martes, 30 de enero de 2018
VÍA CRUCIS Y BESAPIÉ AL SANTÍSIMO CRISTO DE LA BUENA MUERTE DE LA HINIESTA
Tras el quinario en su honor, la Hermandad de la Hiniesta celebró este fin de semana los últimos cultos anuales al Santísimo Cristo de la Buena Muerte, como el vía crucis por las calles que tuvo lugar la noche del sábado.
Minutos antes de las ocho de la tarde, tras la celebración de la misa, comenzó a salir de la Parroquia de San Julián el cortejo de este vía crucis, que ha recuperado este año su itinerario tradicional tras aprobar el Arzobispado la modificación de la regla en la que se especifica que el crucificado ha de visitar el Convento de Santa Paula, el de las Siervas de María, el de Santa Isabel, la Capilla de los Dolores, la Parroquia de San Marcos y el Convento de San Cayetano.
La cruz de guía abría el cortejo del vía crucis, seguida por un buen número de parejas de hermanos con cirios y el estandarte corporativo. Antes de las andas con el crucificado iban los acólitos con cruz alzada y cuatro ciriales.
Tras salir de San Julián, el Cristo de la Buena Muerte, cuyas andas guiaba el capataz Rafael Ariza, giró a la izquierda hacia Duque Cornejo, la Plaza de Moravia y Pasaje Mallol, en dirección al Convento de Santa Paula, primera de las visitas del vía crucis.
Al día siguiente, además de la función solemne, tuvo lugar el besapié, con el Cristo de la Buena Muerte colocado en posición vertical en el presbiterio alto de la parroquia y con claveles rojos, lirios morados y rosas rojas en la base de la cruz. Flanqueando al crucificado, que lucía las potencias de salida de Hijo de Juan Fernández, había dos jarras del paso de palio de la Virgen de la Hiniesta situadas sobre sendas columnas de base cuadrada con decoración pictórica.
Detrás, estaba montado el altar de quinario, con una columna de madera dorada con decoración salomónica y una jarras plateada en el lugar donde días atrás se encontraba el Cristo. Ante el dosel de cultos se desplegaba una gran cantidad de candeleros con cera color tiniebla, así como más jarras con las mismas flores antes descritas y otras más pequeñas con claveles blancos. Y en el centro, cobijada en un manifestador de madera dorada, se encontraba una imagen en plata de la Inmaculada Concepción.
Entre el Cristo de la Buena Muerte y el altar veíamos los dos faroles de acompañamiento de la cruz de guía de la hermandad y cuatro de los guardabrisones de su paso procesional. Por otra parte, en los laterales se colocaron pequeños doseles con los remates delantero y trasero del canasto del mismo paso, con ángeles junto a pequeños relicarios, además de varios candeleros de pequeño tamaño escoltando a los antiguos paños de bocina bordados sobre terciopelo morado en 1885. En la parte inferior estaban los actuales paños de bocina de Carrasquilla, pertenecientes al cortejo del paso del crucificado.
Durante los cultos al Cristo de la Buena Muerte, la imagen de la Virgen de la Hiniesta Gloriosa ha estado en un altar provisional en el lugar que ocupa habitualmente el crucificado, entre claveles blancos y seis candeleros.
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