El Santísimo Cristo de la Expiración no sale anualmente en vía crucis como hacen muchas otras imágenes titulares de nuestras hermandades. De hecho, la última ocasión en que lo hizo fue también hace cuatro años para recaudar fondos para los damnificados por el terremoto de Haití. Por tanto, esa circunstancia, unida a lo que la lluvia ha perjudicado a la hermandad en los últimos años y a la propia devoción que despierta el crucificado de Francisco Antonio Gijón, hizo que fueran muchísimas las personas que lo acompañaron durante todo su recorrido.
Encabezaba el cortejo la cruz de guía, a la que seguían numerosas parejas de hermanos con cirios. Los estandartes de la O y de la propia Hermandad del Cachorro antecedían a un último tramo de hermanos. El presidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías, Carlos Bourrelier, y el delegado diocesano de Hermandades, Manuel Soria, participaron en el cortejo antes de las andas, precedidas también por música de capilla y ciriales.
Castilla (con el rezo de una estación en el interior de la Parroquia de la O), Callao, Antillano Campos, Alfarería, Alvarado, Plaza de Chapina y Castilla fue el recorrido de este vía crucis extraordinario que demostró el tirón devocional de una de las imágenes más impresionantes de la Semana Santa. Por las calles se pudieron escuchar algunas saetas. La última la cantó, ya en el interior de la basílica, Jesús Heredia, quien interpretó el Soneto a Cristo Crucificado (“No me mueve, mi Dios, para quererte…”), que algunos atribuyen a Santa Teresa y otros incluso a Lope de Vega.
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