Es el caso de la Pura y Limpia del Postigo, que cerraba así la agenda de cultos que comenzaba con su traslado al Monasterio de la Encarnación. Lucía la réplica de la medalla de la ciudad, concedida por el Ayuntamiento con posterioridad a su Coronación Canónica del año 2000, además de la corona y la ráfaga plateadas.
Sobre esta última hay que destacar que la cercanía de la imagen permitió observar con detenimiento la reparación a la que ha sido sometida la pieza tras los leves daños sufridos durante el discurrir del cortejo por el pasaje que une la Avenida de la Constitución a la calle Miguel de Mañara en su traslado del pasado 27 de noviembre.
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