martes, 10 de septiembre de 2019
LA VIRGEN DE GUADALUPE RECORRE EL ARENAL EN EL DÍA DE EXTREMADURA
La Hermandad de Nuestra Señora de Guadalupe, del Convento de San Buenaventura, realizó el pasado domingo, día de la Natividad de la Virgen y fiesta de Extremadura, su salida procesional por las calles del Arenal.
La Virgen de Guadalupe, réplica de la Patrona extremeña, protagonizó una procesión de algo más de dos horas y media en la que visitó, como es tradicional y uno de los momentos más destacados de su salida, la Casa de Extremadura en Sevilla, donde se dieron cita muchos extremeños residentes en la capital hispalense.
A eso de las nueve menos veinte de la noche, tras asegurarse los hermanos de que no iba a llover (uno de ellos incluso se asomó minutos antes para echarle un vistazo al cielo) comenzó a salir a la calle Carlos Cañal el cortejo de esta cofradía letífica, que estaba encabezado por la cruz alzada entre faroles, seguida por la bandera fundacional, el libro de reglas, la representación con estandarte de la Hermandad de la Soledad de San Buenaventura, el propio estandarte de la Hermandad de Guadalupe, la presidencia y el cuerpo de acólitos con cuatro ciriales.
Pronto, desde el presbiterio del templo conventual, alcanzó la puerta el paso procesional, comandado por el capataz José Manuel Rechi García. Con el Himno Nacional recibió la Banda de Música Nuestra Señora del Sol a la Virgen de Guadalupe, que vestía el terno (manto, saya y trajecito del Niño) de brocado de color rojo.
El paso, adornado con nardos, gladiolos, lisiantum y margaritas, giró hacia su izquierda en cuanto salió del convento y comenzó a recorrer Carlos Cañal a los sones de "La Estrella Sublime".
Un coche de la Policía Local iba delante del cortejo y tardó algo en salir a la calle Zaragoza, lo que obligó a los hermanos a comprimirse al máximo. Con el camino libre, la Virgen de Guadalupe alcanzó la esquina de dicha calle con la marcha "Madre Hiniesta".
Posteriormente, el pequeño paso dorado con faldones azules giró a Zaragoza con la marcha "Nuestra Señora de Guadalupe", y más adelante se internaría por Doña Guiomar mientras la Banda del Sol interpretaba "María Santísima del Dulce Nombre".
Muchos de los que acompañaban a la cofradía en su salida procesional se adelantaron hasta la Plaza de Molviedro, donde cada año la Virgen de Guadalupe de detiene ante la Capilla del Mayor Dolor, donde la recibe una representación de la Hermandad de Jesús Despojado.
Sin embargo, a los sones de "Triana de Esperanza", con la que llegó hasta Castelar, la Virgen pasó de largo por la capilla, dado que sus puertas estaban cerradas. Esto se debe a que la cofradía del Domingo de Ramos está culminando la restauración e instalación de su retablo y las imágenes titulares no se encuentran en la propia capilla, sino que en las últimas semanas han estado y siguen estando en las dependencias de la hermandad ubicadas junto al propio templo.
Así las cosas, la Hermandad de Guadalupe siguió su camino por la calle Castelar, donde la Banda del Sol interpretó tras el paso las marchas "Azul y plata" y "Macarena" (Abel Moreno) hasta alcanzar la Puerta del Arenal.
La Virgen de Guadalupe recorrió a continuación la calle García de Vinuesa entre muchos turistas, destacando especialmente una cierta cantidad de ciudadanos orientales, algunos de los cuales estaban asomados a los balcones de los hoteles y apartamentos turísticos que, cada vez más, están despersonalizando por completo el centro histórico de Sevilla.
"Siempre la Esperanza", marcha de Jesús Joaquín Espinosa de los Monteros que de un tiempo a esta parte no falta en los repertorios de cualquier hermandad, fue la escogida para que la Virgen de Guadalupe discurriera por García de Vinuesa antes de girar hacia Fernández y González, donde fue el turno de "Virgen de las Aguas" y "Coronación".
La Casa de Extremadura esperaba a la Virgen de Guadalupe, que llegó hasta ahí a los sones de "Hosanna in excelsis", partitura que alcanzó hasta que el paso se volvió ante la puerta de este local donde los extremeños tienen un apéndice de su tierra.
Los responsables de la Casa entregaron un ramo de flores a la Virgen y el guardián del Convento de San Buenaventura, Fray Alfonso García Araya, tomó la palabra para pedir por todos los extremeños y los sevillanos, además de para iniciar el canto de la Salve a la Virgen de Guadalupe. Acto seguido, de unos altavoces salió el Himno de Extremadura, que fue cantado por algunos de los presentes.
Finalizada la visita anual a la Casa de Extremadura en Sevilla, el capataz tocó el llamador y el paso se dispuso a seguir su camino, ahora a los sones de "Encarnación Coronada". Así, llegó casi hasta la confluencia de Fernández y González con la Avenida de la Constitución, donde el paso se paró y se produjo un relevo de costaleros.
Realizado el relevo, la Virgen de Guadalupe se encaminó a tambor hacia la Plaza Nueva y pasó por delante de la Capilla de San Onofre hasta que, pasada la confluencia con la calle Barcelona y mientras sonaba la marcha "Jerusalén", se separó de los edificios para rodear la plaza discurriendo por el lado del Hotel Inglaterra, ante el que la Banda del Sol tocó "Aniversario Macareno". Después, el paso tomó la calle Bilbao con "Triana, tu Esperanza".
En el tramo final de la salida procesional de la Hermandad de Guadalupe, el paso culminó su discurrir por la calle Bilbao mientras sonaba "Coronación de la Macarena", marcha con la que giró a Carlos Cañal y avanzó hasta parar delante de la propia puerta del templo.
Seguidamente, la Banda del Sol interpretó "Reina de San Román", con la que los costaleros hicieron girar el paso y lo cuadraron ante la puerta. Poco después, con la cuadrilla ya dada la vuelta bajo las trabajaderas, el capataz hizo sonar el llamador y la Virgen de Guadalupe entró de nuevo en San Buenaventura con el Himno de España cuando eran en torno a las once y diez de la noche.
Antes de ser colocado bajo uno de los arcos de la nave de la Epístola, junto al Cristo de la Salvación, el paso se detuvo en la nave central y el hermano mayor, Juan García Martínez, quiso destacar que todo había salido perfectamente, sin que apareciera la lluvia, y agradeció el trabajo de los hermanos, capataces y costaleros, así como la compañía de la Hermandad de la Soledad, con la que comparten sede. Por su parte, el guardián del convento dio la bendición final y la devoción extremeña en Sevilla concluyó así su nuevo encuentro con las calles de su feligresía.
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