martes, 4 de noviembre de 2014

MONTE-SIÓN: DE SAN JACINTO A FERIA


Con casi una hora de retraso sobre el horario previsto, la Hermandad de Monte-Sión emprendió el regreso a la calle Feria desde la Capilla de la Estrella, donde se celebró una misa, oficiada por el delegado diocesano de Hermandades, Marcelino Manzano, a la llegada de la Virgen del Rosario en su pequeño paso de palio de cajón, con motivo del Rosario de la Aurora que cada año lleva a la dolorosa del Jueves Santo a visitar algún templo de la ciudad.
Antes de que saliera de nuevo a las calles, con el mismo cortejo y acompañamiento musical (Coro de Campanilleros Amigos de la Navidad) que a la ida, la Virgen del Rosario recibió un regalo muy especial por parte de la Hermandad de la Estrella: la réplica de una de las tres estrellas de pedrería y brillantes que suele llevar la dolorosa trianera y que le fue colocada en el pecherín a la Virgen del Rosario, en el lado opuesto del puñal. La Hermandad de Monte-Sión, por su parte, obsequió a la Virgen de la Estrella con un rosario.
La cofradía de Monte-Sión salió de vuelta por un itinerario que iba a ser prácticamente el mismo que a la ida, salvo por una pequeña diferencia que después veremos. Así, una vez en la calle San Jacinto, llena de gente que no quería perderse este momento, la Virgen del Rosario salió de la Capilla de la Estrella en dirección al Altozano y al Puente de Isabel II.
Antes de cruzarlo, el 'pasito' se volvió ante la Capilla del Carmen y una representación de la Hermandad del Puente cantó la Salve a la Virgen. Posteriormente, seguida por mucha gente, cruzó de nuevo hacia el otro lado del río.










































Una vez cruzado el Puente de Triana, la Virgen del Rosario volvió por Reyes Católicos, Puerta de Triana, San Pablo, Murillo, Plaza de la Magdalena y O'Donnell, aunque al llegar a la Campana cambió el itinerario con respecto al de ida, recorriendo la que en Semana Santa conocemos como la recta de Campana hasta tomar por Santa María de Gracia.
Por toda esta zona, las principales vías del centro en un día festivo como era el 1 de noviembre, la cantidad de gente que la contemplaba era máxima. A ojos de un turista, sin duda se trataba de un espectáculo de lo más atractivo y llamativo, ya que era un paso de palio en pleno inicio de la Carrera Oficial, en la jornada de Todos los Santos y acompañado por un coro que sonaba a Navidad.




























De esta forma, con el sol del mediodía dándole por la espalda, la Virgen del Rosario cambió la Plaza del Duque, Trajano y San Miguel por Santa María de Gracia y directamente Amor de Dios. Aquí, retomó el camino de la ida en sentido inverso al acceder por García Tassara a la Plaza de San Andrés.
En la puerta de la parroquia del mismo nombre esperaba una representación de la Hermandad de Araceli, ante la que el pequeño paso se volvió para que los hermanos rezaran el Ave María a la dolorosa de Monte-Sión.
Acto seguido, el 'pasito' continuó por Cervantes, donde se detuvo delante de la Capilla de San Pedro de Alcántara, hasta la Plaza de San Martín. Ante la puerta de la Iglesia de San Martín se encontraba la representación de la Hermandad de la Lanzada. También aquí se volvió la Virgen del Rosario, que recibió de la Lanzada como ofrenda un ramo de flores.



































Saavedras, Alberto Lista, Castellar y Feria compusieron el último tramo del regreso a la antigua Plaza de los Carros. La estrechez de estas calles provocó una cierta bulla delante del 'pasito' de Monte-Sión, que en torno a las dos de la tarde alcanzó su capilla.
La Virgen del Rosario se volvió para entrar dándole la cara a los muchos cofrades y hermanos que hasta esa hora habían estado acompañándola por las calles de Sevilla en este día histórico. El Coro de Campanilleros Amigos de la Navidad concluyó su intervención con "Rosario de Monte-Sión", mientras que todos los hermanos, con la dolorosa ya bajo el dintel, cantaron la Salve compuesta en honor a esta Virgen.




























De esta forma terminaba un acontecimiento histórico, que quedará para siempre grabado en los anales de dos grandes hermandades cuyas trayectorias han vuelto a cruzarse, como se han cruzado las miradas de la Virgen de la Estrella y la del Rosario de Monte-Sión, San Jacinto y la Plaza de los Carros, Triana y el barrio de la Feria.

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