Cada 12 de octubre amanece en Sevilla con Nuestra Señora del Rosario, de la Hermandad de los Humeros, recorriendo las calles. A las siete de la mañana abandonó su capilla del antiguo arrabal, donde se ahumaba el pescado, en dirección al Convento de Santa Rosalía, donde tuvo lugar una misa.
Finalizada la eucaristía, a las once comenzó el traslado de regreso del pequeño pasito de la Virgen del Rosario, exornado con rosas blancas y enormes ramos de nardos en las esquinas. La Virgen vestía manto rojo bordado en oro y contó con el acompañamiento musical de la Banda de María Santísima de la Victoria de Las Cigarreras.
En su camino de regreso a la capilla, el cortejo hizo estación en la Parroquia de San Vicente, donde entró por la puerta de la calle Cardenal Cisneros, saliendo posteriormente por la puerta ojival de la calle San Vicente. Tras salir del templo, la banda interpretó "Virgen de las Aguas".
Cumplimentada la visita a San Vicente, el cortejo continuó por la calle del mismo nombre. Estaba encabezado por la cruz de guía y faroles, parejas de niños, el Simpecado, el estandarte corporativo y el cuerpo de acólitos.
El paso del Rosario de los Humeros, guiado por los Hermanos Gallego, avanzaba por la calle San Vicente seguido por una cantidad aceptable de personas, aunque por momentos ésta iría aumentando conforme se alcanzaba el mediodía.
A la Plaza de Rull llegó la Virgen del Rosario con la marcha "Nuestra Señora del Patrocinio" y con ella se introdujo por las pequeñas callejuelas que son también conocidas por la Virgen de las Mercedes de la Puerta Real.
García Ramos, Alfaqueque y Mendoza Ríos fueron las pequeñas calles por las que pasó la Virgen del Rosario. Pese al reducido tamaño del paso, por momentos le resultó complicado avanzar debido a los cangrejeros que se situaron delante, al no poder seguirlo por los lados. "Coronación de la Macarena" y "Santísimo Cristo del Desamparo y Abandono" fueron las marchas que sonaron por esta zona.
Por la calle Baños ya había más gente acompañando a la Hermandad de los Humeros. "Cristo en la Alcazaba" fue la marcha escogida para avanzar por esta calle. Tras pasar el cruce con Goles, el paso continuó teniendo los capataces que poner especial atención a las ramas de un árbol que rozaron la corona de la Virgen. Posteriormente, el pequeño paso reviró hacia la calle Almería con "Ione", marcha clásica que no es muy interpretada en las procesiones de gloria.
Poco a poco, con la marcha "La Estrella Sublime", el paso se fue acercando al momento más esperado de la salida procesional de la Virgen del Rosario, la calle Dársena, engalanada con colgaduras y reposteros. Allí, un hermano de los Humeros interpretó una copla en honor a la Patrona del arrabal, que ya pisaba sus calles en su camino de regreso.
Finalizada la copla, un niño desde el balcón de la misma casa arrancó las sonrisas de la gente diciendo emocionado: "¡Y ahora, la petalada!". Efectivamente, tras la levantá y a los sones de "Macarena" de Abel Moreno, el paso recibió una enorme petalada con pétalos rojos y blancos, algunos de los cuales quedaron situados en la corona, en la media luna situada a sus pies y en el regazo de la Virgen del Rosario.
Con la marcha "Virgen de los Ángeles", la Virgen del Rosario siguió avanzando por la calle Dársena y, posteriormente, como ya ocurriera el año pasado, la revirá hacia Barca la llevó a cabo a los sones de "Hosanna in excelsis". Más adelante, en la Plaza de la Locomotora, la Banda de Las Cigarreras interpretó "Margot" hasta alcanzar la calle Liñán. Desde ahí, pasando por detrás de su capilla, salió a San Laureano y Torneo con una doble interpretación de "Virgen de la Victoria".
Sólo quedaba bajar la rampa para que el paso pudiera salvar los escalones y alcanzar la capilla. Sonó en este momento "Rosario de los Humeros" en dos ocasiones, mientras el paso bajaba y se daba la vuelta para situarse ante la puerta y quedar mirando a la gente.
Acto seguido, tras retirar los zancos, la Virgen del Rosario, reflejada en la escultura en piedra situada sobre la puerta, fue acercándose a la capilla mientras la banda tocaba "Virgen de la Paz", aunque fue interrumpida cuando el paso llegó al dintel para proceder a la entrada.
A las tres de la tarde quedaba arriado el paso en el interior de la capilla. Ya dentro, la última levantá, realizada a pulso, fue dedicada a la ex piloto de Fórmula 1 María de Villota, fallecida repentinamente en Sevilla el día anterior. "Ella decía que la vida es un regalo y eso debe ser un ejemplo para todos", dijo Manuel Gallego antes de tocar el llamador.
La salida procesional de la Virgen del Rosario de los Humeros finalizó con varios cánticos de los hermanos dentro de la pequeña capilla de este antiguo arrabal, situado junto a la antigua Puerta Real.
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