Sevilla se resume en esta foto, tomada el día en que ocho mil músicos de un centenar de bandas procedentes de toda España desfilaban junto a la Catedral, mientras por las recónditas calles del barrio de San Román rodaba Tom Cruise su última película. Y la Inmaculada, que sabe más de milagro sin ciencia que de cienciología, interrumpía el rodaje de la producción hollywoodiense en su camino hacia la Basílica de María Auxiliadora, dejando tras de sí las caras admiradas de unos 'guiris' que se encontraron con la madre de Dios en pleno decorado urbano. "Reina de Triana" o "Encarnación Coronada" fueron durante un instante una inmejorable banda sonora para persecuciones en moto por callejuelas.
Sevilla es un móvil orientado a un paso de Virgen. Y unas zapatillas que, cansadas de caminar, se alzan hasta lo más alto para verla pasar. La vista aérea de Sevilla bien vale subir "a los cables", como decían los costaleros antiguos.
Sevilla es cine y devoción, fidelidad a su imagen y a sus tradiciones. Es el racheo de un paso y el motor de las cámaras... y acción. Es un clavel blanco en una esquina de un paso, y una esquina cortada al girar una calle porque el niño de "Top gun" se ha venido a la Bética a salvar el mundo. Sevilla es un río de agua y otro de jartibles capillitas alrededor de un altar que se desplaza. Sevilla es una ciudad en besamanos. Y es una algarabía a la caza de un autógrafo. Es una estrella de cine y una Estrella que falta por San Jacinto. Es una ciudad rendida a la gran pantalla y un pueblo que se rinde ante la Caridad baratillera en forma de medalla prendida del pecho. Y todo en un día.
"¿Pa`qué más arte?", decía Garduño. Si más arte no cabe...
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