Si Nietzsche no hubiera sido un ateo acérrimo, probablemente habría desarrollado su defensa del antiguo concepto filosófico del eterno retorno en una de estas tardes de Viernes Santo en Sevilla. Sobre todo si le hubiera pillado en la Basílica del Cachorro. Comentaba hace unos días uno de los foreros de El Foro Cofrade que el ambiente que se respiraba en este templo trianero el pasado Viernes Santo no era de tristeza, ni de decepción; era de normalidad, de una no deseada costumbre que los hermanos, a la fuerza, aceptan con resignación. Es Viernes Santo y el Cachorro no sale. ¿Cuál es la novedad? Demoledor.
Efectivamente, la junta de gobierno de la Hermandad del Cachorro no tuvo que pensarlo mucho. Se anunciaba con rotundidad lluvia para toda la tarde y la noche. Así, por tercer año consecutivo, y con un frustrado vía crucis del Año de la Fe de por medio, el Santísimo Cristo de la Expiración y Nuestra Madre y Señora del Patrocinio se quedaban en la quietud de su templo, inmóviles sobre sus pasos. Recibieron, no obstante, muchísimas visitas hasta la noche.
El crucificado de Francisco Antonio Gijón, sin la corona de espinas y las potencias que sí tenía puestas el pasado 17 de febrero, tenía el monte de su paso cuajado de claveles rojos de una tonalidad muy oscura. El paso de palio de la Virgen del Patrocinio lucía, por su parte, los clásicos claveles de color rosa (rosa Patrocinio, como se suele decir) salpicados con azahar. Por primera vez, la Señorita de Triana estaba vestida por el aplaudido Antonio Bejarano.
Y tres años seguidos sin salir, como las cofradías del Martes Santo, acumula también la Hermandad de la Carretería. El milagro de la salida del gigantesco paso de misterio de las Tres Necesidades a la estrecha calle Real de la Carretería tendrá que seguir esperando al menos hasta 2014 para volver a producirse. Ese "interior de capilla sin cofradía" que dedicara Antonio Burgos a la corporación carretera no es una realidad desde 2010. Un año más, la capilla que edificó el gremio de toneleros permaneció llena durante toda la jornada del Viernes Santo, ocupada por el paso del Santísimo Cristo de la Salud y la Virgen de la Luz, exornado con lirios morados y algunos cardos, y el de la Virgen del Mayor Dolor en su Soledad, con azahar en las jarritas delanteras y claveles blancos en las jarras de los costeros y sobre los respiraderos.
Hasta aquí todo se desarrollaba igual que en 2012, pero la cosa iba camino de ser como en 2011. Las aspiraciones de los cofrades esperaban ya que dieran las seis de la tarde. Con cinco minutos de diferencia, según el horario oficial, debían ponerse en camino las hermandades de la Soledad de San Buenaventura y la O. El año pasado hubo petición de prórrogas al Consejo y, aunque ambas cofradías se mojaron poco después de salir, la espera valió la pena y a partir de ahí todo se pudo arreglar.
Pero el guión previsto para este Viernes Santo no era ése. Ambas hermandades anunciaron, desde Castilla y Carlos Cañal, respectivamente, que se quedaban en casa.
En Triana los dos pasos presentaban novedades. La principal estaba en el paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que estrenaba las cartelas del canasto, realizadas por David Segarra, con una nueva visión de las escenas que se representaban en las anteriores cartelas y que reproducían los misterios del resto de hermandades trianeras: el Cristo de las Tres Caídas en el frontal, Jesús ante Caifás en la trasera, el Señor de las Penas en el costero derecho y el Cachorro en el izquierdo. Las nuevas cartelas, sin embargo, aunque reflejan el momento de la Pasión de los pasos de Cristo de Triana, no tratan de representar con fidelidad a dichos titulares. Aunque el trabajo de Segarra es bueno, la verdad es que el paso ha perdido una de sus principales señas de identidad con el cambio.
Por otro lado, hay que comentar que el Nazareno vestía una túnica de una tonalidad más próxima al burdeos que al tradicional morado. El exorno floral, lirios morados.
En cuanto al paso de palio de María Santísima de la O, estrenaba la restauración de los candelabros de cola, de Villarreal. Mención aparte merece el exorno floral de este palio, sin duda uno de los mejores de toda la Semana Santa de 2013 no sólo por las flores escogidas y su tonalidad (rosas de color rosa, jacintos rosas y blancos, y azahar), sino también por el aroma que desprendían. Fue una pena que no pudiera salir a perfumar las calles de Sevilla en esta tarde-noche de Viernes Santo.
Y en San Buenaventura se quedó la bellísima imagen de Nuestra Señora de la Soledad. Su característico paso que combina la madera y la plata repetía este año el exorno a base únicamente de rosas rojas, las mismas que en los días posteriores suelen adornar el altar de la dolorosa de Gabriel de Astorga tras el rápido desmontaje al que obliga la comunidad franciscana que dirige el convento; el mismo altar que el Viernes Santo estaba ocupado por las insignias de la hermandad, lo que permitió ver la antigua cruz de Caño Quebrado, junto a su reproducción convertida en cruz de guía.
Sólo quedaba el trío final de la jornada. Aunque para entonces apenas había esperanzas. El cielo seguía presentando un aspecto amenazador y aunque en ningún momento llovió realmente con fuerza, las nubes sí que dejaban escapar cada cierto tiempo esa fina llovizna que, con buen criterio, alguien dio en llamar una vez calabobos.
Sin mucho lugar al suspense, la Hermandad de San Isidoro anunció que no realizaría su estación de penitencia. Cardos, rosas, lirios, hojarasca... El paso de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas presentaba este año, como en recientes Viernes Santos, un monte muy variado que le va muy bien al conjunto escultórico que forman la imagen del Señor, de Alonso Martínez, y ese impresionante Cirineo de Gijón al que será difícil quitar su auténtico sobrenombre de "mejor figura secundaria de la Semana Santa".
Mucho azahar pudo verse el Viernes Santo en los pasos de palio de la jornada. El de Nuestra Señora de Loreto también lo llevaba en la delantera, mientras que en las jarras laterales se dispusieron grandes rosas blancas, después de varios años con camelias, flor delicada donde las haya.
No tardó mucho la Hermandad de la Mortaja en seguir el camino del resto de hermandades que antes que ella habían tomado la decisión de no salir a las calles en la que se estaba convirtiendo en la segunda jornada en blanco de la Semana Santa de 2013. El único paso de la cofradía del antiguo Convento de la Paz se quedaría en él, perfectamente adornado con claveles rojos, como también estaba perfectamente dispuesto el altar de insignias con sus dieciocho ciriales, que no representan, por más que se insista, a las personas que acompañaron a Jesús hasta el sepulcro.
Es inevitable en jornadas de lluvia recordar lo sucedido en circunstancias parecidas en años anteriores. Así, uno pensaba en el Viernes Santo de 2004, cuando la Carretería y el Cachorro se mojaron a base de bien, teniendo que buscar refugio en la Anunciación y la Magdalena, respectivamente. El resto de hermandades no salieron (a excepción de la cruz de guía y primeros tramos de nazarenos de la Soledad). Y cuando todo parecía perdido, Montserrat se echó a la calle siendo la única hermandad en completar una brillante estación de penitencia.
Este tipo de cosas son las que dieron tiempo a recordar en la escasa media hora que pasó hasta que Montserrat dio a conocer, vía comunicado escrito, que, como pasó en 2011 (otra vez los recuerdos), cerraba el Viernes Santo siendo la última en renunciar a la estación de penitencia. Otra cofradía, como el Cachorro horas antes y San Esteban el Martes Santo, que en algo más de un mes suspendía por segunda vez una salida.
Claveles rojos lucía el paso del Santísimo Cristo de la Conversión del Buen Ladrón, mientras que en el palio, exornado con flores blancas, la Virgen de Montserrat presentaba un tocado más normal que el de tonalidad azul que tanto dio que hablar el año pasado.
De templo en templo. Así se podría resumir el Viernes Santo de este año; idéntico, por tanto, al de hace dos años. Decíamos días atrás que el Martes Santo ha entrado de forma decidida en la competición por el título de día más perjudicado por la lluvia; pero también decíamos que el Viernes Santo no iba a ceder tan fácilmente esa distinción.
Tres años seguidos lleva esta jornada trastocada por la lluvia; aunque también es verdad que durante otros tres, entre 2008 y 2010, todo salió como se había soñado. Tres sí, tres no. Si hacemos caso a Nietzsche y su eterno retorno, el año que viene toca que sí. Dios quiera.
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