La Virgen de la Hiniesta Gloriosa recorrió en la mañana de este domingo algunas de las calles de la feligresía de San Julián durante la celebración de un rosario de la aurora. Se trató del último de los cultos extraordinarios previstos para conmemorar el Año Jubilar con motivo del L aniversario de la Coronación Canónica de la imagen y del CCCLXXV aniversario del voto de acción de gracias del Ayuntamiento de Sevilla por el fin de la epidemia de peste.
A las ocho de la mañana comenzó el rezo del rosario con la salida de un cortejo formado por dos tramos de hermanos con cirios blancos encabezados por la cruz de guía y por el estandarte corporativo. Antes de las andas con la Virgen de la Hiniesta iba el cuerpo de acólitos con cruz alzada y seis ciriales.
En el momento en que se abrieron las puertas de San Julián, los miembros del coro de campanilleros Nuestra Señora de la Soledad de Castilleja de la Cuesta, encargados de acompañar a la Virgen con sus cánticos, interpretaron una composición antes incluso de que la cruz de guía comenzara a avanzar.
Luego se colocarían delante de las andas, en las que la Hiniesta Gloriosa no llevaba manto textil alguno, pero sí su ráfaga y las coronas de oro. Además, estaba iluminada por seis candeleros con cera blanca, mientras que el exorno floral se componía de nardos y rosas del mismo color.
El capataz Rafael Ariza se encargó de comandar las andas, que se detuvieron bajo el arco ojival del templo para el primer misterio glorioso del rosario, la Resurrección del Señor. Luego, la Virgen recorrió unos pocos metros de la calle San Julián para tomar la calle Duque Cornejo.
Desde Duque Cornejo, la Hiniesta giró a la calle Bordador Rodríguez Ojeda, donde tendría lugar el rezo del segundo misterio, la Ascensión del Señor. Luego, continuó por Padre Manjón discurriendo por uno de los laterales de la Iglesia de Santa Marina entre los rezos del Ave María y los cánticos del coro de campanilleros.
Por la estrechez de Padre Manjón, la Hiniesta Gloriosa salió a la calle San Luis y se paró ante la representación de la Hermandad de la Resurrección, que ofrendó un ramo de flores. Se rezó aquí el tercer misterio, la venida del Espíritu Santo, y luego, antes de marcharse, los hermanos de la Hiniesta giraron las andas para que la Virgen mirase hacia la Iglesia de Santa Marina, en la que desde hace casi dos años es la plaza del Señor de la Resurrección.
Al fondo, en el interior del templo era la Virgen de la Aurora la que presidía el altar mayor al haberse celebrado el triduo en su honor los días anteriores y concluir sus cultos con la función solemne este mismo domingo, día de la Natividad de la Virgen.
Las andas con la Virgen de la Hiniesta dejaron atrás Santa Marina y recorrieron la calle San Luis en dirección a la plaza de San Marcos. Precisamente, en la esquina de la torre de la parroquia del mismo nombre se situaron los miembros del coro de campanilleros para cantarle de nuevo a la imagen, a la que le dio el sol de cara en su giro a la calle Vergara.
A continuación, la Hiniesta se dirigió a la calle, o conjunto de callejuelas, que lleva su nombre, deteniéndose enseguida ante la puerta del Convento de Santa Isabel, cuyas religiosas le cantaron a la Virgen. Además, se rezó aquí el cuarto misterio glorioso del rosario, la Asunción de María al cielo.
Antes de continuar su camino, la Hiniesta Gloriosa se volvió por unos instantes ante las hermanas filipenses. Luego siguió su itinerario por las calles Hiniesta, Lira, Juzgado y Moravia para regresar a la Parroquia de San Julián, donde entró alrededor de las diez y media de la mañana.
Posteriormente, a las doce, tuvo lugar la función votiva, que estuvo presidida por Teodoro León Muñoz, obispo auxiliar de Sevilla, quien se encargó del cierre del Año Jubilar vivido con intensidad en la Hermandad de la Hiniesta.
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