La Hermandad de la Divina Pastora de San Antonio celebró el pasado sábado el rosario vespertino por las calles de la feligresía de San Lorenzo, un culto durante el que visitó la Basílica del Gran Poder y el Convento de Santa Ana, donde tuvo lugar la celebración de la eucaristía antes de regresar a casa.
La imagen fue llevada en unas andas iluminadas con los candelabros laterales de su paso procesional y adornadas con una variedad floral de tonalidad blanca. Vestía manto de terciopelo azul pavo, saya burdeos con bordados en oro, una mantilla a modo de toca y un sombrero colocado sobre el manto en la espalda. Junto al cayado sujetaba con su mano izquierda un escapulario carmelita, orden a la que pertenecen las religiosas del Convento de Santa Ana.
Antes del rezo del Santo Rosario, cuyos misterios al ser sábado eran los gozosos, la Divina Pastora se encontraba ante su retablo, en la nave del Evangelio de la iglesia del antiguo Convento de San Antonio. Estando ahí se rezó el primer misterio, la Encarnación del Hijo de Dios. Seguidamente las andas, comandadas por Rafael Ariza, se encaminaron a la puerta del templo para realizar la salida.
Una vez en la calle, la Pastora de San Antonio giró a la derecha y recorrió el breve tramo de la calle San Vicente que llega hasta la plaza de San Antonio de Padua, donde volvió a girar en dirección a Marqués de la Mina. Desde ahí, continuó por Alcoy y Eslava hasta detenerse junto al retablo cerámico de la Soledad de San Lorenzo. En este punto tuvo lugar el rezo del segundo de los misterios gozosos del Santo Rosario, la Visitación a Santa Isabel.
El tercer misterio, el Nacimiento del Hijo de Dios, iba a rezarse en el interior de la Basílica del Gran Poder, por lo que la Pastora de San Antonio continuó su camino llegando a la plaza de San Lorenzo y adentrándose por su parte central hasta la puerta de la parroquia, desde la que después continuó avanzando hasta entrar en la Basílica.
Dentro, las andas se detuvieron en el presbiterio bajo, mirando hacia el Señor de Sevilla, momento en que una hermana dio lectura al tercer misterio del Santo Rosario.
Los hermanos encargados de portar en ese momento a la Divina Pastora se dieron la vuelta y las andas volvieron a salir a la plaza una vez realizada esta visita tan especial al Señor del Gran Poder y a la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso.
Las andas se detuvieron de nuevo en la misma puerta de la Parroquia de San Lorenzo, donde se rezó el cuarto misterio del rosario, la Presentación de Jesús en el templo. Después, la Pastora volvió a recorrer la parte central de la plaza y la calle Eslava hasta detenerse en la esquina de la parroquia donde se sitúa el retablo cerámico del Cardenal Spínola, que en su origen estuvo en la sede del desaparecido El Correo de Andalucía, periódico fundado por el que fue conocido como el arzobispo mendigo.
Aquí se completaron los misterios gozosos con el rezo del quinto y último, el Niño perdido y hallado en el templo. Después, la Pastora siguió su camino por las calles Hernán Cortés y Flandes mientras se sucedían las letanías.
La Pastora de San Antonio dejó atrás la calle Flandes y tomó Santa Ana, avanzando hasta las inmediaciones del convento del mismo nombre. Tras una parada justo antes de la puerta, se procedió a realizar la maniobra de entrada al templo conventual, donde en primer lugar las andas fueron llevadas hacia la zona de clausura para que las carmelitas calzadas pudieran contemplar a la Pastora, a la que dedicaron el canto de la Salve.
Después, los hermanos la llevaron hasta el presbiterio y la subieron para dejarla en el lado derecho, donde se quedó para el desarrollo de la misa que comenzó pasadas las nueve menos cuarto de la tarde.
Finalizada la eucaristía, se llevó a cabo el traslado de vuelta a San Antonio de Padua, para el que la Divina Pastora recorrió las calles Santa Ana y San Vicente. Minutos más tarde de las diez de la noche se produjo la entrada de la imagen en su templo, finalizando así este rosario vespertino.
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