sábado, 30 de abril de 2011

DOMINGO DE RAMOS 2011: LA GLORIA DEL CERO POR CIENTO

Comenzó la Semana Santa con calor, un calor casi de chiringuito playero y sombrilla. Pero era Domingo de Ramos, el primer y único día en que las probabilidades de lluvia no subirían del cero por ciento. “¡A la gloria!”, dijo el pregonero. Pues eso.
El sol bañó literalmente a la Hermandad de la Paz; los rayos se filtraban a través del calado techo de palio hasta el punto de encender de luz el blanco radiante del manto, los claveles y la plata. El Cristo de la Victoria, por su parte, quizá tras ver cómo estaba la jornada, decidió dejar en casa el mantolín azul que ha llevado al hombro en los últimos años. Y el público, exactamente igual: mucha prenda de verano la que se vio en las anegadas calles durante todo el día.




Porque esa es la palabra: anegada. Así está la ciudad cada Domingo de Ramos, que es sin duda la jornada en la que andar, moverse en busca de cofradías, se hace más complicado que en ninguna otra. Hay que salir a las calles bien armado de paciencia, algo que faltó en algunas bullas en las que uno, casi sin saber cómo, acaba inmerso.
En Molviedro le han cogido el gusto a los exornos florales originales, llamativos. La Hermandad de Jesús Despojado informó de la manera más concreta posible qué llevaban cada uno de sus pasos. El misterio contaba con “minicallas majestic red e hipericum rojo, y monte silvestre con statice, astromelias rojas, iris y limonium”.


En cuanto al palio de la Virgen de los Dolores y Misericordia, lució “minicallas captain, rosette e hipericum blanco, combinando un delicado tono rosáceo con el blanco”. Vamos, que la simple enumeración de las flores más se parece a la carta de un restaurante de cocina de vanguardia, ésos en los que una descripción de un plato en tres líneas queda resumido en un minúsculo pegotito de comida en el centro de una inmensa pieza de loza. Lo importante es que el resultado de tan exótica combinación floral fue brillante.


Este año ha sido el último en que la Virgen ha llevado el manto liso; en 2012 estrenará uno bordado por Grande de León, mientras que el misterio presentará doradas todas las partes que le faltan, culminando así el proyecto original.
Cada año parece más largo el cortejo de pequeños nazarenos de la Borriquita, algo en lo que tendrá mucho que ver la inclusión de las niñas que este año volvieron a formar parte de la cofradía. El misterio, que no abandona sus característicos claveles rosas, presentó como novedad la restauración de los candelabros.


Y de candelabros también iba la novedad del paso de la Cena. Finalmente, la hermandad decidió sustituir los característicos faroles del misterio por los candelabros del paso de la Virgen de la Encarnación, que, como era de esperar, dificultó sobremanera la visión de los apóstoles situados en las esquinas. Habrá que confiar en que, si decide apostar definitivamente por unos candelabros, la cofradía encargue unos nuevos de menor altura y con los codales mejor repartidos por el paso. En lo positivo, la reforma de los respiraderos, que han sido restaurados y ensanchados con el imperceptible añadido de piezas nuevas.


Gran acierto el de la Hiniesta al repartir a todos los que visitaron San Julián por la mañana para ver los pasos unos trípticos en los que se informaba de la historia de la hermandad, los aspectos generales de la cofradía en la calle o los estrenos del año. Así da gusto. Junto al Cristo de la Buena Muerte pudimos ver a la Magdalena presentando un aspecto más limpio después de la actuación llevada a cabo por Rocío Sáez Millán. La Virgen, por su parte, estrenó la restauración y dorado de su corona de salida en el taller de Hijo de Juan Fernández. Hay que destacar la subida de la Cuesta del Bacalao que hicieron ambos pasos, pero fundamentalmente el paso de Cristo, a los sones de “Alma de Dios” a cargo de la incombustible Agrupación Musical Santa María Magdalena, de Arahal, que sigue sumando años tras la imagen de Castillo Lastrucci.


Y de unos sonidos clásicos a otros. La Centuria Macarena volvió a estrenar la Semana Santa detrás del Señor de las Penas de San Roque, que lució de nuevo la túnica bordada por Fernández y Enríquez en 1995, según determinó la actual junta de gobierno para todos los años de su mandato. A los sones de “Caridad del Guadalquivir”, marcha casi tan aplaudida como criticada, se perdió la Virgen de Gracia y Esperanza por la calle Francos.



De nuevo pareció 12 de junio de 2010 en Triana, cuando la Estrella apareció con su palio de Garduño, los nuevos varales y esas flores de cera que tan acertadamente se han decidido recuperar en Semana Santa después de la experiencia de la salida extraordinaria del año pasado. La primera dolorosa trianera lució como siempre hizo tan característico elemento de las cofradías populares, las de barrio, como sin duda lo es ésta.


Y la demostración de que no hacen falta izquierdazos ni costeros (que tampoco sobran en otros pasos) para admirar una buena forma de llevar un misterio la trajo de nuevo el Desprecio de Herodes. Hay fuerza en cada chicotá, en cada pasito, siempre de frente, de un misterio que bajó la calle Villegas como si fuera a comerse la plaza del Salvador.


Era el año en que los cofrades de San Juan de la Palma conmemoraban los cien años de aquel cambio de rumbo en el carácter de una cofradía que pasó entonces a ser conocida como “Silencio blanco”. En cualquier caso, se puede ser serio, ejemplar, pero sin tener tan limitado el repertorio musical. Vamos, que “Amarguras” es una marcha imprescindible en la Semana Santa sevillana; pero a veces se hace pesado escucharla cada pocos minutos. Por ejemplo, se le tocó saliendo de Santa Ángela y unos cuantos metros más tarde, momentos antes de entrar en el templo.


Cerró la jornada El Amor, esa segunda parte de la cofradía que inaugura oficialmente los días santos en la Campana con la bellísima expresión “A Dios por el Amor”. En su regreso al Salvador quizá faltó que se apagaran las luces de la plaza. Por otro lado, es ya toda una tradición que la Virgen del Socorro se despida con “La Madrugá”, de Abel Moreno. El palio, por cierto, coincidió en el exorno floral con la Paz, la Hiniesta y la Amargura: claveles blancos.


Finalizaba una jornada clásica que iba a ser reemplazada por otra que también lo sería; más clásica incluso de lo que nos hubiera gustado. Pero entonces, viendo al palio subir la ‘rampla’ del Salvador, aún no lo sabíamos…

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