La última, de momento (ya se sabe que en 2012 pasarán por allí la Vera-Cruz y los Estudiantes), ha sido la Hermandad del Santo Entierro, que ha organizado la exposición "Ubi est dolor", título que surge de la oración "Ubi est dolor sicut dolor meus" ("¿Dónde hay dolor como mi dolor?"), lema de la cofradía. La muestra, que hoy ha cerrado sus puertas, se basaba, por tanto, en el repaso a los siete dolores de la Virgen (La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús; la huída a Egipto con Jesús y José; la pérdida de Jesús; el encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del Calvario; la crucifixión y la agonía de Jesús; la lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto; y el entierro de Jesús y la soledad de María), todos ellos perfectamente explicados a lo largo de la sala utilizada para esta exposición.
La cofradía de San Gregorio llevó al Círculo Mercantil algunos de los enseres relacionados con el paso de la Virgen de Villaviciosa. Sin duda, lo más destacable fue que el visitante podía, literalmente, situarse en medio del Duelo, con las imágenes de San Juan, las tres Marías, José de Arimatea y Nicodemo (el lugar de la dolorosa estaba ocupado por el manto y la saya que habitualmente viste en el paso), realizadas todas por Juan de Astorga, colocadas en la misma posición en la que recorren las calles cada Sábado Santo.
Pero también se pudieron contemplar otros enseres, como la corona, la diadema y el nimbo de la Virgen, otros dos mantos y sayas de su ajuar, así como varias cartelas del paso del Duelo, entre otras piezas. Asimismo, pertenecientes al cortejo de la cofradía, no tan centrados ya en el tercer paso, estaban el Senatus, una de las bocinas, el estandarte actual y el antiguo de la corporación, los instrumentos de la pasión que portan los niños en la estación de penitencia y el pergamino que reproduce el permiso que José de Arimatea recibió de Pilatos para enterrar a Jesús.
Además, la exposición "Ubi est dolor" ha servido para explicar, de forma clara y didáctica, el origen de la advocación de la Virgen de Villaviciosa, que emparenta a la Hermandad del Santo Entierro con Córdoba y con Portugal. Por su interés, se reproduce a continuación el texto del panel que hacía referencia a esta curiosa advocación mariana:
"En el Alentejo Central, donde se encuentra enclavada la localidad de Vila Viçosa (Portugal), tuvo lugar el hallazgo de una imagen que habría sido ocultada en tiempos de la dominación islámica. Una leyenda popular relata que durante el siglo XIV un grupo de labradores que se encontraban faenando en el campo, haciendo un hueco para plantar un sarmiento observaron que salía de la tierra un fuerte halo resplandeciente al que le acompañaba un finísimo olor a flores; de tal modo, siguieron excavando hasta que encontraron una pequeña caja de plomo muy betunada en donde permanecía una imagen pequeña de Nuestra Señora. Llegadas las noticias al pueblo, se decidió erigir una ermita en el lugar del prodigioso hallazgo y se comenzaron a realizar romerías y diversos actos de culto en torno a la imagen. La devoción alcanzó, aseguran algunos autores, cotas inimaginables. Sin embargo, lo que se transformó en un lugar de peregrinación mariana y de culto, pronto se trocó en lugar de olvido, permaneciendo la talla en el ostracismo durante mucho tiempo hasta que un cordobés llamado Hernando, pastor a la sazón, la encontró con su rebaño en tal estado de abandono que decidió introducir a la Virgen en su zurrón y llevarla consigo hasta la Sierra de las Gamonosas, en Córdoba.
Pronto los portugueses percibieron que la talla había sido sustraída, motivo por el que encaminaron sus pasos hacia Córdoba para recuperarla. Allí, los justicias portugueses encontraron a Hernando y la Virgen. Tomado por reo y siendo condenado a la pena de horca, lo llevaron a Vila Viçosa, en donde pasó la noche encerrado. A la mañana siguiente no encontraron ni a Hernando ni a la Virgen, que había sido nuevamente colocada en su ermita. Los portugueses fueron al lugar en el que encontraron por primera vez al pastor, volvieron a tomarlo preso, pero a la tercera jornada de camino hacia Vila Viçosa, tanto la Virgen como el reo y los portugueses se encontraban nuevamente en tierras cordobesas. Este prodigioso hecho dio a entender la voluntad de Nuestra Señora a permanecer en aquel lugar. Por ello, los portugueses levantaron su castigo a Hernando e hicieron entrega de la talla, colocándola en un árbol. Los cordobeses decidieron poner por nombre a la imagen el de la localidad portuguesa donde fue hallada: de ahí la peculiar advocación de Nuestra Señora de Villaviciosa.
En Córdoba fue proclamada durante el siglo XVI Patrona del Cabildo Catedral, tenida por sus múltiples y afamados milagros a favor de la capital en tiempos de calamidad como especial protectora. En el lugar donde Hernando depositó la imagen se fue originando un poblado que adoptó el nombre de Villaviciosa en honor a la bendita Virgen María. Desde finales del siglo XVII la imagen originaria permanece en la Catedral de Córdoba, donde hoy día preside su Altar Mayor. En el siglo XVI se fundó una hermandad de Gloria en la capital cordobesa que aún hoy da culto a una reproducción de la imagen en la Parroquia de San Lorenzo. Igualmente en el pueblo de Villaviciosa se creó una hermandad que da culto a una copia de la imagen realizada en el siglo XVIII tras quedarse definitivamente en Córdoba la primitiva imagen gótica".
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