Como si de un viaje en el tiempo se tratara, la Hermandad de las Siete Palabras ha vuelto este domingo a noviembre de 2002 para preguntar de nuevo a los hermanos por la posible sustitución de la actual imagen de Nuestra Señora de la Cabeza por una dolorosa de Juan Manuel Miñarro, advocada como Virgen del Amor, que se encuentra en el taller del escultor después de estar durante varios años en la Parroquia de San Isidoro.
Y como en noviembre de 2002, los hermanos han rechazado el cambio, aunque por un margen mucho más estrecho que el que se dio entonces. Si hace 19 años ganó el NO por 141 a 95, en este caso, según los datos oficiales de la hermandad, el NO ha recibido 158 votos frente a los 136 del sí y seis votos en blanco. Apenas 22 votos de diferencia entre los que han rechazado el cambio y los que lo apoyaban. Ha subido, por tanto, la opinión favorable al cambio, aunque también lo ha hecho, en menor medida, la defensa de la dolorosa actual.
Con este segundo rechazo a la Virgen de Miñarro, las Siete Palabras vuelve a decir que no al que habría sido el tercer cambio de imagen titular en lo que va de siglo XXI, después de la sustitución del anterior Cristo de las Cinco Llagas de la Trinidad por la versión de Álvarez Duarte del de la Buena Muerte de los Estudiantes, y del cambio de la Virgen del Rosario del Polígono de San Pablo por la hermana gemela de la Esperanza de Adeje, curiosamente también de Duarte.
¿Con este resultado se dará por cerrado este tema? Pues no parece. Es más, los partidarios de la dolorosa de Miñarro aprovecharán con toda seguridad el estrecho margen entre el sí y el no para plantear un tercer cabildo idéntico dentro de unos años, aunque para entonces su dolorosa haya sido rechazada no una, sino dos veces. Es fácil pensar, precisamente por ello, que en caso de haberse aprobado el cambio el tema de la dolorosa tampoco se hubiera podido dar por cerrado. Cambiar una dolorosa que a algunos no les gusta por otra que ya ha sido rechazada por los propios hermanos una vez (dos ahora) no parece que sea la mejor forma de zanjar el asunto.
En cualquier caso, ahora lo que hace falta es que la celebración de este segundo cabildo igualito al anterior no produzca la división interna que provocó el primero y que derivó en el nombramiento de una gestora para gobernar la corporación. Sería deseable que unos y otros, los del sí y los del no, aparenten armonía, deportividad, aceptación del resultado y buena convivencia, al menos para que el nuevo arzobispo no se lleve, ya desde el primer día, una mala imagen de la vida interna de nuestras hermandades.
Finalmente, y por ser positivos, diremos que el resultado de este cabildo extraordinario hace que todos ganen. Háganme caso. Ganan los que han rechazado el cambio, que seguirán teniendo como titular a su dolorosa de siempre; pero también ganan los defensores del cambio, ya que la Virgen del Amor de Miñarro se queda libre para que esos 136 hermanos promuevan la fundación de una nueva hermandad con una titular mariana que les guste. Es cuestión de ver el vaso medio lleno.
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