jueves, 5 de septiembre de 2019
LAS COFRADÍAS DEL MIÉRCOLES SANTO ACUERDAN NO ACORDAR NADA
Es el día de la marmota. Una y otra vez. La historia es la de siempre: acaba una Semana Santa, se anuncia que se estudiarán las circunstancias de cada jornada para introducir las modificaciones necesarias y, al final, todo sigue igual. Con el Miércoles Santo acaba de ocurrir lo mismo, aunque con una significativa diferencia: siempre se alega para no cambiar nada que queda poco tiempo para la siguiente Semana Santa. Ahora sin embargo sabemos ya, cuando quedan exactamente siete meses para la próxima, la de 2020, que el orden de las nueve hermandades del día será el mismo que el de 2019.
Anoche, la cuenta oficial del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla lanzaba en Twitter el siguiente comunicado, aunque no lo reproducimos todo en mayúsculas, tal cual estaba escrito, porque en este blog no nos gusta gritar. Decía así: "Las hermandades del Miércoles Santo, tras la reunión mantenida en el día de ayer en la sede del Consejo de Hermandades, han tomado la decisión de que, para la próxima Semana Santa de 2020, se mantenga el mismo orden de paso por carrera oficial aprobado para la Semana Santa de 2019".
Si hay una jornada que desde hace años necesita una reestructuración en profundidad es el Miércoles Santo, formado por nueve hermandades, seis de las cuales pasan por la calle Orfila, de las que una de ellas, la de los Panaderos, tiene precisamente en ella su sede. ¿Es obligatorio que esas seis cofradías pasen por Orfila? Pues no, dado que el centro histórico de Sevilla es uno de los más amplios de Europa. Pero, como diría mi padre, por narices tienen que pasar por ahí las seis "como cagajones". No hay más calles.
Además, tenemos la circunstancia especial de los Panaderos, que de forma "provisional" fue colocada en el último puesto del día... hace ya treinta años. ¿Se acuerdan del rótulo aquel de "Mercado de la Encarnación. Instalación provisional. 1973"? Pues eso. Un puesto, el último, que nadie quiere (recordemos la acción protesta de las Siete Palabras el único año que fue ésta la última, como si su puesto actual de penúltima fuera muy diferente), y que perjudica especialmente a la cofradía de los Panaderos en caso de retrasos o incluso de lluvia, como este mismo año, cuando no tuvo margen de maniobra, o como en 2013, cuando se lió parda al decidir volverse a su capilla taponando en Cuna a la Lanzada (menos mal que el Buen Fin ni siquiera había salido).
Pero, oye, nada de esto importa. Según el mensaje del Consejo, reproducido se diría que con alborozo por casi todas las cofradías del día (curiosamente, en la cuenta de Twitter de los Panaderos no aparece), las hermandades han acordado, con cariñosa fraternidad habría que añadir, no acordar nada. Vamos, dejar las cosas como están, que es justo lo que no quieren en los Panaderos. Pero las otras ocho, quizá temiendo posibles imposiciones (poner el Baratillo la última, mandar al Buen Fin y a las Siete Palabras por el Arenal o retrasar al Cristo de Burgos), han preferido aquello de "Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy". Y que los Panaderos siga treinta años más como está. Es su problema.
Y todo esto a siete meses, insisto, de la próxima Semana Santa. Es decir, que recién acabadas las vacaciones, una reunión basta y sobra para saber que, se reúnan las veces que se reúnan, las hermandades van a ser incapaces de encontrar un plan alternativo al nefasto plan actual. Que aunque queden siete meses, no uno ni dos ni tres ni cuatro ni cinco ni seis... ¡siete!, para Semana Santa, no tienen muchas ganas de trabajar por el bien común. Quita, quita... ¡qué pereza!
Y en cuanto al Consejo... ¿qué? ¿Hay alguien ahí? Este Consejo, que vio prioritario actuar especialmente sobre tres jornadas (Domingo de Ramos, Miércoles Santo y Madrugá), ¿no tiene nada que decir o que hacer acerca del no acuerdo del Miércoles? A ver si lo entiendo: a las hermandades del Martes Santo se les puede imponer un orden y unos horarios, pese a que las ocho consiguieron un acuerdo satisfactorio para todas (surrealista, sí, pero satisfactorio), ¿y a las hermandades del Miércoles Santo no se le puede imponer nada porque no se ponen de acuerdo sobre cómo replantear el día? Precisamente para eso debería estar el Consejo, ¿no? Para actuar cuando las hermandades sean incapaces, buscando siempre el bien común, la seguridad, la comodidad...
¿Alguien espera que las ocho hermandades del Domingo de Ramos y las seis de la Madrugá sí que vayan a ser capaces de llegar a acuerdos? Evidentemente no. Por lo que, viendo lo que ha pasado con el Miércoles Santo, con toda probabilidad esas otras dos jornadas volverán, por enésimo año, a posponer sine die sus necesarias reestructuraciones.
Conclusión: las hermandades del Miércoles Santo no tienen el cuerpo para reuniones de horarios e itinerarios, que son muy farragosas y no apetecen, y el Consejo prefiere centrarse en sus actividades naturales, mucho más edificantes, tales como repartir los dineros, elegir cartelistas y pregoneros, y designar imágenes para vía crucis y pregones. ¿Algo más? Pues mira, ahora mismo no se me ocurre...
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Luego nos quejamos que en el Congreso los partidos políticos no se ponen de acuerdo en nada. Pero ya vemos que esto es un mal endémico, que pasa incluso entre hermandades de penitencia, en la que supuestamente todas son católicas y luchan por que exista el bien común. Vergüenza de Consejo, de Hermandades, de Hermanos Mayores y de todo. Y luego hay quien piensa que el mal del país son sus políticos... Y no, el mal del país es la sociedad en sí. Todos actúan de igual forma.
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