La Hermandad de la Vera-Cruz celebró ayer, domingo, el rezo del rosario por las calles del itinerario que llevó a la Virgen de las Tristezas desde la Capilla del Dulce Nombre de Jesús hasta la iglesia conventual de Santa Rosalía, en la cercana calle Cardenal Spínola.
Para este culto externo, la dolorosa de Antonio Illanes vestía un conjunto de manto y saya de terciopelo azul bordado en oro, y lucía la corona de plata de Joaquín Ossorio, así como un puñal en el pecherín. En las manos sujetaba un rosario en la derecha y un pañuelo en la izquierda. En cuanto a las andas, estaban iluminadas por dos de los faroles del antiguo paso del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz y adornadas por diferentes flores, principalmente rosas blancas.
El rezo del rosario comenzó en el interior de la capilla con el primer misterio glorioso, la Resurrección del Señor, mientras que el quinto y último, la Coronación de la Virgen, tuvo lugar ya en Santa Rosalía. El resto se rezaron por el camino, formado por las calles Jesús de la Vera-Cruz, Baños y Cardenal Spínola.
En el convento de las hermanas capuchinas franciscanas se celebró la solemne función religiosa con motivo de los Dolores Gloriosos de la Santísima Virgen, que este año además ha coincidido con el día de esta festividad, y posteriormente se produjo el regreso de la Virgen de las Tristezas a su capilla por el mismo itinerario, pero en sentido inverso. La cruz alzada entre ciriales y el estandarte corporativo formaron parte del cortejo tanto a la ida como a la vuelta, siendo especialmente rápido el regreso, ya sin tener que hacer paradas en cada misterio del rosario.
Fotografías: Cristina Abengózar Delgado
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