martes, 9 de junio de 2015
CORPUS 2015: TRASLADO DEL SEÑOR DE LA CENA HASTA EL PALACIO ARZOBISPAL
Eran las seis y media de la mañana y empezaba a amanecer. En la calle Sol, antes de que el astro del mismo nombre comenzara a hacer de las suyas en una jornada que iba a ser de intenso calor, el romero esparcido por el suelo, no precisamente mediante ramas pequeñitas, anunciaba la salida del Señor de la Cena camino de la puerta del Palacio Arzobispal que da a la calle Placentines.
Unos cuantos 'jartibles' de las cofradías esperaban ante las puertas de la Iglesia de los Terceros, que con puntualidad se abrieron para dejar paso a un breve cortejo encabezado por la cruz alzada y los ciriales, y en el que también figuraron el guión sacramental y el estandarte corporativo, insignias que después formarían parte de la procesión del Corpus de la Catedral.
El Señor de la Cena, sobre el paso del Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia, apareció pronto para cruzar el dintel de su templo, precedido por la Escolanía Salesiana de María Auxiliadora y por un grupo de músicos de viento de la Banda de Cornetas y Tambores de las Cigarreras, que interpretaron en primer lugar "Cantemos al amor de los amores".
La talla del Señor vestía la túnica de tisú de plata de Antonio Jesús del Castillo estrenada el año pasado, con un mantolín rojo sobre el hombro izquierdo y sujeto también con el brazo derecho. En cuanto al exorno floral, estaba compuesto por flores blancas, principalmente claveles y anthurium, así como por espigas de trigo y racimos de uvas.
Para este traslado de ida, la Hermandad de la Cena cuenta con una hora y media de tiempo, por lo que con celeridad el paso comenzó a recorrer la calle Sol, para a continuación rodear por Ponce de León la Iglesia de Santa Catalina, con los ansiados andamios abrazando la torre, y acceder a Francisco Carrión Mejías.
En dicha calle, a las siete en punto de la mañana el alumbrado público se apagó. Por San Leandro, con más andamios en la estrechez de Zamudio, y San Ildefonso, la claridad iba ganándole el terreno a la noche ya pasada y cada vez más gente se sumaba para acompañar al cortejo, pese a lo temprano de la hora.
A través de Boteros y Odreros, el paso del Señor de la Cena alcanzó la Plaza de la Alfalfa, donde aún estaban cerrados la mayoría de sus bares, para desgracia de quienes necesitaban del café para espabilarse. La Alfalfa presentaba un aspecto muy distinto al que encuentra la cofradía en la noche ya del Domingo de Ramos, y muy distinta también al que en unas horas iba a encontrar en su camino de vuelta a Los Terceros.
El Señor que tallara Sebastián Santos siguió su camino por Jesús de las Tres Caídas y emprendió la bajada de la Cuesta del Rosario hasta introducirse en la calle Francos, alfombrada ya con el romero que después iba a pisar el largo cortejo del Corpus.
En el último tramo de este traslado de ida del Señor de la Cena hasta el Palacio Arzobispal se produjo una imagen histórica, al pasar por delante del altar de la Hermandad de la Sed, que este año estaba presidido por la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, de Nervión. Los titulares de dos hermandades muy distantes en el espacio, una de penitencia y la otra de gloria, juntos por un momento en la parte más alta de la Cuesta del Bacalao.
Después, el paso bajó la cuesta para salir a la calle Alemanes cuando daban las ocho de la mañana. El Señor de la Cena y la Giralda se volvieron a encontrar algo más de dos meses después del Domingo de Ramos.
Finalmente, el paso, que en un primer momento se metió demasiado en la puerta del Palacio Arzobispal y tuvo que volver a salir un poco hacia la calle siguiendo las instrucciones que los hermanos daban a los capataces, quedó detenido frente a la fachada del Patio de los Naranjos de la Catedral.
Con el Señor de la Cena, se completaban todos los altares del Corpus y podía iniciarse la más importante de las procesiones eucarísticas con que Sevilla honra a Jesús Sacramentado.
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