Cuando era pequeño y, por fin, era Domingo de Ramos, una de las primeras emociones de la Semana Santa consistía en ver por las calles al primer nazareno camino del templo para la salida de su cofradía. Asomado a una ventana en la casa de mis tíos y mirando hacia la calle Larga, recuerdo un año en que ese primer nazareno fue uno que, fugazmente, cruzó con celeridad rumbo a la capilla del Colegio de San José. Era de la Borriquita. Otro año fue un blanco nazareno del Transporte. Quizá, no lo recuerdo, en alguna ocasión fuera de la Coronación, pero nunca de las Angustias, porque era y es la última en salir.
En aquellos Domingos de Ramos de la infancia, con sólo cuatro hermandades por las calles de Jerez, ésas eran las opciones. Este año, en una esperada Semana Santa del reencuentro con la fe y la devoción del pasado que me hizo irremediablemente cofrade para los restos, también había de ser un nazareno de azul y blanco el primero en encontrarme; ahora en un Domingo de Ramos de seis cofradías. Pero esta vez no fue casual, sino premeditado, buscado. El Domingo de Ramos de 2018, el primero en Jerez después de veinte años, tenía que comenzar con la Borriquita.
Y, sin embargo, hubo que esperar algo más de lo previsto. La meteorología no estaba por tranquilizar al personal. Las nubes iban y venían sin que el sol terminara definitivamente de ganar la batalla. La primera cofradía en salir, la de Pasión, tenía que ponerse en la calle a las tres y diez. Demasiado pronto para lo que la previsión del tiempo aconsejaba. La solución llegó enseguida y la anunció la Unión de Hermandades a través de sus redes sociales: el Domingo de Ramos se retrasaba en sesenta minutos. De esta forma, pese a que durante la madrugada se había cambiado la hora y a las dos ya fueron las tres, a todos los efectos de horario y luz solar, las seis cofradías de la jornada iban a salir como si los relojes no hubieran cambiado.
En Pasión, las tres y diez se convirtieron en las cuatro y diez, y así con todas las cofradías en todo su itinerario. Pero mi Domingo de Ramos iba a comenzar con la Hermandad de la Borriquita, que tenía prevista la salida a las cinco y, sin embargo, se retrasó hasta las seis. Curioso. Esa hora, las seis de la tarde, era la de la salida de esta cofradía lasaliana cuando yo era niño. Lo fue hasta hace unos cuantos años, cuando las cofradías jerezanas decidieron adelantar sus horarios para acabar con las entradas excesivamente tardías.
Con rigurosa puntualidad (al margen del retraso ya comentado), se abrieron las puertas de la capilla del Colegio de San José, las que dan al patio interior desde el que posteriormente la cofradía sale a la pequeña placita dedicada al vecino Señor de la Sagrada Cena. Y con la apertura, el definitivo reencuentro con la ilusión infantil, representada en esos pequeños monaguillos con palmas que antecedían a las personalísima cruz de guía de la hermandad.
La cofradía que en 1949 fundaron un grupo de antiguos alumnos lasalianos de Jerez estaba por fin en la calle. Y aunque por el cielo seguían paseándose de tanto en tanto las últimas nubes de gris amenazante, nada podía con la ilusión y hasta los nervios de ver asomarse por el arco de acceso al patio del colegio el paso de misterio de Cristo Rey en su Entrada Triunfal en Jerusalén, talla de Tomás Chaveli a la que rodean las de otros autores, como San Juan, de Sebastián Santos, o una imagen que se estrenaba este año de un hombre arrodillado en la trasera del paso, obra de Fernando Aguado, autor también de la imagen de San Pedro estrenada el año pasado y de una niña que se pudo ver por primera vez en 2016.
Martín Gómez, el capataz que dejó muerto en el Convento de Capuchinos al Señor antes de ser amortajado la noche del Sábado de Pasión, se ponía ahora frente a un Jesús triunfante, recibido como rey, de forma efímera, por el pueblo de Jerusalén. La música, que comenzó a sonar desde que el paso estuvo en la calle y especialmente durante una lenta revirá ya en la Plaza Nuestro Padre Jesús de la Sagrada Cena, la puso la Banda de Cornetas y Tambores del Cautivo de Málaga.
El paso, que presenta varias capillas inspiradas en la fachada del Monasterio de la Cartuja jerezana, estaba perfectamente adornado con rosas rojas, además de la habitual palmera, inexistente en mis primeros años de cofrade. La palmera permaneció bajada hasta poco antes de encaminarse hacia la puerta de la Parroquia de San Marcos, donde esperaba una representación de la Hermandad de la Cena y hacia la que el misterio de la Borriquita llegó con la marcha "Cristo del Amor".
Detrás, después de los nazarenos del palio, que ya no portan palmas sino cirios, la belleza de una Madre que también es hija: Nuestra Señora de la Estrella. Su autor, Sebastián Santos, se inspiró en los rasgos de una hija monja para dar forma a esta dolorosa que los cofrades de la Borriquita vieron en su taller y de la que se enamoraron. Al parecer, para el imaginero no fue fácil desprenderse de ella, pero finalmente aceptó y Jerez ganó una de las más bellas dolorosas de su Semana Santa.
Rosas blancas adornaban este interesantísimo palio de terciopelo azul bordado en oro, que desde 2012 cuenta con un manto también bordado y que Jesús Rosado realizó coincidiendo con el LX aniversario de la aprobación de las primeras reglas de la hermandad. El capataz, Manuel Serrano, mandó ante la Estrella, que en el inicio de su recorrido contó con el encadenado de las marchas "La Estrella Sublime" y "Como tú, ninguna". Posteriormente, alcanzaría la puerta de San Marcos con "Triunfal" y se marcharía rumbo a la Plaza Rafael Rivero con "Corpus Christi"; todo ello, gracias a la labor de la Banda Municipal Maestro Enrique Galán, de Rota.
No lejos de allí, tras haber salido de la Ermita de Guía, buscaba por la Plaza Plateros la carrera oficial la Hermandad del Perdón, cofradía que desde su primera estación de penitencia en 1973 hasta hoy ha conocido cuatro jornadas: Sábado Santo, Viernes Santo, Madrugada y, desde 2007 y parece que definitivamente, Domingo de Ramos.
Tampoco es la antigua ermita extramuros de la ciudad la única sede que ha conocido, sino que se fundó en la Parroquia de Santa Ana, compartiendo sede durante muchos años con la Hermandad de la Candelaria, razón por la que una representación de cada cofradía sigue participando en la salida de la otra.
En el paso del Santísimo Cristo del Perdón, adornado con lirios morados salpicados de calas y claveles rojos, estaba la principal novedad de este año, como eran los nuevos candelabros de guardabrisa de las esquinas, tallados por Álvaro Berrocal, y que han venido a sustituir a los habituales hachones de color tiniebla que ha llevado desde el estreno del actual paso, obra de Antonio Martín.
Suele llamar la atención el crucificado, que no responde a la iconografía habitual, sino a unos postulados más modernos que se detectan, por ejemplo, en la ausencia de una poblada barba, en la posición de las manos o en el planteamiento del paño de pureza.
La Banda de Cornetas y Tambores de La Merced de Huelva ponía sus sones tras el Cristo que va perdonando desde la cruz, con marchas como "Y tú, Estrella" o "Misericordia isleña" para alcanzar el tramo más estrecho de la calle Tornería.
Y tras el jovencísimo crucificado de Francisco Pinto, la Virgen del Perpetuo Socorro, dolorosa restaurada el año pasado y que hasta 1992 acompañaba al Cristo del Perdón al pie de la cruz. Recientes investigaciones atribuyen esta imagen a un imaginero del siglo XVIII llamado Diego Manuel Felices de Molina, aunque durante años se apuntaba a una posible procedencia italiana, dado que fueron varios los imagineros de dicha nacionalidad que habitaron en aquellos tiempos la zona sur de la provincia de Cádiz. De la Catedral, donde fue hallada en el siglo XX, pasó a ser titular de la Hermandad del Perdón y hoy preside un original paso de palio que en sus caídas combina las líneas rectas de un palio de cajón con las propias de uno de figura.
La Banda de Música Virgen del Castillo de Lebrija acompaña a esta dolorosa, que entró en la Plaza Plateros con la marcha "Mater mea" y que después continuó por Tornería con "Virgen del Valle".
Avanzaba el Domingo de Ramos y por la calle Escuelas se acercaba a la carrera oficial la Hermandad del Transporte, fundada por el gremio de transportistas devotos de San Cristóbal y que rescataron para el culto la talla de un Cautivo que se encontraba en la Basílica de la Merced, donde establecieron su sede. Hoy ese Cautivo se llama Nuestro Padre Jesús del Consuelo y, después de presidir esta Cuaresma un vía crucis extraordinario por el octavo centenario de la Orden Mercedaria, volvía a salir a las calles, esta vez sobre su enorme paso de misterio, en el que es despreciado por Herodes, quien, ciego él, lo toma por un loco.
La Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Rosario, de Cádiz, repetía acompañamiento en Jerez después de ir el día anterior tras el Cristo de la Sed. Por su parte, el capataz del misterio es el propio hermano mayor, Manuel Monje, quien hizo lo propio el Sábado de Pasión con el paso de la Misión Redentora.
En este misterio, obra en el conjunto escultórico de Francisco Pinto, mientras que el Señor se atribuye al círculo de Pedro Roldán, se han estrenado este año unas tallas de santos vinculados a la Orden de la Merced en las esquinas, sustituyendo así a las imágenes anteriores.
Avanzando de forma valiente, el paso del Desprecio de Herodes salió de Escuelas a la Plaza del Mamelón dispuesto a rodearla para acceder por Eguilaz a la Plaza Aladro, punto de inicio, parece que por último año, de la carrera oficial jerezana.
De nuevo hay que hablar de Sebastián Santos Rojas. Dos dolorosas suyas tiene Jerez y las dos salen a las calles el Domingo de Ramos. En este caso, hablamos de Madre de Dios de la Misericordia, bellísima dolorosa que viste de blanco, como los nazarenos de la hermandad y como los mercedarios. Precisamente, como guiño a ese octavo centenario de la Merced, de nuevo ha salido este año el palio del Transporte con las bambalinas delantera y trasera cambiadas de sitio, al igual que ocurrió en su salida extraordinaria de noviembre de 2016 (ver). De esta forma, el emblema mercedario, que en condiciones normales va detrás, ha estado ubicado delante, mientras que lo que veíamos en la parte de atrás era el escudo de la hermandad, bordado, como el conjunto de las caídas, sobre malla. El techo, sin embargo, es de terciopelo blanco y cuenta con la Virgen del Rocío en la gloria, mientras que en la delantera hay una pequeña imagen de orfebrería de la Virgen de los Reyes, dado que Jerez perteneció hasta 1980 a la Archidiócesis de Sevilla.
Hay que apuntar como estreno de este paso la restauración de los doce varales, lo que ha permitido eliminar la base de madera que tenían para que el palio tuviera una mayor altura. Por otro lado, en las jarras veíamos orquídeas, como en el caso del palio de la Hermandad del Perdón.
Para la Reina del Transporte, como se la denomina en muchas ocasiones, la Banda de Música Pedro Álvarez Hidalgo, de Puerto Real, interpretó una sucesión de marchas sevillanas por esta zona. Así, aún en la calle Escuelas sonó "Virgen de los Negritos", a la que siguieron ya en el Mamelón "La Caridad del Arenal", "Esperanza Macarena" y "Virgen de los Reyes".
La noche cayó con la Hermandad de la Coronación en las últimas calles antes de su llegada a la carrera oficial. Desde Compañía de María, la cofradía buscaba Zaragoza, donde pasó ante un balcón que, al contrario que en años anteriores, no estaba engalanado. Es la casa de Ángeles y Paco, un matrimonio que, como dijo el capataz del paso de misterio, Tomás Sampalo, están en el Cielo. Por ellos fue una levantá del enorme paso ante la presencia de algunos familiares del matrimonio, que se comprometieron a que el Domingo de Ramos de 2019 el balcón vuelva a presentarse perfectamente engalanado.
El misterio de la Coronación de Espinas, al que ponía sus sones musicales la Banda de Cornetas y Tambores Santísimo Cristo de la Vera-Cruz, de Los Palacios y Villafranca, es un conjunto que conjuga los nombres de Luis Álvarez Duarte, autor de las tallas secundarias, y Manuel Guzmán Bejarano, responsable del paso. En cuanto a la imagen del Señor, que acaba de ser retirada del culto para su restauración, es una obra atribuida al alemán Pietro Grass y al flamenco Elías Mez, del siglo XVII.
Una variedad floral de tonalidades moradas exornaba el paso de misterio, presidido por el Señor de la Coronación, que era humillado por dos sayones y un soldado romano, y que contaba este año con una clámide de damasco de color púrpura y tenía en la cabeza unas potencias de plata.
Cerrando la cofradía, la Virgen de la Paz en su Mayor Aflicción, que ha salido por primera vez después de su intensa restauración a cargo de Pepa Segura y Cristina Espejo. La tonalidad mucho más clara del rostro de esta dolorosa de José Rivera, que reprodujo en ella los rasgos de la sevillana Virgen de la Angustia de los Estudiantes, se hacía muy evidente, sobre todo al estar iluminada por la completa candelería del gran paso de palio que la cobija.
Grandes rosas de color blanco adornaban este paso, que en la delantera cuenta con una reproducción en plata de la Virgen de los Desamparados, Patrona de Valencia, al estar la capilla de la hermandad dedicada precisamente a esta advocación.
Con la marcha "Esperanza de vida", interpretada por la Banda Municipal de Música de Villalba del Alcor, la Virgen de la Paz salió a la calle Zaragoza en su camino hacia la Plaza Aladro, guiada por el capataz Isaac Núñez.
El contrapunto a la jornada del Domingo de Ramos lo pone la última hermandad en pasar por la carrera oficial, la Hermandad de las Angustias, siempre acompañada por las infantiles voces de la Escolanía del Oratorio Festivo. La Semana Santa no ha hecho más que empezar y la Virgen ya abraza el cuerpo inerte de Jesús en un grandioso paso tallado, como el de la Coronación, por Guzmán Bejarano.
Tras el cortejo de nazarenos de ruán negro, la Virgen de las Angustias volvió a maravillar sobre su paso, alumbrado por unos candelabros de guardabrisa diseñados como si fueran los candelabros de cola de un paso de palio, pero orientados hacia dentro; una genialidad que quizá para muchos pase desapercibida, pero que contribuye a incrementar la luminosidad del conjunto que conforman la dolorosa, obra anónima del XVI, y el Cristo, de 1942, primera de las cuatro imágenes del Señor obra de Ramón Chaveli que forman parte de la imaginería procesional jerezana.
Con Joaquín Bernal como capataz, el paso de las Angustias, bajo el que van un total de 28 costaleros, salió de Caracuel a la Plaza de San Andrés, para buscar a continuación Aladro por la calle Santa Rosa. Las Angustias, sobre un monte de rosas rojas, echaba el cierre al primer día de carrera oficial.
Y mientras la última cofradía de la jornada estaba entrando en la carrera oficial, en el otro extremo de ésta, la Hermandad de Pasión emprendía el largo camino de regreso a la Capilla de Santa Ángela de la Cruz tras haber realizado su segunda estación de penitencia a la Catedral. Esta joven hermandad, aprobada como penitencial en 2012, representa el misterio de las Negaciones de San Pedro, un misterio que está tallando íntegramente Antonio Jesús Dubé Herdugo y al que se ha incorporado este año en la trasera una nueva figura, la del sayón Malco.
El Señor de la Pasión, con su túnica de raso púrpura con bordados dorados, volvía a casa por la calle De la Rosa y Manuel María González, para a continuación tomar por la Alameda Vieja, una zona con bastante tranquilidad para poder disfrutar de cada detalle de este paso en el que San Pedro dice no conocer ni haber tenido relación alguna con un Cristo que asiste paciente y comprensivo a la escena. Tres veces oirá cómo la piedra de su Iglesia le niega y tres veces le preguntará si le quiere cuando vuelvan a encontrarse tras la resurrección.
Ezequiel Simancas comandaba la cuadrilla de costaleros de este paso, tras el que se ha estrenado la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora de la Merced de El Viso del Alcor, que ha venido a sustituir a la Banda de la Elevación de Campo de Criptana (Ciudad Real), que fue la encargada de acompañarlo en el estreno de la Hermandad de Pasión como cofradía del Domingo de Ramos. Por la Alameda Vieja, el misterio se marchó buscando el barrio de San Miguel con la marcha "Virgen de la Salud".
Y detrás de Pasión, también regresaba ya, tras dejar la Catedral, la Hermandad del Perdón, que tiene bastante cerca su ermita. Ya de noche, y con más puntos de luz de lo acostumbrado gracias a sus nuevos candelabros, el Cristo del Perdón, que ya se encontraba en la Plaza del Arroyo, avanzaba a los sones de "Silencio blanco", mientras que la Virgen del Perpetuo Socorro bajaba por el Reducto de la Catedral hacia la calle Cruces con "Corpus Christi".
Con la hora de retraso que venía arrastrando toda la jornada, tal y como se había acordado para sortear la posible lluvia, ya casi alcanzaba su templo, en el Colegio de San José, la Hermandad de la Borriquita. El primer paso, con la Entrada Triunfal en Jerusalén, rodeaba como a la ida, pero en sentido contrario, la Parroquia de San Marcos.
Un aspecto verdaderamente diferente es el que presenta este paso, y en general la hermandad al completo, cuando llega la noche. El azul de los capirotes de raso de sus nazarenos no combina, sino que directamente contrasta con la oscuridad del cielo y, pese a todo, no deja de rodear a la cofradía un halo de alegría.
Detrás, el palio perfectamente encendido de la Virgen de la Estrella, que recorría los últimos metros de Tornería con "Coronación de la Macarena", discurría por Rafael Rivero con "Virgen de Montserrat" y se iba despidiendo poco a poco de las calles por San Marcos con "Esperanza Macarena" y "Virgen de las Aguas". Desde la trasera, iba dejando el sonido de las campanitas que cuelgan de los candelabros de cola y nos despedíamos de una dolorosa que quién sabe si pronto verá aprobada su Coronación Canónica.
La Hermandad de la Coronación, por su parte, estrenaba en su recorrido de vuelta el paso por las calles Doña Blanca, Unión y Bodegas, un itinerario algo más recogido que el acostumbrado. En la calle Unión esperaba al paso de misterio la madre de Clavijo, un costalero que, en palabras del capataz al dedicarle la levantá, está, como aquel matrimonio del balcón, en el Cielo. La madre entregó unos claveles como ofrenda al Cristo de la Coronación de Espinas, que se levantó "por los costaleros de la Albarizuela que están en la Gloria". Más adelante, en la calle Bodegas, un cable a baja altura parecía querer impedir el paso de la cofradía, aunque finalmente se pudo sortear sin mayor problema.
En cuanto al paso de palio de la Virgen de la Paz, pasó por esta novedosa parte del itinerario a los sones de marchas como "Rosario de Monte-Sión" o "Reina del Polvorín", con la que fue buscando la calle Medina en su camino de regreso a la Capilla de los Desamparados.
Nos desplazamos ahora a la Plaza de las Angustias, para asistir a la recogida (como es habitual decir en Jerez más que entrada) de la hermandad del mismo nombre. Desde lejos, las campanas tañendo a duelo nos indican que la cofradía ya está entrando y pronto, desde la estrechez de la calle Molineros, encontramos de nuevo la maravilla que es el paso de la Virgen de las Angustias.
El capataz pedía a los costaleros que acortaran el paso, quizá para prolongar un poco el momento de la recogida, que estuvo marcado por la interpretación de dos saetas con el paso en la misma puerta de la capilla, ante la que se bajó la cruz para permitir la entrada. Con la plaza a oscuras, un inoportuno intento de aplauso fue cortado sabiamente por los presentes y, en silencio, el paso se perdió en el interior del templo.
La hermandad que cerró el Domingo de Ramos con la recogida más tardía fue la del Transporte, que por la calle Merced iba gustándose con el paso de misterio caminando al son de las marchas que la Banda del Rosario de Cádiz iba interpretando, entre las que no podía faltar "Consuela a tu barrio, Señor", composición dedicada expresamente a Nuestro Padre Jesús del Consuelo.
La última levantá en la calle la hizo el misterio a pulso y después giró hacia la puerta de la Basílica para entrar finalmente con la Marcha Real. Cuando entró, al igual que ocurre en Sevilla, parte del público, sobre todo joven, se marchó. Gracias a ese público al que sólo parecen interesarle los movimientos coreográficos de los pasos y las virtudes corneteras, disfrutamos con mucha más comodidad los que preferimos los pasos de palio.
El de Madre de Dios de la Misericordia se acercaba al templo con su marcha, "¿Quién te vio y no te recuerda? Saeta jerezana", que ha calado en los repertorios de las bandas de muchos lugares de Andalucía y hasta del resto de España. Después, a los sones de "Esperanza Macarena", cayó sobre el palio una intensa petalada (al final sí que hubo lluvia, pero de la buena, el Domingo de Ramos) desde la casa hermandad.
Con "Esperanza de Triana Coronada", la Virgen de la Misericordia terminó de alcanzar la Basílica de la Merced y recibió una saeta desde un balcón antes de que los costaleros girasen ante la misma puerta del templo mientras la banda de Puerto Real enlazaba las marchas "Pasa la Virgen Macarena" y "Siempre la Esperanza".
Tras una última parada en la que los costaleros aprovecharon para darse la vuelta, la Reina del Transporte, para la que ya hay un proyecto de manto bordado, se despidió de los devotos mientras sonaba la parte final de "Hosanna in excelsis". Eran nada menos que las cuatro menos veinte de la madrugada del ya Lunes Santo cuando el Himno de España ponía el punto final a la estación de penitencia de la cofradía mercedaria.
Como uno ya tiene una edad, hay recuerdos infantiles que se conservan (o quizá ya no) en cintas de vídeo Beta... Si pudiera rescatar una, puede que diera con la recogida del Transporte de 1985, cuando mi primo y yo, exhaustos, dormíamos en brazos de nuestros padres mientras la Virgen de la Misericordia entraba en la Merced. Seguramente había sido un día de muchas emociones. La primera, sin duda, la contemplación de ese primer nazareno atravesando deprisa la calle Larga camino del Colegio de San José...
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