María Santísima de los Dolores, de la Hermandad de Torreblanca, permaneció ayer, sábado, expuesta a la veneración en el presbiterio de la Parroquia de San Antonio de Padua, coincidiendo con el último día del triduo en su honor con motivo de la cercanía de su festividad.
La Virgen estaba sobre una fina peana plateada y vestida con un manto morado de brocado, además de la saya blanca de tisú y la toca de sobremanto de malla bordada en oro que viste en sus salidas procesionales del Sábado de Pasión. También tenía un fajín rojo con borlones del mismo color y un entorchado.
Sobre la cabeza estaba su corona de salida, mientras que en el pecherín contaba con un puñal de oro, el broche de gran tamaño con un corazón atravesado por siete puñales y sobre éste un alfiler con su advocación. En la cintura llevaba la Medalla de la Ciudad de Sevilla, concedida por el Ayuntamiento en 2016, una cruz y varias medallas, como la de la Asociación de Fieles de la Virgen de los Reyes, así como el escudo de armas del Cardenal Carlos Amigo Vallejo, quien como arzobispo aprobó la fundación de la hermandad en 1994 y que recibió de ésta la medalla de oro en 2008.
Junto a la Virgen de los Dolores veíamos dos pies de base cuadrada forrados en damasco y terciopelo rojo. Sobre ellos, dos jarras del paso de palio con diversas especies florales blancas. También había seis candeleros con cera del mismo color, tres a cada lado. Y a los pies de la dolorosa, un gran centro con claveles, paniculata y grandes varas de nardos.
Detrás, se encontraba el altar del triduo y de la función principal que se celebra este domingo, compuesto por la peana procesional, un buen número de candeleros, varias jarras y jarritas, y un ostensorio en un manifestador en el centro. Además, en los laterales se dispusieron dos altas columnas de flores y al fondo un cortinaje de damasco rojo.
Durante estos cultos, el estandarte corporativo se encuentra en el lado izquierdo del presbiterio, mientras que la imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo se sitúa en el derecho, junto a San Antonio de Padua y la cruz parroquial.
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