Distribuido en tres plantas, el nuevo museo comienza por contarle al visitante, a través de diversos paneles, algunos de los hitos más destacados de la hermandad, como su fundación en San Basilio en 1595, su traslado a San Gil a mediados del XVII, la creación de la Centuria Macarena o la construcción de la actual Basílica Menor. También puede verse todo el conjunto de insignias que durante la Madrugá pasan prácticamente desapercibidas entre tanto nazareno. Una de las túnicas del Señor de la Sentencia, la conocida como de los "ochos", y un traje de "armao" anteceden al espacio que el museo dedica a la Virgen del Rosario, titular letífica de la antigua Hermandad del Rosario de San Gil, fusionada con la de la Esperanza cuando ambas coincidieron en dicho templo. Así, se puede ver completamente montado el paso que sale a las calles cada mes de octubre, el manto de salida, la ráfaga, la corona, la saya y la vestimenta del Niño Jesús.
Posteriormente, en la Sala II aparecen distintos elementos, como las antiguas bambalinas del paso de palio de la Macarena, uno de los mantos de camarín, el estandarte de la hermandad, una relación de hermanos mayores y otra de los miembros de la Casa Real que han formado parte de la cofradía. También se puede ver el famoso cuadro de José García Ramos titulado "Nazareno, dame un caramelo", una muestra del costumbrismo como motivo artístico.
El recorrido diseñado por los responsables del museo nos traslada ahora hasta la segunda planta. Nada más salir del ascensor nos topamos con un enorme plano de la ciudad de Sevilla donde está marcado el itinerario que recorre cada año la cofradía. En él se integran varios monitores donde se proyectan imágenes de los dos pasos por algunos de esos lugares que el visitante puede buscar en el plano, junto al que se ha situado la cruz de guía de plata inmediatamente delante de una antigua fotografía en la que un grupo de macarenos sonríen a la cámara portando esa misma insignia en una mañana de Viernes Santo.
Otros monitores en esta sala dan a conocer los aspectos de la Hermandad de la Macarena más desconocidos para los neófitos, como su larga lista de cultos internos que celebra durante el año o su labor asistencial y social. Además, con el título de "Macarena en el mundo", se puede ver cómo no se exagera un ápice cuando se habla de la devoción universal a la Virgen de la Esperanza. Y es que una pantalla va continuamente mostrando cómo la Macarena está presente en prácticamente todo el mundo a través de retablos callejeros en ciudades como Roma o Viena, pero sobre todo con imágenes de la Virgen que han tomado también como advocación la del popular barrio sevillano de las antiguas huertas a extramuros. Así, es curioso observar la presencia de la Macarena en Pennsylvania, Miami, Paraguay o Filipinas, sin olvidar ciudades españolas como Madrid, Barcelona o Villarrobledo.
En esta sala hay también diferentes cuadros de los carteles pictóricos que la hermandad edita cada año con motivo de la Semana Santa, junto al cartel de la Coronación Canónica que tuvo lugar en 1964. Frente a éste se exponen el manto celeste y la diadema utilizados en los cultos que tuvieron lugar en la Catedral y diversos regalos que, con este motivo, hicieron otras cofradías sevillanas.
Una de las piezas más llamativas expuestas es el cajón de madera en el que se ocultó a la Macarena en 1936 para sacarla de San Gil y ocultarla en el domicilio particular de un miembro de la hermandad en la calle Orfila, ante el temor de que el templo pudiera ser víctima de uno de los diversos incendios con que los republicanos defendían "la paz, la democracia y la libertad". No se equivocaron los hermanos. El 18 de julio San Gil era pasto de las llamas sin que la Virgen de la Esperanza, el Señor de la Sentencia y la Virgen del Rosario sufrieran daño alguno. Adosada a la urna de metacrilato que alberga el cajón y una reproducción del coche en el que se trasladó a la dolorosa se ha colocado una fotografía de la misma en el interior de su humilde altar provisional.
Por último, esta sala del museo muestra a los visitantes las túnicas de los nazarenos de ambos pasos, diversos carteles de cultos, el boceto de la escultura de Pilatos que figura en el paso de misterio y otra de las túnicas de salida de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia.
El recorrido finaliza en la planta primera, donde lo más destacado es la presencia de los dos pasos completamente montados (a excepción de las imágenes titulares que, obviamente, se encuentran en la Basílica), lo que permite detenerse en la contemplación de los infinitos detalles de talla, orfebrería y bordado en los que casi no da tiempo a reparar en las típicas bullas de la Madrugá.
Rodean a los pasos todos los elementos que les acompañan en la calle, como las bocinas, los ciriales, las navetas y los incensarios. Además, es posible observar con detalle los tres mantos de salida de la Macarena, varias sayas, el simpecado, los mantos de camarín y la corona, que se expone de forma que pueda ser vista desde todos los ángulos posibles.
La guasa sevillana ya ha bautizado al nuevo Museo de la Macarena como MOMA (Museum of Macarena Art). Así pues, lo único que me queda es recomendar a todo aquél que sepa apreciar el arte multidisciplinar que no deje de visitar en cuanto tenga ocasión el MOMA sevillano. Merece la pena.
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