Fue, por tanto, la primera vez que pudo verse en la calle al Cristo de la Misericordia desde su restauración por parte de Juan Manuel Miñarro. Las andas fueron exornadas con claveles rojos e iluminadas por los cuatro guardabrisones del paso de este conjunto escultórico, con la característica cera de color azul.
El traslado se realizó por las calles Adriano, Antonia Díaz, Techada, Pavía, Dos de Mayo y Temprado. Pasadas las nueve y media quedaron ubicadas las andas ante el retablo mayor de ese gran monumento artístico y simbólico que es el templo del recinto fundado por Miguel de Mañara.
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