sábado, 14 de septiembre de 2019
LUIS ÁLVAREZ DUARTE
Cuando en mi infancia, en mi iniciación a la vida cofradiera, leía libros y programas de mano de Semana Santa, su nombre se repetía como autor de numerosas imágenes titulares de hermandades, y no sólo de Sevilla, donde dejó su impronta artística en hermandades como la Sed, las Aguas, el Cachorro o la Trinidad, sino también en otros puntos de Andalucía, como Jerez (ciudad para la que hizo la Virgen de la O y las figuras secundarias de la Coronación, y donde fue a parar la que pudo ser la nueva Virgen de las Lágrimas de la Exaltación), y del resto de España.
Hoy su nombre se repite en multitud de medios y foros. Luis Álvarez Duarte ha fallecido de manera repentina con sólo setenta años de edad. Un ictus sufrido hace unos días le llevó a la UCI y en la mañana de este viernes fallecía casi sin tiempo, en este mundo de rapidez e inmediatez, para que los cofrades asumieran realmente la gravedad de su estado.
Queda su obra, las tallas devocionales realizadas durante una larga trayectoria artística que comenzó cuando era prácticamente un preadolescente con la Virgen de los Dolores de San José Obrero, de su barrio natal, donde desde 2012 tiene una calle dedicada. Poco después realizaría las tres tallas que le abrieron definitivamente las puertas del mundo de las cofradías a una edad sorprendentemente joven: la Virgen del Patrocinio (asumiendo con ella el dificílisimo reto de sustituir a la desaparecida Señorita de Triana), el Cristo de la Sed y, sobre todo, su "niña Guadalupe", la dolorosa bajo palio de la Hermandad de las Aguas. Y todo ello, antes de haber cumplido ni siquiera el cuarto de siglo.
La vida, que es como es, ha querido que se marchara pocas horas después de que su Virgen del Dulce Nombre recorriera Bellavista en su rosario vespertino; días antes de que en Jerez salga por vez primera a las calles su Virgen del Buen Fin, la que pudo haberse quedado en la Exaltación sevillana; pocas semanas antes, además, de que el Cristo de la Sed celebre en las calles de Nervión el medio siglo de historia de su hermandad; y recién comenzados los cultos anuales a su Virgen de los Dolores.
No se libró Duarte, eso sí, de la diversidad de opiniones sobre su obra. ¿Y quién no? De su obra como imaginero y, sobre todo, de su labor como restaurador de obras ajenas, algunas de ellas grandes devociones, como la Esperanza de Triana o el Gran Poder. Del Señor de Sevilla ejerció de médico de urgencias aquel día de triste recuerdo en que un energúmeno la emprendió a patadas con Él e incluso le arrancó un brazo.
Lo dicho. Queda su obra, sus creaciones y el hecho indiscutible de que su nombre quedará por siempre ligado a una parte importante de la historia más reciente del universo cofradiero, para el que no se quedó sólo en las cofradías penitenciales, sino que fue autor de la Virgen del Rosario del Barrio León, de la pequeña imagen del simpecado de la Hermandad del Rocío de Sevilla Sur y responsable del aspecto actual de la Virgen de las Mercedes de la Puerta Real. Y si hablamos de su obra alejada de la religiosidad popular, hay que destacar el retrato realizado del entonces príncipe Felipe y de sus hermanas, las infantas Elena y Cristina, cuando éstos eran apenas unos niños.
Y quedará también
Este discípulo de Francisco Buiza y admirador de Juan de Astorga (la Virgen de la Esperanza de la Trinidad era para él la perfección hecha dolorosa), ya sabrá a estas horas si su teoría que adjudicaba la paternidad artística de la Macarena a Francisco Antonio Gijón es o no cierta. Y sabrá también si la Madre de Dios tiene el rostro juvenil que a su "niña Guadalupe" le dio el niño imaginero...
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