sábado, 8 de septiembre de 2012

CERRADO POR VACACIONES


Situémonos. Pasea uno por las calles de Sevilla en agosto (que sí, que también hay que tener ganas con “toa la caló”), llega a las puertas de una iglesia y encuentra un cartel que informa que durante todo el mes estará cerrada. Va luego a otra y lo mismo. Y otra, y otra más. Eso es lo que de toda la vida se ha llamado un “cerrado por vacaciones”, típico de las mercerías o de las tiendas de ultramarinos.
Sí, vacaciones. Pero vacaciones, ¿de quién? ¿De las imágenes de Cristo, Virgen y santos que hay en su interior? Pues no, claro. ¿De los devotos y feligreses? Pues hombre, alguno se irá a Matalascañas, a Chipiona o a Kuala Lumpur. Pero seguro que ni mucho menos la totalidad del vecindario y, con los tiempos que corren, ni siquiera la mitad.
El caso es que hay templos o hermandades encargadas de los mismos que cuelgan el cartel en la puerta y se van, váyase usted a saber dónde. Y los Cristos, Vírgenes y santos se quedan en la soledad de sus retablos, mientras los feligreses y devotos buscan en sus carteras alguna estampita a la que rezar o algún otro templo donde escuchar misa.
Porque ésa es otra: ¿no hay un mandamiento que dice que hay que santificar las fiestas? ¿Y agosto? ¿No tiene domingos ni fiestas de guardar? Se ve que no. O si acaso la fiesta se guarda, sí, en un cajón y ya nos vemos en septiembre.
Ya sabemos que en Sevilla para encontrar un templo que abra un decente número de horas hay que irse al Salvador (antigua parroquia, hoy iglesia-museo ‘pay per pray’) o a la ejemplar Parroquia de San Bartolomé (ésta sí, acogedora iglesia de las de toda la vida). Incluso algunos templos en los que se invirtió mucho dinero público para su restauración pasan el noventa por ciento de las horas del día cerradas a cal y canto (veremos sin con Santa Catalina, si es que algún día se restaura, ocurre lo mismo).
Pero vamos, que una cosa es tener una iglesia cerrada durante veintitrés horas al día, y otra es que durante treinta días no entre ni el aire en un lugar de culto y oración.
Dado que la práctica totalidad de los templos que cierran por vacaciones pertenecen a hermandades o bien son administrados exclusivamente por ellas, y teniendo en cuenta que rara es la hermandad que en Sevilla no alcanza como mínimo los mil hermanos, yo me pregunto: ¿Realmente es inevitable cerrar durante todo un mes o más? ¿No hay nadie que pueda quedarse al cargo?
Cierren ustedes, si quieren, sus sedes administrativas, sus casas de hermandad, pero sus sedes canónicas son iglesias, son templos, lugares de culto y centros de la devoción cristiana. Pertenecen, por tanto, a todos los cristianos. No me cierren mi casa, nuestra casa. En cualquier caso, ya que estamos en septiembre, bienvenidos. Espero que vengan todos de la playa muy morenitos…

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