El enorme retablo del Santísimo Cristo de las Tres Caídas, último diseño de Manuel Guzmán Bejarano y que ha sido llevado a la madera por su hijo, ha empezado a tomar forma en la Capilla de los Marineros. Finalmente, dado el altísimo coste de la obra, la junta de gobierno de Adolfo Vela decidió montarlo sin dorar y que sea la nueva junta, la que saldrá de la segunda vuelta de las elecciones del próximo 9 de julio, la que remate la obra o no con el brillo del pan de oro.
Tras la restauración del retablo de la Virgen de la Esperanza y la reciente realización de los que ocupan San Juan Evangelista y el Cristo de la Humildad y Paciencia, sólo el Cristo de las Tres Caídas carecía de un altar propio que ahora ha comenzado a instalarse en la zona ampliada de la capilla.
El estilo del retablo tiene claramente la impronta de los diseños de Guzmán Bejarano, ya que de hecho recuerda a no pocos altares y pasos salidos de su ingenio durante tantos años, empezando por el propio canasto del misterio de las Tres Caídas.
Mientras se lleva a cabo el complicado proceso de montaje del retablo, el Santísimo Cristo de las Tres Caídas ha sido ubicado ante el altar mayor de la capilla, a los pies de la Virgen de la Esperanza. Ambas imágenes visten estos días prendas de tonalidades parecidas. El Cristo lleva una túnica lisa burdeos y la dolorosa un manto rojo bordado en oro.
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