsqueda en internet permitirá conocer esta talla a quien no la haya visto nunca. La comparación con el actual, de Fernando Aguado (2012), no deja lugar a dudas de lo acertado que fue el paso adelante que, cuando había que darlo, decidió afrontar esta corporación.
Y es que el cambio de imagen llegó un año antes de la conversión de la agrupación parroquial en hermandad de penitencia y siete años antes de su incorporación a la Semana Santa y a la nómina de cofradías que hacen estación en la Catedral.
Dentro de las posibilidades de una hermandad pequeña enclavada en una zona humilde, la Hermandad de la Salud de San Rafael tuvo claro que tenía que apostar sobre seguro; en este caso por Fernando Aguado, un imaginero plenamente solvente que, además, recibió el encargo de realizar el misterio al completo y la dolorosa que hemos conocido recientemente.
Pero, ¿a qué precio apostó la Salud de San Rafael por la calidad? Pues al precio de estar durante varios años saliendo a las calles, tanto el Sábado de Pasión como el Martes Santo, con el Cristo solo en la inmensidad de su paso. En 2023 se unió un soldado romano y en este año se ha incorporado San Dimas. Y así, sin correr, poco a poco, ese paso se va llenando y seguirá llenándose en los próximos años. Pasito a pasito, pero con firmeza y teniendo claro el objetivo final, lleve el tiempo que lleve. ¿Tendrá la Salud que hacer como otras hermandades y retocar el Cristo dentro de unos años porque no termina de convencer? Pues no parece. Al contrario, convence absolutamente. ¿Habrá que darle vueltas y revueltas al conjunto escultórico del misterio, quitando, poniendo y retocando figuras? Tampoco.
¿No es acaso mejor esta opción que correr por correr dando palos de ciego? ¿No es mejor apostar por la calidad? ¿Y no es la opción más adecuada para evitar polémicas como la que el mes pasado inició una imaginera incapaz de asumir las evidencias? ¿No es más inteligente hacer las cosas extraordinariamente bien desde el principio para no tener luego que dar tumbos y rectificar en exceso?

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