Desde el pasado jueves, festividad de Todos los Santos, y hasta hoy, domingo, ha permanecido expuesta en besamanos la imagen de Nuestra Señora del Carmen del Santo Ángel en el llamado besamanos de Ánimas que por estas fechas celebra siempre la archicofradía con sede en el convento carmelita de la calle Rioja.
Como es habitual, para este besamanos, el segundo a la imagen de cada año después del que tiene lugar en el mes de julio (ver), la Virgen del Carmen se presentaba vestida con el hábito carmelita llevando saya y escapulario marrones sin bordado alguno y una capa a modo de manto de color blanco.
Asimismo, sobre la cabeza tenía una mantilla blanca de encaje y una especie de corona a modo de corona hecha con flores de talco. Otras flores del mismo material portaba en su mano derecha, la que daba a besar y en la que llevaba también un pequeño escapulario. Las únicas joyas que presentaba eran unos pendientes y un broche con el escudo de la hermandad. Finalmente, de la cadera izquierda colgaba un sencillo rosario.
Por su parte, el Niño Jesús, que acaba de ser restaurado por Manuel Ruiz-Berdejo y Antonio Díaz Arnido, vestía también con el hábito carmelita, incluyendo la capucha, y en la mano izquierda sujetaba otro escapulario.
La Virgen del Carmen estaba flanqueada por dos jarras de su paso con crisantemos blancos entre candeleros plateados con cera blanca. Además, a los pies de la imagen había un centro con las mismas flores, y sobre la peana en la que estaba colocada se esparcieron algunos pétalos.
Detrás, ante un dosel de damasco rojo con crestería de madera dorada, había un trono donde estaba la corona procesional de la Virgen y el cetro entre varios candeleros cedidos por la Hermandad del Carmen Doloroso, y dos ángeles de orfebrería con guardabrisas. Por último, en los extremos del altar, montado en la propia capilla de la Virgen, a los pies de la nave de la Epístola, había dos altos blandones dorados y los candelabros de los costeros de su paso procesional.
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