Ése fue el caso de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras, que sorprendió a los fieles dejando de lado su propia advocación, ya que apareció vestido completamente con una túnica blanca y sobre ella un mantolín rojo, recordando en gran medida al Señor de la Cena. Detrás, en su lugar de culto habitual se encontraba la Virgen de los Dolores y Misericordia vestida ya de hebrea.
martes, 21 de febrero de 2012
CUATRO CRISTOS A LA ALTURA DEL DEVOTO
El pasado fin de semana tuvieron lugar diversos besapiés y besamanos de las imágenes de Cristo de algunas hermandades, que antes incluso de la llegada de la Cuaresma coincidieron en la celebración de este culto interno. Era sólo el adelanto de lo que está por venir.
Ése fue el caso de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras, que sorprendió a los fieles dejando de lado su propia advocación, ya que apareció vestido completamente con una túnica blanca y sobre ella un mantolín rojo, recordando en gran medida al Señor de la Cena. Detrás, en su lugar de culto habitual se encontraba la Virgen de los Dolores y Misericordia vestida ya de hebrea.
En la Anunciación ofrecía su mano, la que dirige en su paso a la Verónica, Nuestro Padre Jesús con la Cruz al Hombro. El clasicismo es la nota predominante en los cultos que habitualmente organiza la Hermandad del Valle y esta ocasión no fue una excepción.
Aún en el exilio, y quién sabe por cuántos años más, el Santísimo Cristo de la Exaltación se expuso en besapié en el presbiterio de la Parroquia de San Román, mientras la Virgen de las Lágrimas y San Juan Evangelista parecían mantener su sacra conversación en el altar provisional de la hermandad.
Finalmente, en la Capilla de los Ángeles tuvo lugar el besapié del Santísimo Cristo de la Fundación, aunque éste, al contrario que el anterior, fue colocado en vertical. La iluminación del montaje dispuesto por la priostía la componían los cuatro faroles del paso.
Ése fue el caso de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras, que sorprendió a los fieles dejando de lado su propia advocación, ya que apareció vestido completamente con una túnica blanca y sobre ella un mantolín rojo, recordando en gran medida al Señor de la Cena. Detrás, en su lugar de culto habitual se encontraba la Virgen de los Dolores y Misericordia vestida ya de hebrea.
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