Anémonas blancas añadidas a las moradas que ya tenía la tarde anterior en el traslado de ida (ver). Ésa fue la diferencia que nos mostró el sábado el paso de la Hermandad del Museo para su procesión extraordinaria de regreso a su capilla tras la misa estacional de esa misma mañana. Y detrás del paso, la presencia de la Sociedad Filarmónica Nuestra Señora de la Oliva de Salteras poniendo música a esta recuperación histórica efímera de la cofradía decana del Lunes Santo.
Hay que poner el acento en eso, en que ha sido algo efímero por lo extraordinario de la celebración. Por supuesto, hoy sobran los noveleros que piden que cada año la hermandad salga así en Semana Santa, lo que supondría perder uno de los pasos de palio más perfectos de la ciudad. Habrá criterios para todos los gustos, pero lo bonito ha sido la recuperación de una estampa que tuvo su momento, pero que ya pasó. Además, seamos sinceros: las dos imágenes son espectaculares, pero juntas, en la disposición que hemos visto, no tienen ningún sentido. ¿Cómo va la Madre a darle la espalda a su Hijo en el momento de su muerte? Por tanto, menos novelerío y más disfrutar como lo hicimos en esta extraordinaria con esta estampa histórica, y el Lunes Santo con los dos impresionantes pasos que tiene esta hermandad.
La salida de la Catedral se anunció para las cinco de la tarde. Sin embargo, por razones no explicadas, no se puso en camino la cofradía hasta media hora más tarde. Eso sí, cuando por fin empezó a salir, el cortejo iba muy rápido, al menos hasta la salida del paso. A partir de entonces, se repitió el ritmo lentísimo y las paradas largas del día anterior, lo que no fue óbice para que una gran masa de gente saliera a las calles a contemplar a la Hermandad del Museo en esta importante jornada.
En el cortejo se vieron las mismas insignias que el viernes (cruz de guía, guión sacramental, guión del cuarto centenario, el mercedario y el estandarte corporativo). Pero además, se unieron hasta el Ayuntamiento las cofradías del Lunes Santo (salvo Santa Marta y las Penas), las de la feligresía de San Vicente (Siete Palabras, Humeros y Mercedes), y la del Santísimo Cristo del Perdón de San José de la Rinconada.
Salió el paso por la Puerta de los Palos y la Banda de la Oliva tocó el Himno de España mientras las mismas campanas de la Giralda que recibieron a la cofradía la noche anterior repicaban para despedirla. A partir de ahí, comenzó a sonar un escogido repertorio tras el paso conformado por marchas fúnebres y solemnes, contrastando así con muchas de las piezas que se tocan el Lunes Santo tras el palio de la Virgen de las Aguas.
La primera composición que sonó en esta salida fue "Expiración", con la que los titulares de la cofradía salieron a la plaza de la Virgen de los Reyes y después buscaron la calle Cardenal Carlos Amigo con "Virgen del Valle". Estas dos primeras marchas ya dieron una idea clara de por dónde iban a ir los tiros musicales a lo largo del recorrido.
En Cardenal Carlos Amigo hubo un primer relevo de costaleros, y tras él siguió el paso hacia la calle Alemanes, iluminado en las esquinas por los candelabros de guardabrisas del misterio de la Cena de Jerez, que un día iluminaron al Cachorro.
"Procesión de Semana Santa en Sevilla" fue la siguiente marcha del repertorio en el giro a Alemanes, donde los cuatro guardias civiles que iban con el paso formaron una barrera ante los capataces para que los cangrejeros los dejaran trabajar. Y luego sonó "Tus Dolores son mis Penas", marcha dedicada a la cofradía de las Penas, vecina de día y de feligresía de la del Museo.
Seguidamente, llegó uno de los grandes momentos que iba a dejarnos esta salida extraordinaria. Los que no se suelen perder a la Hermandad del Museo en su camino de vuelta el Lunes Santo recordarán perfectamente esa revirá que el palio solía hacer de Alemanes a Hernando Colón, antes de que hace unos años se modificase el recorrido para cruzar la Avenida hacia García de Vinuesa. Era de esperar la marcha que iba a sonar en este momento para la revirá a Hernando Colón con el trabajo lento y bien hecho que acostumbraba a derrochar aquí el palio. No podía ser otra la composición: "Nuestro Padre Jesús", a la que seguiría después "Ione" avanzando por la calle que Sevilla dedicó al hijo del descubridor.
Desde Hernando Colón el paso alcanzó la plaza de San Francisco a los sones de "Cristo de la Vera-Cruz", marcha tras la que, junto al Arquillo del Ayuntamiento, se hizo un nuevo relevo bajo las trabajaderas. Y tampoco era muy complicado sospechar que la marcha que sonaría, como antiguamente el Lunes Santo, para el discurrir del paso por el Andén ya en la Plaza Nueva: "Amarguras".
Sonó de nuevo "Expiración" mientras el paso se alejaba de la puerta principal del Ayuntamiento y se dirigía a la calle Tetuán, donde entró después de que esta misma marcha encadenara su final con un nuevo comienzo.
Así empezó a recorrer esta calle, donde más adelante la Banda de la Oliva interpretaría "La vía sacra" justo antes de que pudiéramos escuchar "El Mayor Dolor" en el giro a Rioja. Cuando esta marcha concluyó, el paso siguió ganando metros a tambor hasta detenerse delante del Convento del Santo Ángel, donde se le cantó la Salve a la Virgen de las Aguas. Luego se marcharía hacia la plaza de la Magdalena y San Pablo con "Mater mea".
Bajo las luces navideñas ya instaladas, el Cristo de la Expiración y la Virgen de las Aguas pasaron por la Parroquia de la Magdalena, en cuya puerta estaban las hermandades del Calvario, el Amparo y la Sacramental. Desde ahí el paso se marchó hacia la Capilla de Montserrat con la marcha "Quinta Angustia", precisamente la única hermandad de la parroquia que no estuvo en este momento recibiendo a la del Museo.
Por las calles Cristo del Calvario y Canalejas, el paso enlazó con parte del que actualmente es su itinerario de vuelta el Lunes Santo tomando la calle Gravina, donde sonó la marcha "Mektub". Luego hubo una chicotá a tambor antes de un relevo y de que se bajara el crucificado en el cajillo para sortear dos cables; uno aún en Gravina y otro en el inicio de Pedro del Toro, a la que giró a los sones de "Getsemaní".
Más adelante, tras discurrir por Bailén y Miguel de Carvajal, el paso salió a la plaza del Museo con "Soleá, dame la mano". En los últimos metros de la procesión, la cofradía no pasó por el lado del Museo de Bellas Artes, sino por el contrario, alargando así algo más el recorrido. Mientras, se interpretaron las marchas "Cristo de la Sangre" y "Macarena", de Emilio Cebrián, llegando con esta última casi hasta la capilla.
Cambió entonces el ambiente, con el paso a punto de entrar en su capilla. Y es que el Museo de esta extraordinaria sonó a Museo de Lunes Santo cuando, tras la levantá, la Banda de la Oliva inició la marcha "Virgen de las Aguas". Un aplauso espontáneo respondió a esta interpretación, con la que el paso fue realizando el giro de ciento ochenta grados necesario para prepararse para entrar mirando hacia la plaza.
El paso se detuvo, los costaleros se dieron la vuelta y el crucificado se hundió en el cajillo. A continuación, el Cristo de la Expiración y la Virgen de las Aguas se acercaron en silencio a la capilla y entraron en ella, momento en que la banda tocó el Himno de España faltando ocho minutos para las once de la noche; una hora tempranísima para lo que es habitual en las entradas del Museo.
Terminaba así una verdadera salida extraordinaria; la que últimamente más nos ha hecho viajar hacia atrás en el tiempo y la que nos ha regalado una estampa que nadie por edad había podido conocer y que quién sabe cuando podrá volver a repetirse. Quizá en veinticinco años. Eso sí, si algo debería quedar como legado para el futuro inmediato en el Lunes Santo son esas manos entrelazadas de la Virgen de las Aguas. Pero mucho nos tememos que habrá que seguir soñando...



























































































































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