El resultado es este altar que vemos en las fotografías donde aparece la Virgen de la Hiniesta elevada sobre un risco entre retamas y a sus pies Per de Tous y su perro, responsable del hallazgo al estar persiguiendo a una perdiz que se ocultó entre las ramas y que también aparecía representada en el altar.
Según la leyenda, alguien ocultó a la Virgen para protegerla durante la invasión musulmana, pero dejó junto a ella la inscripción “Sum Hispalis de sacello ad portam quæ ducit ad Corduvam” (“Soy de Sevilla, de una capilla junto a la puerta que encamina a Córdoba”) para ser devuelta a su lugar de origen cuando fuera posible, papel que le tocó desempeñar a Per de Tous. El montaje tenía como base los antiguos respiraderos del paso de palio de la Hiniesta Dolorosa, obra de Cristóbal Ortega (1893), adquiridos en 1916 a la Hermandad de la Amargura y utilizados por la cofradía de San Julián durante cincuenta años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario