lunes, 7 de mayo de 2012

REGRESO TRIUNFAL DE SANTA LUCÍA


El mayor aplauso que Lutgardo García recibió durante su Pregón de las Glorias del pasado sábado en la Catedral no fue por sus cuidados versos dedicados a los titulares de las hermandades letíficas ni por las tiernas palabras con las que recordó a su abuela Inés, sino que llegó tras pedirle a las autoridades que la pequeña Virgen del Carmen que hoy recibe culto en San Román no deje nunca de ser de Santa Catalina. Reclamaba así el pregonero un poquito de atención para el templo cuyo estado es una auténtica vergüenza para la ciudad y que, para más inri, se encuentra a pocos metros de las setas.
Testigo de excepción de este pregón fue Santa Lucía, otra habitante exiliada en San Román. Su hermandad había sido la elegida para presidir este acto, lo que fue algo histórico, ya que es la primera vez que se escoge a una cofradía con títular letífico; es decir, que rinde culto únicamente a un santo (santa, en este caso), y no a una imagen de Jesús o de la Virgen.
Ayer, domingo, fue el triunfal regreso de Santa Lucía desde la Catedral, de la que salió por la Puerta de los Palos en dirección al Ayuntamiento. Abría el cortejo la Banda de Cornetas y Tambores Varón de Dolores, de la Hermandad del Sol.


Hasta su llegada a la Plaza Nueva acompañaron a la cofradía con su estandarte un buen número de hermandades de gloria e incluso algunas de penitencia, como San Roque, San Benito, la Mortaja, los Gitanos, la Cena y la Exaltación, cerrando la sucesión de bacalaos, como es lógico, el de la propia Hermandad de Santa Lucía.




El inicio del recorrido estuvo absolutamente repleto de personas, sobre todo en las gradas de la Catedral de la calle Alemanes. Hubo muchos despistados entre el público que no sabían muy bien qué estaban viendo, por no hablar de los turistas extranjeros que, como suele ser habitual y como hacía una pareja de italianos en Hernando Colón, suelen prestar casi más atención a los pies de los costaleros que a la imagen que va arriba. Otra señora, con acento de más allá de Despeñaperros, preguntaba cómo se llamaba "la Virgen". "Es Santa Lucía". "Ah, pues qué bonita es. Y ¿por qué sale hoy?".









La Santa llevaba una corona plateada, además de la aureola (diferente a la que suele llevar en su anual salida procesional), la habitual palma, símbolo del martirio, la espada, en alusión a la que le atravesó la garganta, y el platillo con los dos ojos. Asimismo, portaba una medalla que colgaba de la mano derecha.




En cuanto al exorno floral, en la peana había rosas rojas, mientras que sobre los respiraderos se situaron claveles blancos y en las esquinas, gladiolos también blancos.



Detrás del llamador había un doble relicario con una cruz que separaba una reliquia de la santa italiana y otra de Santa Ángela de la Cruz, situadas cada una en el interior de sendas flores plateadas.







En el conjunto del paso destacaba la reciente restauración del dorado, tanto en la peana y respiraderos como en los candelabros de guardabrisas.










Una vez en la Plaza de San Francisco, el paso se dirigió hacia la Plaza Nueva, a la que accedió atravesando el Arquillo del Ayuntamiento a los sones de "Caridad del Guadalquivir", interpretada por la Banda de Música de Nuestra Señora del Sol. Posteriormente, las representaciones de las hermandades que integraban el cortejo hicieron un pasillo en el andén hasta la puerta principal del Consistorio, como suele ocurrir en este tipo de salidas extraordinarias. Y desde allí, por Granada volvió a la Plaza de San Francisco para continuar hacia el Salvador, la Alfalfa, San Pedro y regresar a San Román por Doña María Coronel y Peñuelas.












Dos cofrades lo comentaban en la calle Hernando Colón, mirando con orgullo a la Patrona de la vista: "Esto es algo histórico; esto ya no lo vamos a vivir más". Santa Lucía regresaba a su exilio de San Román tras haber pasado un fin de semana inédito en la Catedral. Será, sin duda, aún más emocionante el día que regrese a Santa Catalina. Que la Santa nos cuide la vista para poder ver tan esperado momento en sólo unos pocos años.

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