El crucificado de Felipe Martínez presidía el altar ante el dosel de cultos, en tanto que la Virgen de los Remedios, que estrenaba un antiguo puñal que ha sido dorado y vestía manto de camarín y saya azules, y San Juan Evangelista estaban a una altura inferior a sus pies, como ocurre cada año en su paso de misterio.
Las flores escogidas para el altar fueron los claveles de tono carmesí, un color tan característico de esta cofradía del Miércoles Santo.
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