La única dolorosa que estuvo expuesta en besamanos el pasado fin de semana fue la que muchos consideran la más antigua de la Semana Santa sevillana. En su capilla de la Parroquia de San Lorenzo bajó de su altar María Santísima en su Soledad. Con manto negro y saya blanca, ambos bordados en oro, y con la diadema de salida, la Virgen fue colocada delante del respiradero frontal de su paso, sobre el que se situó la cruz con el sudario, dos ángeles y dos de los candelabros laterales. Además, formaron parte del montaje los antiguos faroles de cola del palio de la Virgen de la Merced, que han iluminado en los últimos años el paso de la Virgen del Prado, del Salvador. Son unas piezas que han sido ya utilizadas por un buen número de hermandades, ya que, por ejemplo, también se pudieron ver en algunas salidas procesionales de la Virgen de los Reyes de la Hermandad de los Sastres e incluso en el reciente besapié de Nuestro Padre Jesús de la Pasión.
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