jueves, 2 de noviembre de 2023

EL SANTO CRISTO DE LA PAZ DE LOS HUMEROS, ENTRE LO FUGAZ Y LO ETERNO


La Hermandad de los Humeros ha invitado a los devotos a reflexionar un año más acerca de la fugacidad de la vida terrena y todo aquello que, pese a ser efímero, nos distrae de lo realmente importante, como es la eternidad que Dios nos ofrece. Las festividades de Todos los Santos y los Fieles Difuntos son el momento en que esta corporación convierte el altar de su capilla en una pintura de Valdés Leal que contrasta la vanidad con la espiritualidad.
El Santo Cristo de la Paz ha presidido estos días el altar, donde la imagen se ha presentado sobre la peana procesional de la Virgen del Rosario, rodeado por cardos y hojarasca, y con la presencia de un cáliz y la calavera de Adán.
Flanqueando al crucificado se ubicaban dos candelabros de plata con cinco velas blancas cada uno, dispuestos sobre sendas columnas de madera en su color. Y sobre el suelo del presbiterio alto, junto a la peana, había dos faroles de mano.
Detrás, un cortinaje de damasco rojo cubría parcialmente el retablo mayor, ante el que estaba colocado el dosel de cultos de la hermandad entre seis candeleros con velas blancas de gas y una sacra en la parte inferior. Y ante el dosel, en los lados, se dispusieron como es costumbre dos mesas de madera dorada. En la de la izquierda, enseres que nos hablaban de la espiritualidad, la fe, la oración, la Pasión de Cristo; y en la de la derecha, lo material, el reconocimiento, los honores, los cargos, la banalidad... Todas esas cosas que, in ictu oculi, se convierten en la nada.






















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