La dolorosa que tallara Bonilla Cornejo vistió más de sol que nunca al lucir manto, saya y rostrillo de tonalidad dorada, sin olvidar la corona y la ráfaga de salida, así como una media luna apoyada en la sencilla peana sobre la que se elevaba la imagen.
La Virgen del Sol lucía en el pecherín un corazón y un puñal de plata, entre otras joyas. De su mano izquierda, la que daba a besar, colgaba un rosario, mientras que en la izquierda sostenía un pañuelo.
A lo largo del montaje de este besamanos, repartido por todo el presbiterio de San Diego de Alcalá, se utilizaron algunos elementos del paso procesional de la Virgen de la Salud, imagen de gloria titular de una asociación de devotos ya extinguida y que, al tratarse de una talla de Bonilla Cornejo, ha acabado recibiendo culto en la capilla de la Hermandad del Sol, que se ha hecho cargo igualmente de todos sus enseres procesionales. Así, de este paso se pudieron ver en el besamanos los candelabros de guardabrisas y algunas jarras.
Asimismo, se emplearon otros candelabros más pequeños, faroles y blandones dorados con cera blanca, que contribuyeron también a engrandecer el besamanos a la Virgen del Sol, por fin en el lugar que le corresponde, la parroquia en la que tiene su sede canónica.
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