lunes, 19 de diciembre de 2016
ESPERANZA 2016: DIVINA ENFERMERA
En el día de la Esperanza, celebrado este domingo, la Hermandad de la Lanzada llevó a cabo el besamanos a la Virgen de la Esperanza más antigua de Sevilla, la Divina Enfermera de San Martín, que ofreció sus manos en el presbiterio del templo, donde presidió un altar colocado sobre un entarimado forrado de color rojo con sendas rampas en los extremos para la subida y bajada de los devotos.
La Divina Enfermera, situada sobre una peana de madera policromada y con elementos dorados con decoración de estilo rocalla, vestía su manto de tisú de color verde y saya blanca de tisú con bordados en oro, de la que tenía prendido un rosario. Lucía la ráfaga, corona y media luna que habitualmente lleva en su salida procesional de cada primer sábado de octubre (ver), así como el ancla en la mano derecha, mientras daba a besar la izquierda, además de tener un rosario en cada mano.
En el vientre, como corresponde a la festividad de la Expectación de la Virgen, tenía la O de las Antífonas de esta época del año con el Niño dentro, en alusión a la inminencia del parto y del nacimiento de Jesús. Asimismo, llevaba numerosos broches tanto en el pecherín, entre ellos la Medalla de la Ciudad, como en el fajín militar de un entorchado y borlones dorados, destacando entre ellos la medalla de la Asociación de Fieles de la Virgen de los Reyes.
Flanqueaban a la Divina Enfermera dos jarras plateadas con lisitanthus blanco, astromelias y antirrhinum, flores que también podían verse en varias de las jarras del paso de palio de la Virgen del Buen Fin que se encontraban repartidas por varias zonas del altar del besamanos, así como en un gran centro en el suelo. Asimismo, junto cada una de las primeras jarras descritas había unos candelabros de plata con velas blancas.
Más adelantados había dos imágenes de ángeles mancebos portando faroles de plata, mientras que detrás, ante un dosel de terciopelo rojo que ocultaba parcialmente el retablo mayor de la Iglesia de San Martín, había un simpecado que a sus pies tenía, en un manifestador, la talla del Niño Jesús de la Divina Enfermera sentado sobre un pequeño trono y con unos claveles blancos delante.
A ambos lados del dosel con el simpecado había un gran número de candeleros con cera blanca y en los extremos, fuera del entarimado, veíamos unos candelabros de guardabrisas de madera dorada. El montaje de este altar de besamanos se completaba con un total de ocho grandes blandones dorados distribuidos por parejas, dos delante y dos detrás.
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