El crucificado que Antonio Castillo Lastrucci talló en 1938 regresó en enero a su templo después de un proceso de restauración que se inició con su traslado al taller nada más ser bajado de su paso procesional tras la Semana Santa de 2014.
El aspecto con el que la imagen ha regresado a la parroquia llama la atención por la claridad de su policromía, gracias a una completa limpieza que ha consistido no sólo en la retirada de la suciedad acumulada, sino también en la eliminación de repintes en la zona de las axilas y la corona de espinas, así como en el hombro izquierdo, donde ha quedado más vísible la llaga con la que Castillo Lastrucci quiso representar la herida producida por llevar la cruz camino del Calvario.
Asimismo, Pedro Manzano ha reparado diferentes grietas que presentaba el Cristo en varias zonas, se ha modificado el sistema de sujeción de las potencias, se han sustituido los clavos de manos y pies, y se han cambiado otros elementos metálicos que tienen la función de dar estabilidad a la estructura de la talla por unos nuevos de acero inoxidable.
Con esta restauración ya son dos los titulares de la Hermandad de la Hiniesta que han pasado por el taller de Manzano: la Hiniesta Dolorosa y el Cristo de la Buena Muerte, que el próximo fin de semana estarán expuestos conjuntamente en besamanos y besapié, respectivamente, de forma extraordinaria por el 450 aniversario de la cofradía penitencial. Sólo resta la restauración de la Hiniesta Gloriosa, que será retirada del culto el próximo mes de septiembre.
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