La espera ha terminado. Es Viernes de Dolores y, aunque los calendarios cofradieros dicen que aún faltan dos días para la Semana Santa, las vísperas son ya una realidad, y con ellas los primeros pasos en la calle y las primeras túnicas de nazareno que, limpias y planchadas, son descolgadas de las perchas para que los hermanos las vistan y salgan camino de sus respectivos templos para acompañar a sus imágenes titulares.
Seis hermandades salen en la que es la primera jornada de cofradías; una jornada en verdadero crecimiento, principalmente en los barrios, cuyas hermandades presentaron estrenos muy destacados.
Así ocurrió, por ejemplo, en Pino Montano, donde el paso de misterio contó como novedad con una túnica de tisú blanco para el Señor de Nazaret, además de un candil a los pies del sayón y una serpiente enroscada en el olivo representando el mal, obra, como todo el conjunto escultórico, de Fernando Castejón. También es estrenaban el asta y el remate del banderín de la juventud, de Orfebrería Domínguez. Pino Montano es quizá una de las hermandades más asentadas del Viernes de Dolores y cada año genera una mayor expectación en las calles.
Y otra que también tiene 'cuerpo' de cofradía de años a sus espaldas es la Hermandad de la Misión, que a las seis de la tarde se ponía en camino desde la Parroquia de San Antonio María Claret. Abría el cortejo la Banda de Cornetas y Tambores Columna y Azotes, que escogió como primera marcha "Ego sum", como si eso mismo, "Yo soy", fuera lo que salía de la boca del Cristo de la Misión cuando se encontró en las calles con quienes eligieron a esta cofradía como la del primer encuentro con la Semana Santa de 2015.
Del único paso de la hermandad destacaba un importantísimo estreno, como eran los nuevos candelabros de guardabrisas diseñados por José Manuel Bonilla Cornejo y tallados por los Hermanos Caballero en madera de cedro. Sus siete puntos de luz en cada esquina y cinco en cada costero suponen un incremento considerable en la iluminación de este paso en comparación con la que proporcionaban los seis faroles que han sido sustituidos. Sin duda, el paso ha ganado, sobre todo teniendo en cuenta que, ya de noche, atraviesa las oscuras calles de Heliópolis con una espesa vegetación que llega a ocultar el alumbrado público.
El capataz Antonio Santiago, que comenzaba aquí su larga lista de cofradías que no terminaría hasta la Resurrección, mandó echar los cuerpos a tierra para salvar el dintel de la puerta del templo claretiano, a lo que también contribuye la supresión del remate de la cruz del Cristo de la Misión, que se le coloca ya en la calle.
Antes del paso, otra novedad, la cruz parroquial de metal plateado de Orfebrería Ríos y la manguilla de terciopelo confeccionada por Ana Bonilla.
Tras la salida y las primeras marchas a cargo de la Banda de Cornetas y Tambores de las Cigarreras en la calle Padre García Tejero, el paso del Cristo de la Misión y la Virgen del Amparo, adornado por completo con rosas rojas, se encaminó en primer lugar al Colegio Nuestra Señora de las Mercedes, ante el que se volvió para que desde el balcón se cantara la primera saeta.
Posteriormente, la cofradía siguió su camino buscando ahora la residencia de ancianos cercana, para posteriormente perderse por el barrio de Heliópolis, inundado en esta jornada de elegantes nazarenos de azul y blanco.
No demasiado lejos de allí, a las siete de la tarde iniciaba su estación de penitencia la Hermandad del Dulce Nombre de Bellavista, donde sorprendió muy gratamente el estreno del frontal, ya concluido, del paso de Nuestro Padre Jesús de la Salud y Remedios, después de varios años con la talla absolutamente paralizada, debido a que la hermandad, con gran acierto, decidió dedicar por completo sus esfuerzos a poner en marcha un comedor social en el barrio que alimenta cada día a decenas de personas.
El tallista José Manuel Rodríguez Melo ha concluido la talla del frontal, en tanto que Luis de la Rubia Haro se ha encargado de su finalización en color caoba, dándole una visión diferente y más atractiva al paso de misterio de esta humilde hermandad.
El Señor vestía en esta ocasión una túnica lisa de color burdeos que combinaba con los claveles rojos que exornaban el paso. Fernando Cano Romero, donante de la imagen al barrio, no falta cada año junto a su Cristo y tampoco en esta ocasión quiso perdérselo, no pudiendo ocultar por momentos su emoción.
Como emocionante resulta también la conjunción de este paso con la Agrupación Musical de la Redención. La banda lo borda en la calle, pero también es innegable la perfección alcanzada por la cuadrilla de costaleros del misterio de Bellavista, que arranca continuos aplausos por las calles de su barrio.
En la calle Manuel Gonzalo Mateu, el misterio del Señor de la Salud y Remedios se detuvo ante el comedor social de la hermandad. Desde un balcón situado enfrente una mujer cantó una saeta. Posteriormente, el capataz dedicó la levantá a todos los que diariamente acuden al comedor, "para que no les falte nunca un plato de comida", y el pasó se alejó a los sones de la marcha "Cinco Llagas".
En el décimo año de la Hermandad de Bellavista como cofradía de penitencia, la Hermandad de la Bofetá, que comparte advocación de la dolorosa, participó en el cortejo de la cofradía del Viernes de Dolores con una representación formada por tres nazarenos blancos y el estandarte corporativo.
Detrás venía el paso de palio de la Virgen del Dulce Nombre, que para completar su advocación hay que añadir en sus Dolores y Compasión. El Señor es una gran devoción en el barrio, pero se nota el auténtico fervor de los vecinos por su dolorosa, una de las primeras que salieron de las gubias de Luis Álvarez Duarte.
La Banda de Música Santa Ana de Dos Hermanas acompañaba de nuevo al palio de Bellavista con una variedad de marchas, fundamentalmente de corte alegre, como corresponde a una hermandad auténticamente de barrio como ésta. Así, por ejemplo, en el giro de la calle Guadalajara a Manuel Gonzalo Mateu sonó "Madre Hiniesta".
Y, de nuevo ante el comedor social de la hermandad, hubo saeta y levantá dedicada, esta vez a los voluntarios que dedican su tiempo a trabajar en esta ejemplar labor social de la cofradía de Bellavista. A continuación, el paso de palio, con rosas blancas, se marchó a los sones de la marcha "Esperanza marinera".
No es la hermandad del barrio, pero como si lo fuera. El Cerro del Águila se vuelca cada Viernes de Dolores con la Hermandad de Padre Pío, que tiene en la Parroquia de los Dolores su particular 'catedral', ante la que se arremolinan numerosos vecinos para disfrutar de una estación de penitencia que anticipa las vivencias de un cercano Martes Santo.
La Agrupación Musical Santa Cecilia es la encargada de poner sus sones al paso de Nuestro Padre Jesús de la Salud y Clemencia, el Nazareno que tallara Fernando Murciano y cuyo paso fue pintado el año pasado en color caoba.
El Señor pisaba un monte de claveles rojos, mientras que en las esquinas estas mismas flores se combinaban con lirios morados. De nuevo en los costeros del paso se pudieron ver los antiguos faroles de plata que formaban parte del paso de misterio del Cerro. Un detalle, otro más, de auténtica hermandad entre ambas corporaciones.
La revirá de Afán de Ribera a Galicia fue muy lenta, para disfrutarla poco a poco, y cuando el paso rompió de frente los aplausos rubricaron un fino trabajo de la cuadrilla, que emprendía ya el largo regreso a su barrio.
El paso de palio de la Virgen de la Divina Gracia gana con la noche. El rojo de las caídas y el techo, aún sin bordar, destaca con la candelería completamente encendida, iluminando la cara de otra dolorosa de Álvarez Duarte, el autor más prolífico de las vísperas, junto a Navarro Arteaga.
Cumplimentada la visita a la Parroquia de los Dolores, el paso de palio, guiado por los Hermanos Gallego, salió a Afán de Ribera mientras la Banda de Música de Nuestra Señora del Sol tocaba "Pasan los campanilleros".
El paso de palio, que lució por segundo año los antiguos respiraderos de la Virgen de Gracia y Esperanza de San Roque, estrenaba en la delantera una imagen de la Virgen de los Reyes labrada en metal bañado en plata por Orfebrería Santos. La devoción a la Patrona llega, como es lógico, incluso a las hermandades que residen lejos de la Catedral.
La Virgen de la Divina Gracia avanzó por la calle principal del Cerro con "Azul y plata", mientras que más adelante, en el giro de Galicia a Lisboa, la banda interpretó "Hosanna in excelsis".
De la alegría de los barrios a la sobriedad de las hermandades de silencio que también tiene el Viernes de Dolores. En Triana, la Hermandad de Pasión y Muerte continuaba su recorrido después de la estación de penitencia a la Parroquia de Santa Ana y su paso por la Capilla de los Marineros.
La cofradía de negro de Triana no presentaba este año ningún estreno material, aunque sí un cambio de capataz para su único paso. Así, este año ha guiado al Cristo de Pasión y Muerte el que es también capataz del Señor de las Penas de la Estrella, Manuel Vizcaya.
Desde la calle Pureza hasta San Jacinto, el crucificado de José Antonio Navarro Arteaga callejeó por las estrecheces de Fabié y Rodrigo de Triana. En esta última, el Cristo tuvo que ser bajado para poder sortear unos cables. Como es habitual, el exorno floral de este paso estaba compuesto por una variedad de especies y colores que contribuían a darle al monte un toque asilvestrado, mientras que la iluminación queda reducida a los cuatro hachones de color morado.
En un barrio populoso como Triana, sigue siendo un interesante contrapunto ver discurrir en silencio, sólo roto de tanto en tanto por la Capilla Musical Gólgota, al Santísimo Cristo de Pasión y Muerte, que antes de volver a su templo visitó a la Estrella, su hermandad madrina.
Finalmente, por los alrededores de la Catedral regresaba a la Parroquia del Sagrario la Hermandad de la Corona. Concluidas las obras de restauración de la fachada de la calle Alemanes, el cortejo pudo volver a realizar tanto la salida como la entrada por la Puerta del Perdón y el Patio de los Naranjos.
Sobre el paso, cuya talla avanza muy lentamente, iba el Cristo de la Corona sin potencias, algo nada habitual en esta antigua imagen caracterizada por dos detalles que la emparentan con otras tantas tallas de Nazareno de la ciudad: lleva la túnica tallada, como el Señor de la Salud de la Candelaria, y la cruz al revés, como el Nazareno del Silencio.
Como siempre, lirios morados eran el exorno floral de este paso que estaba acompañado por la música de capilla de la Banda Nuestra Señora de la Victoria de las Cigarreras y cuyos nazarenos de ruán morado son los primeros que discurren por el centro de la ciudad, anticipando la inminencia de una nueva Semana Santa.
Caminando muy despacio por encima de las gradas de la Catedral, el Cristo de la Corona concluyó su estación de penitencia entrando, sin girarse para mirar a la gente, por la Puerta del Perdón, accediendo finalmente a través del Patio de los Naranjos al Sagrario.
Con el Cristo de la Corona perdiéndose bajo los arcos de herradura finalizaba, al menos en el centro, un Viernes de Dolores pletórico de pasos, los primeros, en las calles. Son las primeras chicotás, las primeras marchas, los primeros silencios, las primeras gotas de cera asfaltando el suelo.
Quedaba el segundo capítulo de las vísperas y quedaba toda la Semana Santa por delante.
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