viernes, 16 de diciembre de 2016

ESPERANZA 2016: MACARENA


María Santísima de la Esperanza Macarena ofrece a los devotos sus manos durante estos días en el esperado besamanos que tiene lugar con motivo de la festividad, que tendrá lugar el próximo domingo, último día de este culto.
La priostía de la hermandad ha montado un llamativo altar en el que, como dato negativo, hay que apuntar la excesiva lejanía de la imagen, que resulta sólo cercana para quienes hagan cola para ir a besar sus manos, pero tan lejana como en su camarín para los que solamente quieran entrar a la Basílica para rezarle. Esto es así porque la dolorosa se encuentra pegada al retablo principal de su templo, pero el límite, marcado por blandones y cuerdas, para los devotos que quieran contemplarla de forma reposada está en el mismo punto que todos los años.
Viste en esta ocasión la Virgen de la Esperanza el manto de la Coronación Canónica, bordado en oro sobre terciopelo verde en 1964 en el taller de Esperanza Elena Caro, y la saya de tisú bordada por Victoria Caro en 1936. Luce además la corona de oro de Joyería Reyes, las tradicionales mariquillas en el pecherín junto a la Medalla de la Ciudad, un alfiler con su advocación y varios broches. Lleva también fajín militar, del que tiene prendida la pluma de oro donada a la Virgen por el canónigo Muñoz y Pabón, y un rosario en cada mano, siendo la derecha la que da a besar.
A ambos lados de la Esperanza se encuentran unos candelabros de plata con nueve velas blancas cada uno sobre sendas columnas de color rojo. Detrás, a los pies del camarín, hay un total de veintitrés candelabros con cera blanca, dos ángeles de talla y dos faroles de plata.
El retablo está oculto por un gran cortinaje de terciopelo rojo que deja sólo a la vista el camarín, donde se encuentra un trono de reina.
Lo más sorprendente de este altar de besamanos es el exorno floral, del que destaca un pequeño jardín entre las dos rampas de subida y bajada, con lisianthus, lilium y azucenas en el centro, y paniculata a modo de marco, todo ello de color blanco, salvo las flores rosas que conforman el anagrama del Ave María.






















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