La Hermandad del Baratillo vivió en la noche de este sábado el traslado de Nuestra Señora de la Piedad y el Santísimo Cristo de la Misericordia a la Iglesia de San Jorge, perteneciente al Hospital de la Caridad, para la función principal que tendrá lugar hoy, domingo, a las diez y media de la mañana.
Sobre unas nuevas andas adornadas con claveles rojos e iluminadas por cuatro de los guardabrisones con velas azules que forman parte de su paso procesional, la Piedad salió a las calles por primera vez desde su restauración del año pasado a cargo de Juan Manuel Miñarro. Vestía manto negro y saya burdeos, ambos bordados en oro, y lucía la diadema de salida.
El cortejo comenzó a salir a eso de las ocho y media de la tarde, encabezado por cruz alzada y ciriales, tras la que iban varias parejas de hermanos con cirios azules. Después venía el estandarte corporativo y un tramo más de hermanos antes de la Escolanía María Auxiliadora y el cuerpo de acólitos.
El capataz de la Piedad, Julián Huertas, se encargó de guiar las andas durante el breve traslado hasta San Jorge, aunque en algún momento se turnó con el capataz de la Virgen de la Caridad, Rafael Díaz Talaverón.
Mucha gente acompañó a la hermandad en el traslado, que desde la calle Adriano tomó Antonia Díaz, Techada y Pavía, para salir a la confluencia entre Dos de Mayo y Temprado, donde las andas se detuvieron ante la representación de la Hermandad de las Aguas, que con el estandarte salió a recibir a la Piedad y al Cristo de la Misericordia.
Ya en la calle Temprado, la Piedad del Baratillo avanzó
hasta una de las puertas de acceso al recinto del Hospital de la Caridad,
superando la dificultad que supone cada año traspasar la reja por la baja altura
de su remate superior y por su estrechez. Ello obligó a retirar los zancos de
las andas y los cofrades encargados de portarlas tuvieron que llevarlas durante
algunos metros sujetando el peso con los brazos y no con los hombros.
Una vez dentro del atrio, los hermanos condujeron a la
Piedad hasta la iglesia, teniendo ahora que subir los escalones que salvan la
diferente altura del templo con respecto a la calle. Para ello, se pidió a las
muchas personas que se encontraban en la zona que dejaran espacio para poder
realizar la difícil maniobra, que se completó perfectamente.
Una vez dentro, las andas fueron conducidas hasta el
presbiterio. Allí, los cofrades que las portaban giraron sobre sí mismos para
dejar a la Virgen de la Piedad y al Cristo de la Misericordia mirando hacia los
pies de la única nave de la iglesia y con el impresionante retablo en el que Pedro Roldán talló el
entierro de Cristo a su espalda.
El traslado de vuelta a la Capilla de la Piedad tendrá lugar
en la mañana de este domingo, al término de la función principal, que será
oficiada por quien ha predicado el quinario, el padre Antero Pascual Rodríguez,
rector del Seminario Metropolitano de Sevilla.
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