jueves, 19 de abril de 2012

VIERNES SANTO 2012: ARCO IRIS DE ORILLA A ORILLA

El Viernes Santo es la antítesis del Miércoles. Si raro es el Miércoles Santo con lluvia y estaciones de penitencia suspendidas, raro es el Viernes Santo presidido por la normalidad, la tranquilidad meteorológica y con sus siete cofradías en las calles.
Tras una mañana con las tres hermandades de capa corriendo bajo el sol para escapar del agua, se avecinaba una tarde de incertidumbre porque se anunciaba más lluvia para las horas siguientes.
No parecía tan claro, sin embargo, cuando la Hermandad del Cachorro anunció que no salía, sorprendiendo a todo el mundo. El hermano mayor, José María Ruiz Romero, se despedía del cargo este año temeroso de revivir escenas ya conocidas como la manta de agua que soportó su cofradía en 2004 y 2007, y prefirió repetir la dura experiencia de quedarse en casa, como ya ocurrió en 2005, 2006 y 2011. El balance no puede ser más descorazonador.
Cuando la Carretería tenía que ponerse en la calle aún no había caído ni una sola gota. Había nubes, sí, pero también un sol espléndido que desde la amplitud de Adriano se colaba por la calle Toneleros. Cuántas veces hemos comentado la cantidad de Semana Santa que nos está robando la alta tecnología aplicada a la meteorología. Somos tan listos al saber lo que va a pasar, o lo que puede pasar, que con más sol que nubes la Carretería también decidió suspender la estación de penitencia.
Iba a llover, sí, pero ¿cuándo? Como en un Viernes Santo más, de ésos en los que vamos tachando cofradías del programa no por haberlas visto ya, sino por todo lo contrario, las dos siguientes citas estaban en la O y en la Soledad de San Buenaventura. Y entonces, esperando la decisión de ambas cofradías, empezó a llover. Tampoco mucho, más bien poco. Pero suficiente para haber puesto muy nerviosos a los responsables del Cachorro y la Carretería si hubieran estado en la calle.
Así las cosas, comenzaba aquí una jornada más de esperas, consultas y decisiones arriesgadas. En Triana y Carlos Cañal ésa fue la primera medida: esperar. A estas alturas de la Semana Santa la gente estaba más que cansada de ver pasar las horas muertas ante las puertas cerradas de los templos. Nunca sus fachadas han tenido tantos ojos clavados en ellas durante tanto tiempo. En la O, por ejemplo, un chaval explicaba a su novia que el retablo cerámico del Nazareno es el más antiguo de las hermandades de Sevilla. Si hasta hay tiempo para aprender y todo…
El cielo era una sucesión de nubes y claros. Llegaba la nube y descargaba; pasaba y venía el sol para tranquilizar al personal; pero entonces venía otra nube y paraguas en alto… Y así hasta que, con pocos minutos de diferencia, tanto la O como la Soledad decidían ponerse en la calle prácticamente con una hora de retraso. Los apasionados de efemérides y estadísticas recordamos entonces el Viernes Santo de 2005, aquél en que, tras no salir el Cachorro y la Carretería, la cosa se fue arreglando y salieron todas las demás, excepto San Isidoro por un exceso de prudencia. De momento en este 2012 llevábamos un camino similar.
La O salió con una cierta premura y, desgraciadamente, sin poner la cruz de guía tras el palio de la Virgen del Patrocinio, que se había quedado al final de la calle Castilla.


El paso del Nazareno lució impecable, tras la restauración del dorado de los respiraderos, que vino a completar la del canasto en 2011. Llevaba corona de espinas y potencias, y el exorno floral fue el clásico, lirios morados, en contraposición a los claveles rojos con los que sorprendió en el recordado 2005.








Y si hablamos de flores hay que destacar los jacintos rosas del palio de la Virgen de la O, dolorosa que cumplía 75 años desde su bendición. La lluvia de pétalos que la recibió nada más salir fue inmediatamente sustituida por la de agua que le empezó a caer en cuanto reviró para poner rumbo al puente. Todos los presentes se temían lo peor, pero, al igual que hizo la Soledad de San Buenaventura, la decisión fue continuar hacia la carrera oficial. De hecho, el público aplaudió cuando, tras una levantá, vieron que el palio seguía andando de frente.








La imagen más clarificadora de lo que estaba ocurriendo la encontramos a orillas del río. La cofradía de la O estaba cruzando el Guadalquivir al tiempo que lo hacía el arco iris bajo un cielo de enorme belleza para contemplarlo cualquier día del año, menos en Semana Santa.



La estampa de la Torre del Oro absolutamente encendida por el sol y bajo intensos nubarrones negros resultaba cuanto menos curiosa.


Ante este panorama la mente se debatía entre dos opciones. La mejor era que si la O y la Soledad no se habían inmutado era porque la lluvia iba a pasar y no habría ningún problema. La peor era que la siguiente hermandad en ponerse en la calle debía ser San Isidoro, la que durante tres años seguidos (2004, 2005 y 2006) no pisó los adoquines de la Costanilla. Y tras ella, por este orden, la Mortaja y Montserrat. La última parte del día, la de sabor más clásico, estaba pendiente de un hilo.
Sin embargo, los peores augurios no se cumplieron y, con una hora de retraso, las tres cofradías decidieron salir a la calle. Uno de los principales puntos de interés de la jornada estaba en la Mortaja, debido al acertadísimo cambio de itinerario que por fin, tras no poder llevarse a la práctica en 2011, recorrió la antigua Piedad de Santa Marina. Así, pasó por la calle Feria, por San Martín y San Andrés en su camino hacia la Campana. También se pudo estrenar como nuevo muñidor Juan Guillén Amat, que sustituye a su padre, el hoy hermano mayor Juan Francisco Guillén.






Mientras tanto, la Soledad de San Buenaventura, que había aprovechado la ausencia del Cachorro para realizar con tranquilidad su estación de penitencia, emprendía el regreso a su templo con mucha calma. Es lo que tienen los días de lluvia; que desbaratan cualquier plan que uno previamente haya preparado atendiendo al programa de mano. Por eso, en la calle Castelar había mucha gente esperando a la Soledad desde bastante tiempo antes de que efectivamente la cruz de guía, la que reproduce la de Caño Quebrado, asomara desde la Puerta del Arenal.
El paso de la Soledad de San Buenaventura, con el correctísimo acompañamiento musical de la Banda del Sol, transmite la dosis justa de romanticismo y melancolía tan propios de la noche del Viernes Santo. Y si se suman los sones de “Soledad franciscana”, nos habrá atrapado para siempre. Desde el balcón de la casa hermandad de Jesús Despojado sonó además, para que no faltara nada, una saeta.











La Hermandad de San Isidoro subía a esa hora la Cuesta del Rosario, la misma por la que bajó a la salida para compensar el retraso. Sin demasiada prisa, pero sin pausa, consiguió estar dentro la cofradía completa sólo media hora más tarde de lo previsto.
Tras la variedad floral, con montes silvestres, de años anteriores, la hermandad ha vuelto a apostar exclusivamente por el clavel rojo como exorno para el maravilloso conjunto que conforman Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas y Simón de Cirene, en el paso de ‘Currito el Dorador’.







En cuanto a la Virgen de Loreto, lo más destacado fue la recuperación del manto tres años después de su última salida tras la restauración a la que ha sido sometido por parte de Jesús Rosado, quien también ha confeccionado unos faldones de color azul en sustitución de los anteriores, de color burdeos. Las flores, como ya se ha hecho habitual, eran camelias blancas.









La O optó en su recorrido de vuelta por el mismo que el Cachorro; es decir, por el Postigo, Arfe, Adriano y Pastor y Landero, para cruzar de nuevo el Puente de Triana. Es curioso que en 2005 hizo exactamente lo mismo. Aquel año estaba previsto que volviera por el Baratillo, pero desviándose primero por Santander, Temprado y Dos de Mayo para dejar cierta distancia con el palio del Patrocinio. Sin embargo, al no tener a nadie delante, recortó por el Postigo. Lo curioso del asunto es que, siendo la O la cofradía de Triana con el recorrido de vuelta más hermoso, aprovecha los años en que el Cachorro no sale para tomar el itinerario que parece que preferiría tomar siempre. O quizá era sólo cuestión de recuperar el tiempo perdido. Claro que, si no hay riesgo de lluvia, ¿para qué correr?
El Viernes Santo se cerró con Montserrat. Enorme la cantidad de público que la esperaba dispuesto a seguirla por Castelar y Molviedro, con la ya acostumbrada interpretación de “Margot” para el paso de palio. Ciertamente, la Banda de Tejera suena casi como si le dieran al ‘play’ en un equipo de música. Pero antes iba el misterio de la Conversión del Buen Ladrón, que fue exornado en su integridad por lirios morados. Ésta es otra hermandad que en los últimos años está ensayando todo tipo de combinaciones florales más allá del tradicional monte de claveles.








En cuanto a la Virgen de Montserrat, lo más destacado estuvo en el tocado, que combinaba el oro con el color azul, tan característico de este paso de palio. Fue una combinación curiosa que no ha gustado a todos, pero que por lo menos demuestra que se puede innovar y que no está todo dicho en Semana Santa.














Minutos después de las tres de la madrugada, el majestuoso palio hacía su entrada en la capilla a los sones de la marcha de Pedro Morales “Virgen de Montserrat”. Se ponía así el punto final a un nuevo Viernes Santo de incertidumbre (y ya van…), pero que al menos nos permitió disfrutar con cinco cofradías en la calle; cinco más, por tanto, que en el vacío Viernes Santo de 2011.



1 comentario:

  1. Gran entrada Fernando. Para mi fue un Viernes Santo diferente. No salí con el Cachorro por la lluvia, y estuve viendo las que salieron del día. Al menos pude ver cosas que no veo habitualmente por coincidencia en la Estación de Penitencia. Me ha gustado mucho amigo. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
    http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/

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