La Hermandad de la Sed recuperó este domingo el rezo del Santo Rosario por las calles del barrio de Nervión llevando en andas a Santa María de Consolación Madre de la Iglesia. En esta ocasión, la dolorosa de los ojos azules se acercó hasta el Hospital de San Juan de Dios para pedir por la salud de los enfermos, pero también como forma de agradecer el esfuerzo del colectivo sanitario durante la pandemia del coronavirus.
Este culto externo, el primero de la cofradía del Miércoles Santo en año y medio, comenzó tras la misa de las nueve de la mañana, con un cortejo formado por la cruz parroquial entre ciriales, la bandera blanca y celeste, el estandarte corporativo de la Hermandad del Corazón de Jesús y el de la propia Hermandad de la Sed. Asimismo, varias parejas de hermanos con cirios blancos acompañaron a la Virgen de Consolación en su camino. Y antes de las andas, iban la reliquia de San Juan de Dios entre faroles y los acólitos portando cuatro ciriales.
El Coro de Campanilleros de la Hermandad de San José Obrero esperaba la salida de la Virgen de Consolación a un lado de la puerta de la Parroquia de la Concepción Inmaculada. El capataz Ricardo Almansa se encargó de guiar las andas, llevadas por hermanos de la corporación que fueron turnándose durante el recorrido.
La resurrección del Señor, el primero de los misterios gloriosos del Santo Rosario, se rezó poco después de la salida de la Virgen, en la misma calle Cristo de la Sed. La dolorosa vestía un manto de terciopelo azul de camarín y una saya blanca de tisú, ambas prendas bordadas en oro. Asimismo, tenía la toca de sobremanto de salida y un fajín rojo con borlones dorados.
En el pecherín llevaba un puñal, la réplica de la cruz pectoral del cardenal Bueno Monreal, la Medalla de la Ciudad, un alfiler con su advocación y un broche de la Hermandad de San Bernardo, entre otros. En las manos sujetaba un rosario, un pañuelo y una medalla con un barquito, y sobre la cabeza, lucía la corona de salida.
La Virgen de Consolación recorrió un buen tramo de la calle Cristo de la Sed, dado que no giró en Cardenal Lluch, como hace en Semana Santa, sino que siguió más adelante.
Hay que apuntar que las andas contaban con la iluminación de doce candeleros, de los que cuatro, los situados en la delantera, contenían velas rizadas. Y en el centro, el llamador, que era el que va en el paso de palio en cada estación de penitencia. En cuanto al exorno floral, tenía un friso y dos jarras con orquídeas.
Una mujer mayor, de nombre Margarita, quiso llevar, aunque fuera simbólicamente, a la Virgen de Consolación durante un tramo del recorrido. El capataz le indicó dónde colocarse y durante varios metros, desde Cristo de la Sed hasta el giro a Marqués de Nervión, Margarita caminó con la dolorosa agarrada a la delantera de las andas. Cuando acabó su particular chicotá, sólo tenía palabras de agradecimiento por haberla dejado estar ahí, con su mano derecha en las andas. Además, recibió también una de las orquídeas que las adornaban.
En Marqués de Nervión tuvo lugar el rezo de otros de los misterios gloriosos del rosario, siempre aderezados por los cánticos del coro de San José Obrero.
Desde Marqués de Nervión, y llevada ahora por los costaleros del paso del Cristo de la Sed, la Virgen de Consolación salió a Eduardo Dato y con celeridad alcanzó el Hospital de San Juan de Dios, al que accedió para situarse frente a la puerta principal. Allí, uno de los miembros de la orden leyó un texto de alabanza a la Virgen acompañado del hermano mayor de la Sed, José Cataluña. Asimismo, todos los presentes rezaron el Ave María.
A continuación, la Virgen de Consolación se dirigió de nuevo a la avenida Eduardo Dato, de la que salió poco después al tomar la calle Goya. Desde allí, seguiría con el rezo de los misterios del Santo Rosario y con las letanías por las calles Rico Cejudo, Marqués de Nervión, Alejandro Collantes, Cardenal Lluch y Cristo de la Sed, entrando la dolorosa en la Parroquia de la Concepción Inmaculada minutos antes de las doce y cuarto del mediodía.
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