lunes, 20 de julio de 2009

90 AÑOS DE "AMARGURAS"


El pasado sábado se cumplieron 73 años del inicio de la guerra civil. Una guerra en la que murieron infinidad de personas de uno y otro bando, y algunas de ningún bando en concreto, pero que simplemente tuvieron la desgracia de pasar por allí, como aquél que dice. Entre estos últimos me quiero detener en la figura de Manuel Font de Anta, un compositor musical sevillano, hijo y nieto de músicos, que llegó a hacerse un importante hueco tanto en España como al otro lado del Atlántico gracias a una lista enorme de composiciones de los más diversos estilos, desde las obras más populares hasta el teatro pasando por pasodobles y piezas más solemnes.
Su nombre ha quedado escrito además con letras de oro en la historia de la música procesional, gracias principalmente a dos marchas de Semana Santa que son dos grandes clásicos cuya interpretación es imprescindible para cualquier banda de música que se precie. Estoy hablando de "Amarguras", marcha que cumple ahora 90 años, y "Soleá dame la mano", aunque hay teorías que señalan a su hermano, José Font de Anta, como el verdadero autor. En cualquier caso, y siguiendo la creencia más extendida, la composición de ambas marchas obedeció a historias muy curiosas.
En el caso de "Amarguras", considerada hoy en día el himno de la Semana Santa de Sevilla, la marcha por excelencia, fue compuesta en Madrid, donde Font de Anta vivía dedicado a su labor musical. Su padre, Manuel Font Fernández de la Herranz, también músico y autor de marchas de Semana Santa (como "A la memoria de mi padre", dedicada a José Font y Marimón), reconocía en Font de Anta una enorme cualidad compositiva, por lo que su gran devoción por la Virgen de la Amargura, que recorre las calles sevillanas cada Domingo de Ramos, le llevó a encargarle que creara una marcha dedicada a esta imagen.
El hijo, sin embargo, ocupado como estaba en su intensa actividad profesional, no encontraba tiempo para responder positivamente al encargo. Así, en 1919 Manuel Font Fernández de la Herranz decidió enviarle a Madrid una foto de la Amargura con una nota en la que le recordaba su infructuosa y reiterada petición de componer una marcha para aquella Virgen, y le preguntaba si, viéndola en la foto, sería capaz de negársela también a ella.
Dicho y hecho. Manuel Font de Anta se puso al piano y en poco tiempo empezaron a surgir las notas de una composición con la que puso música al diálogo que en el paso de palio mantienen la Virgen de la Amargura y San Juan Evangelista.
No menos curiosa es la historia que explica la creación de la marcha "Soleá dame la mano". En este caso no hubo encargo alguno. Fue el propio Font de Anta el que recogió a pie de calle durante una mañana de Viernes Santo la inspiración necesaria para componer. En la calle Pastor y Landero, en pleno barrio del Arenal, se encontraba la conocida como cárcel del Pópulo, denominada así porque se abrió, tras la desamortización, en lo que fue en tiempos Convento de Nuestra Señora del Pópulo, y hoy es el Mercado del Arenal. Por allí pasaba, y sigue pasando, la Hermandad de la Esperanza de Triana en su itinerario de regreso a su barrio, al otro lado del Guadalquivir. Desde las ventanas de la prisión eran muchos los presos que se asomaban para ver pasar al Cristo de las Tres Caídas y a la Virgen de la Esperanza, e incluso algunos se atrevían a dirigir saetas a ambas imágenes.
Una de estas saetas decía así: "Soleá dame la mano, a la reja de la cárcel, que tengo muchos hermanos, huérfanos de padre y madre...". Al escuchar esto, Font de Anta se inspiró para crear una marcha que recoge la melancolía propia de la escena que se reeditaba año tras año en el mismo lugar, y para la que tomó prestado como título el primer verso de aquella saeta.
La historia de esta marcha se completa con lo que el músico ruso Igor Stravinski, de visita en Sevilla, diría años más tarde al escuchar la marcha "Soleá dame la mano" interpretada tras el paso de palio de la Virgen del Refugio de la Hermandad de San Bernardo: "Estoy escuchando lo que veo y viendo lo que escucho".
Pero la tragedia se llevó por delante, recién iniciada la guerra civil, a un joven compositor que, en caso de haber vivido muchos más años, hubiera sido capaz de regalar a los amantes de la música en general grandes creaciones que, como estas dos marchas procesionales, hubieran permanecido para siempre en la memoria colectiva de todos.
Y todo por una fatal coincidencia. Un grupo de republicanos se presentaron en el inmueble donde Manuel Font de Anta vivía. No le buscaban a él, sino a un compañero de piso al que querían liquidar por diferencias ideológicas. Al no encontrar en casa a quien pretendían asesinar, y ya que habían hecho el viaje, decidieron matar al que les abrió la puerta. Así de sencillo. Esto, queridos lectores, es también memoria histórica.

martes, 16 de junio de 2009

"ELLA NUNCA TIENE PRISA"


El Tribunal Superior de Justicia de Madrid le ha dicho a ZP que no se haga más el remolón y que pague lo que debe. En este caso, la deuda de ZP asciende a más de un millón de euros y la institución perjudicada por el impago es la Hermandad de la Macarena de Sevilla. En 2004, cuando gobernaba Aznar, se aprobó la concesión de esta subvención para diferentes obras de mejora en la basílica que incluían la eliminación de barreras arquitectónicas y la remodelación del museo de la cofradía. Pero llegó ZP y decidió que, como a su abuelo lo mató no sé quién en la guerra, todo lo que oliera a iglesia debía ser inmediatamente ninguneado. Recordemos que por entonces nuestro presidente del Gobierno encargó aquel proyecto de estatuto de laicidad que pretendía prohibir toda manifestación religiosa pública (Semana Santa, Corpus, romerías...). Por todo ello, dijo que de darle una subvención a la Macarena ni hablar.
Ahora, sin embargo, los tribunales han tenido que enseñarle a ZP lo que tenía que haber aprendido durante sus muchos años como silencioso diputado en el Congreso. Que los presidentes del Gobierno lo son de todos los españoles y que lo que es de justicia lo es, independientemente de las creencias o posiciones particulares del gobernante de turno. Los tribunales le han indicado que si un Gobierno aprueba una cosa dentro de la legalidad, no puede venir el siguiente y borrar de un plumazo todo lo que no le conviene. Esto, llevado al extremo, es lo que ha pasado con el Plan Hidrológico Nacional. En qué momento se le ocurriría a ZP cargarse también eso...
En fin, lo importante es que, como dijo el hermano mayor de la Hermandad de la Macarena, Juan Ruiz Cárdenas, finalmente se ha hecho justicia. "Teníamos fe en la Virgen. Ella nunca tiene prisa y sabíamos que, antes o después, nos devolverían el dinero". Un dinero que disfrutarán los visitantes que a menudo pasan por la Basílica de la Macarena, los turistas que se interesan por el museo, los hermanos y no hermanos de la cofradía, los devotos... Es decir, decenas de miles de ciudadanos españoles (y muchísimos extranjeros) para quienes ZP también ejerce de presidente del Gobierno, aunque éste tenga aún el reloj parado en épocas felizmente superadas.

sábado, 30 de mayo de 2009

EN EL DÍA DE SAN FERNANDO


Hoy es mi santo. Día de San Fernando, o lo que es lo mismo, Fernando III el Santo, rey de Castilla entre los años 1217 y 1252, y de León desde 1230. Hijo de Alfonso IX y Doña Berenguela, nació en una aldea situada entre Zamora y Salamanca en 1198, aunque hay teorías alternativas que retrasan su nacimiento hasta 1201, e incluso se afirma que vino al mundo en el Castillo de Doña Berenguela de Bolaños de Calatrava. Estuvo casado con Beatriz de Suabia, con quien tuvo diez hijos, entre los que estaba su sucesor, Alfonso X el Sabio, fundador de Ciudad Real. Tras quedar viudo, se casó con Juana de Danmartín y tuvo cinco hijos más.
Quince vástagos nada menos, concebidos quizá entre batalla y batalla. Y es que aunque hoy a algunos sectores les pueda parecer políticamente incorrecto, lo cierto es que del papel de Fernando III como monarca lo más destacable es el gran impulso que le dio a la Reconquista, un largo trayecto histórico iniciado prácticamente desde el mismo momento de la llegada de los musulmanes a la Península, y que culminarían allá por 1492 los Reyes Católicos en Granada.
La fase de la Reconquista protagonizada por el rey santo se centró fundamentalmente en Andalucía. Así, entre 1225 y 1227 se haría con las localidades jiennenses de Andújar, Martos y Baeza, para más tarde, en 1231, conquistar la complicada localidad de Cazorla. El siguiente paso fue devolver al mundo cristiano la ciudad de Córdoba en 1236. Unos años más tarde, el ejército real comandado por el infante Alfonso se desviaría para reconquistar Murcia, mientras que Fernando III seguía ocupado en Andalucía, donde en 1246 se haría con Jaén, y dos años más tarde llegaría a Sevilla, donde la batalla no consistió en un derramamiento de sangre. Tras un tiempo acampado en el actual barrio de San Bernardo, que hoy cuenta con un buen número de calles que recuerdan aquel capítulo de la historia, el rey dio la oportunidad a los musulmanes de abandonar la ciudad de forma pacífica. Como éstos se resistían, la segunda opción fue bloquear el paso de todo tipo de alimentos procedentes de Aljarafe, de forma que, ante la falta de comida, los musulmanes entregaron a San Fernando las llaves de la ciudad el 23 de noviembre de 1248. Se cuenta que antes de salir de Sevilla, los expulsados quisieron derruir la torre de la gran mezquita, la Giralda, aunque el rey, que desplegó en una de sus caras el pendón de Castilla, amenazó con matar a tantos moros como ladrillos de la torre fueran arrancados. Parece que el monarca, que había mandado levantar las catedrales de León y Burgos, sabía reconocer la buena arquitectura.
Aunque las ciudades gaditanas de Medina Sidonia y Arcos de la Frontera fueron también reconquistadas posteriormente por San Fernando, éste quedó para siempre prendado de Sevilla, instaló su residencia en los Reales Alcázares y allí murió aquejado de hidropesía en 1252.
La leyenda atribuye al rey santo la llegada a Sevilla de la imagen de la Virgen de los Reyes, patrona de la ciudad, a cuyos pies se encuentran sus restos en una urna de plata realizada en 1729 regalada por Felipe V. Esta urna es abierta sólo tres días al año: hoy, día de su festividad; el 22 de agosto, día de la octava de la Virgen de los Reyes; y el 23 de noviembre, aniversario de la Reconquista de la capital hispalense.
El papa Clemente X canonizó a San Fernando en 1671 y todos los sevillanos lo tienen por patrón. Bueno, todos no. El alcalde quiere cargarse la fiesta local el año que viene para tener un día festivo más en feria y poder darle al rebujito. Así entiende Monteseirín la memoria histórica con quien concedió a Sevilla el título de Muy Noble. Eran otros tiempos...

jueves, 23 de abril de 2009

DAÑOS COLATERALES


Si tuviera que utilizar una sola palabra para definir la entrada de la Soledad de San Lorenzo en su templo el pasado Sábado Santo, esa palabra sería lamentable. Y no por la hermandad, que lo hizo de la forma tan brillante como acostumbra, sino por la inexplicable guerra de saeteros, quienes, amparados en la oscuridad de la plaza, libraron una ridícula competición por ver quién gozaba del honor de haber cantado la última saeta.
Y no salvo a nadie de ese ridículo. Ni a los saeteros aficionados, alguno de los cuales demostró tener más valor que vergüenza, ni a los profesionales, que se dejaron llevar por la batalla, cayendo también en el absurdo.
Vayamos por partes. Yo venía siguiendo a la Soledad desde la calle Cuna, y la verdad es que durante todo ese trayecto no hubo prácticamente saetas hasta llegar a la plaza de la Gavidia, donde Jesús Heredia, uno de los más reconocidos, le cantó aquello del “divino broche de oro que cierra la Semana Santa”. No debió de quedar muy satisfecho con la interpretación, porque rápidamente se desplazó hasta la plaza de San Lorenzo, como ahora veremos.
Ninguna saeta por Cardenal Spínola y llegamos a la plaza. Nunca había visto la entrada de la Soledad. Sabía de la sucesión de saetas que se produce cada año, pero ignoraba que en esto, como en tantos otros aspectos de la Semana Santa, se hubiera perdido el sentido de la medida. Pensaba que en cuanto la Virgen asomase a San Lorenzo comenzarían los saeteros con lo suyo. Pero no fue así hasta que el paso no estuvo en mitad de la plaza. Un tiempo precioso, por tanto, perdido por los saeteros (aficionados y profesionales) que les llevó a iniciar la guerra sin cuartel.
Fue ciertamente patético ver cómo los saeteros se pisaban entre sí para que no se les adelantara otro. Dio hasta cierta vergüenza ajena una saetera, la única mujer en la batalla, que, como una Juana de Arco cofrade, logró finalmente cantar su saeta a pesar de ser pisoteada hasta en dos ocasiones por las voces masculinas, más potentes, que cantaban por encima de ella.
Heredia, que ya había hecho acto de presencia, volvió con lo del “divino broche de oro” (habrá que actualizar las letras un poquito). Y cuál no sería mi sorpresa cuando El Sacri, otro de los grandes, cantó instantes después la misma saeta, palabra por palabra. Aún no había entrado, y la Virgen llevaba ya tres broches de oro. ¿Había necesidad de repetir la misma saeta? ¿Aportaba algo a la entrada de la Soledad? Por cierto, El Sacri fue el saetero al que le tocó claudicar ante nuestra Juana de Arco particular. Tras comenzar una saeta que se iniciaba así: “Soledad de San Lorenzo...”, se dio cuenta que la saetera también estaba cantando y se calló.
En toda guerra hay que arriesgar. Y hubo un saetero que arriesgó, y de qué manera, cantándole a la Soledad en latín (!!!!), aunque seguro que mi profesor del instituto habría concluido que ésa no era nuestra lengua muerta. O bien que lo muerto, muerto está, y para qué resucitarlo.
Pero la guerra de las saetas la ganó El Sacri, quien, no contento con haber participado una vez en la absurda batalla, decidió intentarlo una segunda. Claro, que no sé si cuenta como victoria, dado que esta nueva saeta se la acabó cantando a la puerta cerrada de San Lorenzo. Ignoro si, con tal de lucirse, al saetero le dio igual cantarle a la Virgen que a la puerta, al monumento a Juan de Mesa o a las palomas de los árboles, que no podían dormir con la lucha encarnizada que se libraba en la plaza.
El público, que se dio cuenta del ridículo tan espantoso que acababa de presenciar, optó por callar definitivamente al impenitente saetero con un aplauso, tras el que El Sacri dio la faena por terminada y se bajó del banco en el que estaba subido.
Y dentro de San Lorenzo se quedó la Soledad, a la que los saeteros, empeñados con afán en la causa, le estropearon la entrada en su templo, que debería haber sido en absoluto silencio, respeto y recogimiento. Es lo que se llaman daños colaterales de la guerra. Otro año será.

jueves, 26 de marzo de 2009

SALIDAS DIGNAS Y NO DIGNAS


Dicen que las comparaciones son odiosas; comparaciones que hacen patentes las dos (o más) varas de medir que se utilizan en diversas ocasiones para juzgar la situación de unos y otros.
Me centro en la cuestión. La cosa va de definir qué es una salida digna y qué no lo es. Antes incluso de la Cuaresma se decidió que la salida de la Hermandad del Sol no era digna. O por lo menos no tan digna como para llegar a la Catedral un Sábado Santo. Y todo porque no pueden salir de un templo, sino de un “tinglao” (¡qué atrevidos son en Málaga!). Eso no puede ser, dijo alguien. Como si la estación de penitencia de una hermandad en la Catedral tenga algo que ver con el lugar desde el que salga. Vamos, que las estaciones de la Quinta Angustia, El Calvario, El Amor o Pasión son mucho más dignas, porque salen de templos grandes y de enorme belleza, que la de Jesús Despojado o El Baratillo, que salen de capillas minúsculas, ¿no?.
Así que El Sol ha sufrido un triple varapalo: el del párroco de San Diego de Alcalá, que no les dejaba abrir una puerta en el templo por la presencia de unos cristalitos de colores sin mérito alguno; el de la crisis económica vía bancos que no les dan crédito para la construcción de un lugar “digno” desde el que salir; y el del Consejo, que no les ha permitido salir del “tinglao” (los malagueños están locos). Por no hablar del tema de la Milagrosa.
Pero fíjate tú por dónde, si retrocedemos sólo un año en el tiempo, nos encontraremos con la primera estación de penitencia a la Catedral de la Hermandad del Cautivo y Rescatado del Polígono de San Pablo. Y qué contentos estábamos todos (yo el primero) viendo a esta hermandad conquistando el centro de Sevilla con sus dos grandes pasos. Nadie le dio importancia a que esta hermandad no había salido de un templo, sino de un “tinglao” (¡qué listos son en Málaga!). Es verdad que es un “tinglao” un poco más estable que el que la Hermandad del Sol utilizará con atrevimiento el Sábado de Pasión para salir a la calle. Pero no deja de ser una nave. No hay muros de piedra, no hay ladrillos, no hay cubiertas con tejas, ni madera, no hay retablos, no hay altar... Pero salió a la calle y alcanzó la Catedral con todo derecho, como volverá a hacer este año y ya para siempre.
Y ahora volvamos a este año 2009. Hermandad de la Esperanza de Triana. Capilla (¿capilla?) de los Marineros. Esta cofradía realizará su salida desde un templo que se encuentra en obras. Que no tiene suelo (sino un piso de cemento), que no tiene altares, que no será más que una estancia con un aspecto realmente lamentable. ¿Es lógico que una hermandad de la grandeza de la Esperanza de Triana monte sus pasos, celebre la tradicional visita matinal del Jueves Santo y salga en la Madrugá de un templo a medio hacer? ¿Eso es una salida digna?
Lo dicho, dos (o más) varas de medir que perjudican, como siempre, a las mismas. A las cofradías más pequeñas, más humildes y con menos peso en la ciudad.

lunes, 23 de marzo de 2009

EL DOMINGO DE RESURRECCIÓN, SEGÚN MUÑOZ JIGATO


Decía el pasado año el hermano mayor de la Vera-Cruz, cuando se le preguntaba por el posible traslado al Jueves Santo, que el día más grande para cualquier hermano de esta cofradía es el Lunes Santo, por lo que no se planteaba ninguna modificación. Así ocurre con todas las hermandades. Su día más grande, con el que sueñan sus hermanos, el que esperan todo el año descontando los minutos, es aquél en el que hacen su estación de penitencia. Bueno, con todas no. Hay una hermandad en Sevilla para la que su día de salida no sólo no es el más esperado, sino que desean abandonarlo desde hace años, huir de él como alma que lleva el diablo.
Los hermanos de la Resurrección, miembros de la Hermandad de la Resurrección, que dan culto público al misterio de la Resurrección, no quieren salir el Domingo de Resurrección. Cabría preguntarse entonces por qué esos hermanos decidieron ingresar en la Hermandad de la Resurrección en lugar de en cualquier otra de las muchas que salen entre el Domingo de Ramos y el Sábado Santo, y cuyas entradas en Campana sí que son retransmitidas por la tele.
Esto es un culebrón que tiene ya más capítulos que “Yo soy Bea”. Es un culebrón que está consiguiendo que cualquier seguidor de los medios de comunicación mínimamente interesado por las cofradías sepa claramente cómo se llama el hermano mayor de La Resurrección, mientras que los nombres de los responsables de hermandades como El Gran Poder o La Macarena puede que no les suenen ni de la bulla de la feria.
Quizá sea eso lo que le guste a Juan Muñoz Jigato. Quizá por eso vuelva Cuaresma tras Cuaresma sobre lo mismo, en lugar de hablar de ello en julio o en octubre, cuando los medios de comunicación no prestan casi atención a la información cofrade. Él prefiere esperar a que falten sólo unos pocos días para la Semana Santa. Es entonces cuando tiene las ocurrencias de plantear medidas de fuerza en forma de cartas, reuniones con Palacio a escondidas del Consejo, cabildos extraordinarios para votar horarios e itinerarios ficticios, o anunciar pseudo-manifestaciones en el cabildo de Toma de Horas. Y todo eso se hace, se anuncia, se prepara durante la Cuaresma, que en julio se está muy bien en la playa.
Claro, luego le dicen que no y entonces sale con el discurso victimista. “No nos escuchan”, “no nos hacen caso”, “nos tienen marginados”... Otras veces recurre al argumento del horario tan poco apropiado para estar en la calle y la inseguridad ciudadana, aunque este razonamiento se le olvidase cuando consiguió del vicario el permiso de hacer estación a la Catedral a las dos de la mañana. Ahí ya no le afectaba tanto la inseguridad y estar en la calle en plena madrugada. Es evidente que el horario actual es malo. Pero yo lo creo de verdad, no como el señor Muñoz Jigato, que dice que es malo y pacta uno peor. El colmo del surrealismo llegó cuando declaró, sin pudor alguno, que el Domingo de Resurrección es para ir a los toros. Sin palabras.
Y como no hay primavera sin azahar ni Cuaresma sin polémica de la Resurrección, este hombre vuelve por donde acostumbra. Regresa a la batalla para derrotar al enemigo (el sentido común) por agotamiento del contrario. Con lo que darían hermandades como Los Panaderos o La Bofetá por tener, al igual que La Resurrección, 24 horas a su entera disposición...
Suerte en la lucha, Juan. Ya verás cómo más tarde o más temprano conseguirás lo que te propones y podrás pasar un Domingo de Resurrección como a ti te gustaría: viendo por la mañana una y otra vez la entrada en Campana de tu hermandad, grabada de las retransmisiones de la televisión el día anterior; luego una siestecita; y más tarde a los toros, eso sí, con el permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide... ¡Vaya por Dios! Igual que la estación de penitencia...

martes, 17 de marzo de 2009

DIÁLOGO IMPOSIBLE



Dentro de tres semanas será Lunes Santo. A esta hora ya estará por las calles de Sevilla la Hermandad del Polígono de San Pablo, es decir, la de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado y Nuestra Señora del Rosario, en la que será su segunda estación de penitencia a la Catedral después de su estreno el pasado año. Unos meses antes de la Semana Santa de 2008, la web pasioncofrade.net publicó este artículo que escribí al hilo de la sustitución de la antigua imagen de la Virgen del Rosario, obra de Luis Alberto García Jeute, por la nueva, de Luis Álvarez Duarte. Podríamos decir que se trata de una fábula, dado que es un diálogo entre las dos imágenes, la antigua y la nueva, a las que me refiero como Charo y Rosario. Una viene y la otra va. En el seno de la cofradía, e incluso fuera de ella, hubo quien se tomó el artículo bastante mal y lo calificaron algunos incluso de irreverente. Otros, con la mente mucho más abierta, lo interpretaron como lo que es, un cariñoso homenaje a la Virgen sustituida, después de un buen número de años recibiendo las oraciones y la devoción de los vecinos del Polígono, barrio por el que salía en procesión cada año en los días previos a la Semana Santa.

DIÁLOGO IMPOSIBLE
Barrio del Polígono de San Pablo. Parroquia de San Ignacio de Loyola. Una mujer joven, de llamativos ojos verdes, entra en las dependencias parroquiales y se encuentra con otra mujer que, sentada, se muestra en actitud de esperar.

ROSARIO: Hola, buenas tardes.
CHARO: Hola.
R. ¿Se puede?
C. Sí, claro, pase.
R. Es ésta la parroquia de San Ignacio de Loyola, ¿verdad?
C. Sí, sí. Ésta es. ¿A quién está buscando? ¿Al párroco?
R. No. Busco a alguien de la Hermandad. ¿Sabe si están ahora por aquí?
C. Imagino que sí. Yo también los estoy esperando.
R. Ay, perdone. No me he presentado. Me llamo Rosario.
C. ¡Vaya! Pues yo también.
R. ¡Qué casualidad!
C. Aunque aquí me llaman Charo. Es que me tienen mucha confianza, ¿sabe? He pasado en el barrio toda mi vida.
R. Ah. ¿La quieren mucho aquí?
C. Pues sí, desde siempre. Lo que pasa es que ahora me tengo que ir.
R. ¿Del barrio?
C. Sí.
R. ¿Y eso?
C. Bueno, son cosas que pasan. Por lo visto ha llegado el momento de que me sustituyan.
R. Uy. Me temo que ya sé lo que ocurre.
C. ¿A qué se refiere?
R. Que a mí me han llamado de la Hermandad para sustituir a alguien. Yo que llego y usted que está esperando para irse... Y luego está lo de la coincidencia en los nombres...
C. Ya veo por dónde va. Usted va a ser yo a partir de ahora.
R. Cuánto lo siento.
C. No se preocupe. Es normal. Ya ha pasado otras veces.
R. Estaba yo... esperando... y me avisaron de que había una vacante en esta parroquia, y...
C. No hace falta que se justifique. Usted no tiene la culpa. Supongo que ya he cumplido mi misión en el barrio.
R. Pero ahora yo me siento un poco mal.
C. No hay porqué. Además, viéndola ahora lo entiendo. Con esos ojos verdes... esa piel tan morena...
R. Bueno, ya sabe. En Jerusalén en esta época pega el sol con bastante fuerza.
C. Ya me imagino. A mí es que hace tiempo que no me da el sol. Fíjese que ni siquiera salí a la calle este año...
R. ¿Qué pasó? ¿Llovió?
C. Bueno... no exactamente. Cayeron algunas gotas. Pero se decidió no salir. Y eso que este año iba a visitar a Consolación. Es otra compañera de aquí cerca. Pero nada, me quedé con las ganas. Me dio bastante pena. Sobre todo porque ya sospechaba yo que sería la última vez que me subirían en el palio.
R. Ah, ¿tendré ya un paso de palio?
C. Sí, azul. Muy bonito. Aunque imagino que también lo sustituirán dentro de poco. Es un palio que está bien para mí. Pero quizá piensen que no es adecuado para usted.
R. No diga eso. ¿Y cuándo sale la Hermandad?
C. Hasta este año el Sábado de Pasión. Pero el año que viene saldrá ya en Semana Santa. Ha tenido usted suerte. Va a entrar en la Catedral.
R. Ah, ¿sí?
C. Pues sí. Es lo que se llama “llegar y besar el santo”. Claro que yo estuve en la Cruz del Campo.
R. Es verdad, la famosa Cruz del Campo...
C. Hasta ahí llegamos el año pasado. Fue muy emocionante porque conocimos el origen mismo de la Semana Santa.
R. ¡Qué bien! Pero ha dicho “conocimos”. ¿Con quién fue?
C. Pues con mi hijo. Bueno, ahora será el suyo. Asómese ahí, dentro de la iglesia. Está en su altar.
R. A ver... Uy, sí, ahí está. ¡Qué hermoso!
C. Sí, ahora que lo pienso se parece bastante a usted. Creo que porque vienen del mismo sitio.
R. Es posible. Parece que tiene los ojos verdes como yo.
C. Sí, verdes los tiene. Lo quieren también mucho en el barrio. Lo llaman Cautivo y Rescatado.
R. Muy bonito, sí señor. Y usted, ¿dónde va a ir?
C. Pues todavía no lo sé. Aquí me tienen esperando. Me sacaron del altar una noche a altas horas, y aún no sé dónde me llevarán. Pero sí sé que fuera de Sevilla.
R. ¿La destierran? ¡Ay, qué pena!
C. No se preocupe. Encontraré un sitio donde me quieran.
R. ¿Y yo? ¿Cree usted que a mí me querrá este barrio?
C. Con locura, claro que sí. ¿Por qué? ¿Tiene dudas?
R. Hombre, como soy nueva... y la sustituyo a usted.
C. Verá, le dejaré un regalo.
R. ¿A mí? ¿Cuál?
C. La devoción de mi barrio. El cariño y el respeto que me han dado a mí durante tantos años. Se lo dejo como recuerdo. Así no se olvidará de mí. Y mi gente tampoco.
R. Muchas gracias, Charo.
C. De nada.
R. Pero yo, ¿qué puedo hacer por usted?
C. ¿Por mí? Muy sencillo. Proteja usted a mi gente. Cuide de todos ellos. Atienda sus oraciones y sea el orgullo de esta zona de la ciudad. Entre en Campana el año próximo como una reina y hágame un hueco imaginario en su palio cuando recorra las naves de la Catedral. Yo, desde donde esté, no me perderé ese momento.
R. Así lo haré, Charo.
C. Pues muchas gracias, Rosario.