lunes, 18 de julio de 2016

HISTÓRICO BESAMANOS A LA VIRGEN DEL CARMEN EN SANTA ANA


La Parroquia de Santa Ana ha vivido este fin de semana un besamanos histórico a la Virgen del Carmen, dado que su hermandad ha iniciado este año con paso firme su reorganización, con la celebración de una primera jura de hermanos el pasado mes de mayo.
Ya en julio, la Virgen del Carmen, talla de autor desconocido del siglo XVII procedente del antiguo Convento Carmelita de los Remedios, ha presidido un triduo en su honor, seguido de un besamanos coincidiendo con la celebración de su festividad.
Para ello, la Virgen fue situada ante su capilla, a los pies de la nave de la Epístola de la Parroquia de Santa Ana, justo al lado de la Divina Pastora. Cubría toda la reja de la capilla, salvo la parte central, que estaba abierta, un gran cortinaje de damasco rojo, del que colgaba en el lado derecho un lazo negro en memoria de las víctimas del reciente atentado terrorista de Niza.
La Virgen del Carmen estaba elevada sobre una sencilla peana de madera aún sin tallar ni dorar. Vestía manto blanco de brocado y saya y escapulario marrones con motivos vegetales. En la mano derecha, la que daba a besar a los devotos, sujetaba los escapularios propios de su iconografía, mientras que en la izquierda llevaba tres medallas. Asimismo, lucía corona, ráfaga y media luna de orfebrería. En cuanto al Niño Jesús, tenía un traje blanco con un pequeño mantolín verde.
Flanqueaban a la Virgen seis blandones dorados con cera blanca. Los dos más pequeños estaban en los extremos, mientras que entre cada pareja de blandones grandes había sendas columnas adamascadas con flores diversas de color blanco, flores que también estaban en un gran centro en el suelo, delante de la imagen. Además, había cuatro jarrones de cerámica, dos blancos y dos amarillos con decoración en blanco y azul cobalto, con otras flores, y el estandarte corporativo en el lado derecho.
Por último, hay que señalar que el interior de la capilla estaba iluminado con una lámpara de araña y dos candelabros plateados con cinco velas blancas cada uno, mientras que el lugar de culto habitual de la Virgen del Carmen estaba ocupado por un manifestador con una custodia tallada.






















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