Durante los días 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre, la Archicofradía del Carmen del Santo Ángel celebró el tradicional besamanos de Ánimas a su imagen titular. Después de que el año pasado este culto tuviera lugar en el Convento de las Teresas del barrio de Santa Cruz, con motivo del quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa, en este caso se ha celebrado de nuevo en la capilla que la hermandad tiene a los pies de la nave de la Epístola del templo de la calle Rioja.
Allí los fieles y devotos de la Virgen del Carmen tuvieron ocasión de encontrarla iluminada únicamente por la cera de los candeleros y blandones dorados dispuestos alrededor de la imagen, así como por dos artísticos candelabros con motivos frutales y vegetales que flanqueaban a la Virgen sobre sendas columnas doradas de estilo salomónico.
La Virgen del Carmen, y también el Niño, vestía, como es habitual en este besamanos de Ánimas, el tradicional hábito carmelita, además de una gran mantilla de encaje que desde la cabeza llegaba casi hasta el suelo. Como únicas joyas, la Virgen llevaba una tiara con flores secas, un juego de pendientes y un broche con el escudo de la hermandad. El Niño Jesús, por su parte, tenía un broche de la orden carmelita y ambos sujetaban los escapularios; la Virgen con la mano derecha, que es la que daba a besar, y el Niño con la izquierda.
Completaban el montaje de este besamanos un ancho dosel dorado con damasco rojo cedido por la Hermandad de la Estrella y varias jarras con crisantemos blancos.
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